EL CONSUMIDOR, EN PELIGRO. La noticia parece que se va confirmando a medida que se recopilan datos provenientes de distintos puntos del estado, apuntando todos en el mismo sentido: los fabricantes de elixires bucales, desde los más caros hasta las marcas blancas de las grandes cadenas de distribución, aconsejan unas dosis excesivas de su consumo, con unas consecuencias que solo hasta hace bien poco no han empezado a evidenciarse. Por ejemplo, Heriberto Madueño, de Vilasánchez de Casposa (Cáceres), tuvo que ingresar vía urgencias en el Hospital General de su capital de provincia aquejado de un severo acceso de tos insultiva inscrita en un cuadro de congelación dental irreversible. Puestos al habla con la gerencia del hospital, han rechazado hacer manifestación alguna salvo confirmar el ingreso de dicho paciente, aunque sin desmentir ni confirmar ningún diagnóstico. Algo parecido le sucede a Miguel Flaco Muñón, de Pringadilla (Cádiz), aunque en este caso, a la congelación dental y los ataques blasfemos de tos le suma el llamado escozor inglés (brote urticario en las ingles, en realidad). No se ha podido determinar una correlación entre éste último síntoma y los anteriores, siendo más probable una simple coincidencia en el tiempo del uso del elixir bucal y sus frecuentes visitas a un burdel gibraltareño. Noelia Siluro, de Tortosa, es otra víctima más de lo que parece una conspiración a gran escala para convertir a la población en frustrados y desdentados ciudadanos. Desde muy joven empezó a usar esos elixires en su higiene rutinaria de la boca, pero desde hace un par de años ha experimentado una serie de cambios en su salud física y mental que solo el azar ha interrumpido y dejado entrever la causa. En conversación telefónica ha narrado a este corresponsal como, a partir de un momento indeterminado, después de lavarse y enjuagarse los dientes sufría un ataque de tos irrefrenable, a la vez que empezaba a proferir los más abyectos insultos a su cuñado, director de una sucursal de Bankia en situación de búsqueda y captura. Al mismo tiempo empezaron a perder sustentación sus premolares inferiores y solo al resultarle imposible usar los incisivos para comer bocadillos de jamón fue cuando decidió visitar al odontólogo, el cual le ordenó interrumpir fulminantemente el uso del elixir bucal. Su mejoría y atenuación de los síntomas los percibió casi de inmediato. Ante éstos y parecidos casos (hemos recogido el testimonio de Ignacio Ahivalahostiak, de Santurce; Alendro Panza, en Málaga; Pedro Almívar, en Madrid, y tantos más), las preguntas, las sospechas y el temor se agigantan. ¿Qué está pasando?, ¿por qué?, ¿quién o quienes tienen responsabilidad sobre estos hechos?, ¿nos encontramos ante una estrategia severamente planificada, por parte de oscuras zonas de poder, para tener al consumidor indefenso, desquiciado y por tanto sin capacidad de reacción ante la magnitud de la crisis/estafa que estamos sufriendo? Naturalmente, no dejaremos de indagar y amasar más testimonios e información para transmitirlos públicamente, tal como nos obliga nuestra deontología periodística.
Posted on: Tue, 30 Jul 2013 10:20:21 +0000