EL ECOCIUDADANO. La decisión perfecta: Ignacio Ramonet - TopicsExpress



          

EL ECOCIUDADANO. La decisión perfecta: Ignacio Ramonet conoce el proceso bolivariano. Estuvo cerca de Chávez. Habló mucho con él y lo entrevistó varias veces. Pudo calar la dimensión de su liderazgo porque los temas que abordaron arrancaban desde abajo, de cuando el jefe del 4-F apenas era un niño 1 Ignacio Ramonet conoce el proceso bolivariano. Estuvo cerca de Chávez. Habló mucho con él y lo entrevistó varias veces. Pudo calar la dimensión de su liderazgo porque los temas que abordaron arrancaban desde abajo, de cuando el jefe del 4-F apenas era un niño. Cuando solo aspiraba ser pelotero. Para enterarse de esa relación hay que leer el libro de Ramonet, Hugo Chávez, mi Primera Vida, bien documentado, íntimo, y también abierto a insólitas revelaciones. El autor explica la primera reunión de trabajo con Chávez sobre el libro en lo profundo del llano, sin protocolo, donde aguardó al Comandante para evitar el torbellino humano que lo envolvía cada vez que llegaba a un sitio. Hasta que llegó --lo describe el autor--, en medio de un “calor de horno”, y del deslumbrante paisaje de la llanura, para mostrarle el “territorio de su infancia y las raíces de su destino”. Es decir, como él lo confesara, el “escenario de mis circunstancias”. 2 Pero no es de Chávez que escribiré hoy, independientemente de que siempre esté presente. Porque su ausencia todo lo envuelve, más que la presencia. Extraño fenómeno que explica al personaje, su carisma, el sortilegio que emanaba de él. Entonces, ¿a qué se debe la mención? Se explica por lo siguiente: Chávez combinó intuición con racionalidad. Improvisaba, en apariencia, pero no era así. Lo hacía previo análisis de las circunstancias que lo rodeaban, de los detalles, con obsesión de planificador, tanto del discurso como de la acción. En los momentos más complejos que afrontó privó en él lo racional por sobre lo emocional, aún cuando transmitiera más lo segundo. Cada decisión suya obedecía a una lógica que mezclaba el análisis consciente con la capacidad para convertir el azar en elemento positivo para la superación de situaciones exigentes. 3 El momento más difícil que encaró fue cuando decidió la sucesión. En quién declinar, no solo el mandato presidencial sino el liderazgo del movimiento político y social más importante de Venezuela y Latinoamérica. En las terribles circunstancias en que actuó, cuando la muerte lo cercaba y tenía que luchar para conservar la lucidez, no era fácil acertar. Era la última jugada maestra que haría en un tablero donde la vida se le escapaba, y el compromiso con cuanto logró en audaz apuesta con los poderes fácticos-- los enemigos que siempre estuvieron cazándolo--, se resolvía en una sola instancia, sin posibilidad de control. Y la tomó de manera transparente, con el coraje que lo caracterizaba. El resultado no lo vería. Sólo el tiempo lo reveló. 4 ¿Por qué escogió a Nicolás Maduro? ¿Qué inspiró la decisión? Difícil respuesta. Inscrita en imponderables que sólo alguien que demostró extraordinario conocimiento del ser humano y la política -al fin y al cabo lo mismo-, estaba en capacidad de dar en aquel momento crucial. Los posteriores desarrollos confirmarían el acierto. En un fogueado equipo de colaboradores, de entrañables compañeros, que adquirió experiencia a su lado, que él formó con el sentido pedagógico que solía aplicar a la combinación de teoría y praxis, se inclinó por Maduro. Sin discriminar. A base de instinto. Pudo haber optado por Adán, Diosdado, Elías, Rafael o cualesquier otro, y la decisión habría sido acatada por el chavismo, dado su ascendiente y respeto a su palabra. Algo procedente de su agudo olfato político y conocimiento de la realidad explica, en parte, la escogencia de su excanciller. La razón del mandato que el líder de la revolución depositó en Maduro. 5 Una carga abrumadora; un desafío colosal para cualquiera. Porque no fue un encargo banal el que Chávez entregó a Maduro. Mas éste supo interpretarlo. Asumirlo con audacia y habilidad. Respetando el origen y adaptándolo a la nueva realidad. Maduro debía tener perfil propio, sin desvincularse de donde provenía. De las enseñanzas del creador de una política fuera de contextos tradicionales. Y lo logró. El resultado está a la vista luego de 7 meses de gestión, en medio de tenebrosos augurios. Sin duda la transición más complicada que le haya tocado a alguien. Algunos apostaron a la deslealtad del heredero; otros, a presunta incapacidad; otros, al contraste con Chávez, remachado con sadismo; otros, a luchas intestinas, Nicolás vs. Diosdado. Pero nada prosperó. Lo que sucedió confirma el acierto de la decisión final de Chávez. Cómo, en las condiciones más adversas para un ser humano y Jefe de Estado, se impuso la luz de la razón. Decisiones a las que acceden sólo aquellos que tienen el privilegio de ver más allá del presente y convertir éste en futuro. La proeza de Maduro como sucesor de Chávez conjuga el éxito de la escogencia con la capacidad demostrada por el escogido. Que no es cualquier cosa. “Maduro ha adquirido un nivel de liderazgo que la oposición ni se imaginaba”. La frase es de Ramonet. Está en su declaración sobre el libro que mencioné. Sin duda apropiada, ya que si algo caracteriza a la oposición venezolana es que carece de imaginación. Por eso sus reiterados fracasos. Y agrego: otra de sus características es el desprecio al adversario. A Chávez siempre lo despreció; ahora hace lo mismo con Maduro, para beneficio de quien es el presidente legítimo de Venezuela.J osé Vicente Rangel.
Posted on: Mon, 02 Dec 2013 11:17:52 +0000

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