EL EVANGELIO DEL DÍA:Meditación: Lucas 19, 1-10 TOMADO DEL LIBRO LA PALABRA ENTRE NOSOTROS “Hoy tengo que hospedarme en tu casa” (Lucas 19, 5) La misericordia de Dios es tan inmensa que hasta nos eleva a la presencia misma de la Majestad divina. En efecto, si bien en la Escritura vemos que cualquier pecado es una grave ofensa a Dios, el relato de la conversión del publicano Zaqueo deja claramente en evidencia que, en Jesucristo, Dios recibe con misericordia y perdón a quienes se arrepienten de sus pecados. Zaqueo jamás pensó que su interés de ver a Jesús lo llevaría a una vida nueva, porque Cristo vino “a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19, 10). No estaba interesado en arrepentirse genuinamente, pero su curiosidad abrió la puerta para que la gracia divina entrara en su vida y poco a poco empezara a revelarle el amor compasivo de Dios. Era odiado como traidor y colaborador de los romanos, por eso todos se sorprendieron cuando Jesús se hizo invitar a su casa. Zaqueo se sintió impresionado por la sinceridad y la sabiduría de Jesús y casi sin darse cuenta empezó a cambiar sus razonamientos; así, mientras los demás seguían murmurando, él estaba aceptando a Cristo en su corazón (Lucas 19, 6-7). Jesús sabía lo que Dios podía hacer en la mente y el alma de un pecador arrepentido, y no se desanimó por la vida desordenada que llevaba este hombre, porque sabía que “lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” (Lucas 18, 27) y eso fue lo que sucedió: ¡el pecador empedernido se convirtió a Dios! Zaqueo demostró con hechos que su conversión era auténtica, y tan contento estaba que dio la mitad de sus bienes a los pobres (Lucas 19, 8). Así debe ser: la conversión auténtica, basada en una relación personal con Cristo, debe demostrarse con hechos concretos y no sólo de palabra. Y tú, hermano, ¿te has convertido de verdad a Cristo? ¿Has dejado tu vida anterior, y tus propios planes y conceptos, para adoptar la verdad de Dios según nos la enseñan la Sagrada Escritura y la Iglesia? Y si te has convertido, ¿has demostrado tu nueva fe en acciones concretas y en un cambio de conducta? Esto es lo que cuenta. “Señor y Salvador mío, permite que mis obras de amor no sean meras acciones externas para complacer a Dios, sino verdaderas obras de amor desinteresado, que demuestren una conversión auténtica y permanente.” 2 Macabeos 6, 18-31, Salmo 3, 2-7
Posted on: Tue, 19 Nov 2013 14:23:48 +0000