EL GATO Y LAS PINTURAS Un pintor tenía un gato negro muy - TopicsExpress



          

EL GATO Y LAS PINTURAS Un pintor tenía un gato negro muy sagaz a quien quería mucho. Cuando él se encontraba pintando en su estudio, el gato se quedaba a su lado mirando lo que hacía su amo. Un día, el hombre preparó todo para pintar unas flores de ciruelo en su lienzo, preparó la tinta china y el tono de color perfecto cuando en eso sonó el timbre y salió para atender la puerta. Como era usual, cuando el pintor salía de la habitación, el gato saltaba a la mesa y caminaba entre los pinceles, las tintas, los pisapapeles y las paletas. El gato levantó una de sus patas, y se rascó el cuello. Desafortunadamente cuando bajó nuevamente la pata, esta cayó en la mezcla de tinta roja. Levantó otra vez la pata y con ese movimiento manchó el lienzo del pintor y unas gotitas cayeron en sus ojos. El gato en pánico, pisoteó el lienzo y corrió fuera del estudio. Cuando el pintor volvió a su lugar de trabajo, se quedó sorprendido de las huellas rojas del gato y los puntos en el lienzo. Lo miró detenidamente y sonrió. Tomó un pincel y añadió algunos toques a las huellitas del gato, que en un momento se convirtieron en la imagen real de aquellas flores de ciruelo. A los puntos rojos, los convirtió en capullos. Luego pintó unas ramas y un tronco. Firmó el trabajo añadiendo su sello y había terminado una gran obra. El pintor estaba encantado. Compró pescado para el gato como recompensa. El gato, sin embargo, asumiendo que estaba en líos, se escondió. Su amo lo llamó varias veces antes que saliera sigilosamente por detrás de una puerta. El artista le dio el pescado y le dijo: “Jaja, ¡qué inteligente que eres! No hubiera podido lograr esta excelente composición sin tus huellitas… ¡Vamos, come!” El gato aliviado, bajó la cabeza y devoró el pescado. Al día siguiente, el pintor empezó un nuevo lienzo también sobre las flores de ciruelo. Ya estaba casi terminado cuando tuvo que salir del estudio. El gato pensó: “Esta es otra oportunidad para mí”. Saltó de una paleta a otra con destreza, cubriendo el papel con huellas multicolores y luego se sentó sobre la mesa y esperó que retorne su amo. Aunque el gato no sabía ni una pizca sobre arte, creyó que dicho acto podría ganar una mejor apreciación del pintor. Pero cuando el hombre regresó y vio su trabajo arruinado, se enfureció y empujó al gato de la mesa, botándolo con un plumero. Reflexión: A veces nos sucede así, como al gato, que por un golpe de suerte, “chiripa” (como decimos en lenguaje coloquial en Perú), intervino en el cuadro de su amo de manera adecuada. Es posible que una primera vez esta suerte nos acompañe y nos lleve a lograr algo grandioso, pero, no podemos vivir dependiendo de ella. Es como aquel hombre que vive creyendo que va a volverse millonario por comprar la lotería y lo poco que tiene lo utiliza en comprar su boleto semanal, sin trabajar, sin buscar ingresos extra, sin hacer nada más para lograr dicho objetivo. ¿Te parece bien? Pues no, uno debe trazarse objetivos y alcanzar el éxito por esfuerzo propio, por la constancia y disciplina, por la adquisición de conocimientos y por el planeamiento para lograrlos. No podemos esperar que alcancemos el éxito solo porque le estuvimos rezando a los santos, o porque esperamos que alguien más intervenga en nuestro destino. Debemos dar todo de nosotros mismos para alcanzar nuestras metas, como dice el filósofo Voltaire, “suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan”. Aprovechemos las oportunidades, pero siempre con un plan de trabajo arduo y una visión a futuro.
Posted on: Tue, 29 Oct 2013 14:01:24 +0000

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