EL JUEZ DEL BOSQUE No hay muchos, desaparecen con el bosque y su - TopicsExpress



          

EL JUEZ DEL BOSQUE No hay muchos, desaparecen con el bosque y su memoria –dicen- se entierra en una fosa común de la que nada se sabe. Intervienen en conflictos que los elementos o las estaciones no resuelven, pero raramente se pronuncian sobre disputas territoriales o valoran la oportunidad de una cena. Aunque cada bosque tiene leyes distintas, la última palabra es la suya. Poco sabríamos de de no haberse dado el hallazgo -¡ah de tan maravillosas páginas!- en la extinta carbayera de Somiedo, en Asturias, al norte de la Península Ibérica. ¿Qué, si no la curiosidad de los niños, su inocencia, hubiesen hurgado en un roble ardido? Apenas reconocibles, la fortuna quiso respetarlas. Hubo otro hecho de probada magia ya que estaban escritas con esa tinta sólo visible, si el calor la trata. Una veintena de casos algunos muy parecidos entre sí, son la única prueba de este oficio. Sirvan estos de ejemplo. LA FORTUNA DEL ENDRINO Llega a nos –por el habitual cauce del rumor en la hojarasca- la petición del álamo, en lo referente al cobro de la herencia que le dejara el endrino, cuyo tronco seco aún puede verse en la linde sur de este bosque. Puesto que el aludido frutal tiene brotes en primera línea de sucesión, que también reclaman los mismos bienes de naturaleza perecedera; por vía de apremio dictamos: -Aún siendo los vástagos del endrino legítimos y por lo tanto: legales beneficiarios, hemos de respetar la última voluntad del reseco, expresada de vivo crujir y en plena posesión de todas sus hojas, lleno de savia y vida. Son testigos los alcaudones que en él anidaron. “Deseo regalar mis últimos zafiros, los más dulces, a mi hermano el álamo que me concedió sombra cuando el cuchillo del enamorado hirió mi carne, ahondando una inicial terrible capaz de secar en mí algo vital. Álamo que derivó el viento, aliviando el daño que me infligían los insectos barruntadores de la muerte, hurgando mi carne y desovando. A mis retoños dejo la amarga memoria de mí mismo” EL CORTAFUEGOS Llega a nos, noticia de un temor compartido por muchos de los vecinos de esta arboleda. Se trata de una brecha, una tonsura arbórea de considerables dimensiones, un mal menor que salvaguardará la vida y sus aledaños, en el supuesto de que el rayo o el hombre ensañaran con fuego al bosque. Existen dos propuestas que generan horror y lágrimas: DE ESTE A OESTE En el trazado de esta ruta caerían un centenar de jóvenes castaños, otros tantos alisos de primera generación y un número indeterminado de encinas. DE NORTE A SUR En esta serían los eucaliptos, tres robles centenarios, bosque bajo y matorral, quienes perderían sus raíces. Sobrevolados los espacios con luz y búhos, con oscuridad y mirlos. Descorridas las neblinas y encuestada la sangre fría y caliente en la hospitalidad del suelo, nos, decidimos no ser, si para ello hubiese que sacrificar solo un alma. Las llamas son una forma más que la muerte adopta. Morir, pues, en casa ordenamos. Una muerte parigual, un riesgo asumible, un destino común como la vida. EL JUEZ DEL BOSQUE IMAGEN: MAGIC WOOD AUTORA: AMALIA MINCHEVA TEXTO: EL JUEZ DEL BOSQUE AUTOR: JULIO OBESO (CAP.3 DEL LIBRO "LOS OFICIOS MÁGICOS"
Posted on: Tue, 09 Jul 2013 19:56:11 +0000

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