EL LLAMADO DE ELISEO Y pasando Elías por delante de él, echó - TopicsExpress



          

EL LLAMADO DE ELISEO Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. 1 Reyes 19:19. Haríamos bien en considerar el caso de Elíseo cuando fue elegido para su trabajo. El profeta Elías estaba por poner fin a sus labores terrenales; otro había de ser llamado para impulsar la obra que había de hacerse en ese tiempo. En su viaje, Elías fue guiado hacia el norte. Ahora se notaba un marcado cambio de escena respecto de la situación del país poco tiempo antes. En ese entonces, los distritos agrícolas habían quedado sin cultivar; la tierra había estado seca, porque no había caído lluvia ni rocío durante tres años. Ahora todo parecía brotar, como para redimir el tiempo de hambre y de carencia. Las lluvias abundantes habían beneficiado más a la tierra que a los corazones humanos; los campos estaban mejor preparados para el cultivo que los corazones del Israel apóstata. Por donde mirara Elías, la tierra que veía pertenecía a un hombre; un hombre que no había doblado su rodilla ante Baal y cuyo corazón había permanecido indiviso al servicio de Dios. Aun durante el cautiverio había habido almas que no habían apostatado, y esta familia se incluía entre los siete mil que no habían doblado su rodilla ante Baal. El dueño de esa tierra era Safat. Entre los trabajadores se notaba bastante actividad. Mientras los rebaños disfrutaban de los verdes pastos, las manos ocupadas de sus siervos sembraban la semilla para la cosecha. La atención de Elías se dirigió a Elíseo, el hijo de Safat, quien con sus siervos araba la tierra con doce yuntas de bueyes… Eliseo había recibido su educación lejos de la ciudad y de la disipación de la corte. Había sido preparado para que adquiriera hábitos de sencillez y de obediencia a sus padres y a Dios… Eliseo esperó contento, mientras hacía su trabajo con fidelidad. Día tras día, por medio de la obediencia práctica y la gracia divina en la que confiaba, obtuvo rectitud y fuerza de propósito. Al hacer todo lo que podía hacer al cooperar con su padre en el negocio de la familia, estaba sirviendo a Dios. Cuando el profeta vio a Eliseo y a sus siervos arando con doce yuntas de bueyes, vino al campo de labor, y mientras pasaba se soltó el manto y lo lanzó sobre los hombros de Eliseo. Luego, siguió de largo como si el asunto hubiera concluido. Pero sabía que Eliseo entendía el significado de la acción, y se alejó sin decirle una palabra, para que decidiera si aceptar o rechazar el llamamiento —Youth’s Instructor, 14 de abril de 1898; abril 21 de 1898. Por: Elena G. de White ¿HAY FRUTOS EN TU HUERTO? Vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Colosenses 1:10-11 La historia de la higuera que fue maldecida porque no daba frutos nos enseña una enorme lección. “Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si hallaba algún fruto. Cuando llegó a ella solo encontró hojas, porque no era tiempo de higos. ‘¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!’, le dijo a la higuera. [...] Por la mañana, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado de raíz” (Mar. 11:13-14, 20). Jesús secó la higuera porque no llevaba frutos. Nada tenía para ofrecer al caminante hambriento. De la misma forma Dios ve la clase de frutos que nosotras producimos, tanto buenos como malos. La advertencia es: “Todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán” (Mat. 7:17-20). Dios nos insta a que no solamente demos frutos, sino buenos frutos. Puede ser que muchas de nosotras produzcamos frutos, pero no estemos honrando a Dios con ellos. Podríamos ser mujeres brillantes ante el mundo, y que sin embargo, únicamente proyectemos sombras y oscuridad en nuestros hogares. La permanencia en Cristo es la propuesta divina para todo aquel que desea dar buenos frutos: “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman” (Juan 15:5- 6). Hermana, la calidad de nuestros frutos está garantizada si permanecemos unidas a Cristo. ¿Y cómo haremos para permanecer unidas a él en un mundo tan hostil como el nuestro? Pide a Dios que haga de ti una roca de apoyo, y que no te deje ser una piedra de tropiezo para quienes te encuentres en tu camino. Regala amor y aprecio a los que han perdido la capacidad de sentir cariño, y alberga un espíritu de consolación por todo doliente. Entonces darás frutos de olor y sabor gratos para el Señor y para el prójimo. Por: Erna Alvarado PECADO IMPERDONABLE Si después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya no hay sacrificio por los pecados (Hebreos 10:26). Este es uno de los versículos más duros de la Biblia. ¿Quiere decir que aquellos que pecan después de conocer la verdad no tienen perdón? No. Dios nos ha pedido que perdonemos a otros setenta veces siete y, por supuesto, él está dispuesto a perdonarnos más que eso (lee Hech. 5:31). De hecho, en la Biblia encontramos muchos ejemplos de esto (Adán, Noé, Abraham, Moisés, Pedro y otros). El pasaje de hoy se refiere a un pecado específico. Se lo describe como “pisotear al Hijo de Dios”, “profanar la sangre del pacto” e “insultar al Espíritu de la gracia” (lee Heb. 10:29). ¿En qué consiste este pecado? “Pisotear al Hijo de Dios” es una expresión muy significativa. Pisotear a una persona era una imagen común para referirse a la derrota y subyugación absoluta de los enemigos por parte de un monarca (2 Sam. 22:39; Sal. 18:36, 38; 47:3). Esto fue lo que hizo Josué con los cinco reyes cananeos a los que derrotó (Jos. 10:24,25) y lo que Dios promete hacer, en favor nuestro, con Satanás (Rom. 16:20). Pisotear al Hijo de Dios implica que el pecador considera a Jesús un enemigo a quien debe subyugar. “Profanar la sangre del pacto” significa considerar que la sangre de Cristo no es un elemento que limpia nuestros pecados, sino que nos contamina. La Biblia dice que la sangre de Cristo limpia nuestros pecados (Heb. 9:14), pero el ofensor considera que debe evitarla como si fuera lepra. Finalmente, el ofensor “insulta al Espíritu de la gracia”. El Espíritu Santo es el agente de la gracia de Dios y de su misericordia, pero este ofensor lo rechaza y lo insulta. Hay aquí un elemento de insolencia y arrogancia que invita el juicio de Dios. ¿Te das cuenta? Esta ofensa no es resultado de la ignorancia, sino el acto decidido de destruir totalmente la relación con Dios. La única manera de ser salvos es por medio de la fe en el sacrificio de Cristo Jesús (Hech. 4:12) y la aceptación del ministerio del Espíritu Santo en favor nuestro (Efe. 4:30). Pero si rechazas totalmente estos medios, ¿qué otro te queda para salvarte? Ninguno. Te invito a que hoy confirmes tu fe en Cristo Jesús y te sometas al liderazgo del Espíritu Santo. Ese es el camino de la salvación. El asunto es urgente y muy serio. Pronto ya no quedarán oportunidades. Por: Félix H. Cortez Septiembre 05
Posted on: Thu, 05 Sep 2013 04:09:29 +0000

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