EL OTROCIDIO El Descubrimiento: el 12 de octubre de 1942, - TopicsExpress



          

EL OTROCIDIO El Descubrimiento: el 12 de octubre de 1942, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó. Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso. Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve.. … a pesar que digan o comenten que este vídeo esta equivocado y hasta que las imágenes seleccionadas son graciosas, lo que sucedo es la perdida de identidad cultural. Todo forma parte de la globalización. DÍA DE LA RAZA En la mayoría de los países hispanoamericanos las fiestas del 12 de octubre reciben el nombre ¨Día de la Raza¨en conmemoración del avistamiento de tierra por el marinero Rodrigo de Triana en 1492, luego de haber navegado más de dos meses al mando de Cristóbal Colón a lo que posteriormente se denominaría América. La fecha marca el nacimiento de una nueva identidad producto del encuentro y fusión de los pueblos originarios del continente americano y los colonizadores españoles. Sin España, o mejor dicho sin Europa o los Colonizadores, no hay historia, ya sea para bien o para mal. Es con ellos que comienza la historia oficial, así que repudiar no sirve a nada. Ahora lo que hay es de desmitificar la mediocre historia oficial y ponerla en un contexto mas realista para comprender el origen y como esta mezcla de mentalidades transformo un continente en lo que hoy se llama¨Latinamerica¨. La empresa del Descubrimiento Después que los turcos conquistaron Constantinopla y cortaron las rutas que conducían a las tierras de las especias, encontrar nuevos caminos para llegar allí se convirtió en una cuestión de vida o muerte para las economías de las naciones europeas. El objetivo esencial de la época de los grandes descubrimientos geo­gráficos, al final de la Baja Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna, consistió en llegar a la India. Los pueblos peninsula­res, España y Portugal, se colocaron resueltamente a la cabeza del movimiento, sintetizando, por un lado, los conocimientos de la cartografía de la Escuela Mallorquina -fruto de los esfuerzos del cartógrafo portugués Enrique de Avis y Lancaster, “El Navegante” (1394-1460)- y por el otro, las exploracio­nes de portugueses, andaluces y castellanos por el Atlántico. Por­tugal se lanzó a la empresa de la India por la ruta del Este, siguiendo un periplo africano, coronado en 1486 por Bartolomeu Dias (1450-1500), descu­bridor del cabo de Buena Esperanza y la llegada de la flota de Vasco de Gama (1469-1524) a la India en 1498. Mientras tanto, España lo hizo con Cristóbal Colón (1451-1506) por la ruta del Oeste, lo que en definitiva implicó el hallazgo del conti­nente americano y del océano Pacífico, elementos que se interpo­nen entre el Atlántico y la costa asiática. Los Reyes Católicos, financiadores de la expedición, se preo­cuparon en seguida por obtener las garantías legales sobre las tierras descubiertas en las “Indias”. Ello planteó, de nuevo, el pro­blema de las relaciones hispano-portuguesas. El laudo emitido en Roma con el nombre de bula Inter Caetera (“Entre los demás”) por el papa Alejandro VI el 4 de mayo de 1493, otorgó a los españoles la posesión de las tierras situadas a cien leguas al oeste de las Azores o de Cabo Verde. El subsiguiente Tratado de Tordesillas del 7 de junio de 1494, ratificó la división del mundo en dos hemisferios: el oriental, portugués, y el occidental, español. La línea de demarcación entre ambos quedó fijada a 370 leguas al oeste de Cabo Verde. ¿Quiso realmente Colón llegar a la India, a Asia, por occiden­te, basándose en los conocimientos de la época, que considera­ban más corto el camino de la navegación siempre hacia el Oeste? Está claro que el viaje de Cristóbal Colón en 1492 no cumplió con el propósito de encontrar una nueva ruta a oriente, pero a cambio de ello significó para España la conquista y usurpación de enormes territorios de una incalculable riqueza. Existen indicios de que las Antillas Mayores habían sido visitadas por europeos años antes de la llegada de Cristóbal Colón. Al efecto, Fray Bartolomé De Las Casas, escribe: ¨tuvieron o tenían de haber llegado a esta isla Española otros hombres blancos y barbados como nosotros antes que nosotros no muchos años¨. Esa hipótesis explicaría la presencia de algunas indias de tez blanca entre los indígenas de piel oscura y el insólito hallazgo, en el tercer viaje de Colón, de proyectiles de artillería, en un paraje de la Española que no había sido explorado. Si nos fijamos en las rutas seguidas por el Descubridor en sus cuatro viajes a América nos daríamos cuenta que siempre enfiló la línea de los vientos alisios y regresó por los vientos contrarios y la corriente del Golfo, a la altura de Virginia. Parece evidente que Cristóbal Colón sabía bien que encontraría ricas tierras para la Corona y para él mismo. Todos esos datos indican que Cristóbal Colón tuvo que haber tenido noticias de anteriores viajes al continente que él descubriera. Ello explicaría la redacción de las Capitulaciones de Santa Fe (pactos suscritos entre los Reyes Católicos y Colón con relación a cómo se habrían de repartir los beneficios de la empresa del descubrimiento) en las que se menciona lo que Colón ¨ha descubierto en las mares océanos¨ concediéndole al insigne marino genovés un descubrimiento que todavía estaba por hacerse. Quizás Colón les confió sus secretos a los Reyes Católicos para convencerlos de la viabilidad de su proyecto.Tal vez por eso obtuvo el apoyo de Isabel y de Fernando el Católico muy a pesar del dictamen negativo de una Comisión integrada por ¨hombres sabios, astrólogos y astrónomos, y hombres de la arte de la Cosmografía¨ que se reunió en Salamanca a instancia de dichos monarcas a examinar en detalles el proyecto de Colón. Una vez que los reyes católicos decidieron apoyar el proyecto de Cristóbal Colón surgió una dificultad: Cristóbal Colón quería a cambio dinero (el 10 por ciento de todo lo que se encontrara en oro, plata y piedras preciosas), poder (Virrey y Gobernador de todas las tierras descubiertas); y ascenso social (título de Gran Almirante de la Mar Océana). Imagínese usted, amigo lector, lo que significaba el hecho de que un desconocido marino portugués se convirtiera así como de repente en un Gran Almirante con los mismos honores que disfrutaba el Almirante de Castilla, vinculado este último a la familia de la más alta nobleza castellana, por demás, tío de Fernando el Católico. En principio, los Reyes Católicos no se mostraban dispuestos a complacer a Colón en sus desmedidas pretensiones de dinero, poder y gloria. Y estuvieron a punto de solicitarle al genovés que se marchara. Colón se mantuvo firme, siempre dispuesto a jugarse el todo por el todo. Colón aguantó todo y acabó venciendo. Diría con orgullo: ¨Pensando lo que yo era me confundía mi humildad; pero pensando en lo que yo llevaba me sentía igual a las dos coronas¨ ¿ Jactancia? No, seguridad sí. Cristóbal Colón sabía adónde iba, y estaba muy seguro de lograr su objetivo. Lo que para otros era duda, para él era certidumbre. Fray Bartolomé De Las Casas, que conoció bien a Colón, lo pintaría de cuerpo entero con esta frase: Tan cierto iba a descubrir lo que descubrió y hallar lo que halló como si dentro de una cámara con su propia mano lo tuviera¨ Después de vencer muchísimos obstáculos, el 3 de agosto de 1492, la flota colombina levó anclas para iniciar desde el puerto de Palos su espectacular singladura, atracando en las Canarias seis días después. El 6 de septiembre de 1492, la flota colombina puso rumbo hacia el Poniente, iniciando una hazaña que todos tenían por imposible. Treinta y dos días después, en la noche del 11 al 12 de octubre, Rodrigo de Triana, daría la voz tan deseada: ¡ Tierra a la Vista! y Colón tomó posesión de la tierra en forma, por el Rey y por la Reina, con pregón e bandera real extendida. La Corona inició rápidamente la colonización del Nuevo Mundo. Así, en 1502, la expedición de Nicolás de Ovando (1460-1511) marcó el comienzo de la población de las Antillas y el origen del imperio español en América y la incorpora­ción del pueblo hispano a la tarea colonizadora. Los reyes delega­ron los asuntos de América en el Consejo de Indias y los colonos españoles en las Antillas recibieron repartimientos de indios (ins­titución parecida a la encomienda medieval castellana), explota­ron yacimientos auríferos y ensayaron el cultivo de la caña de azú­car. Los primeros resultados fueron descorazonadores: la dificul­tad que entraña todo proceso de aculturación y los excesos de los encomenderos motivaron una alarmante despoblación indígena. Samuel Eliot Morison, un historiador de Harvard, biógrafo de Colón, escribió: “Quien fuera el que inventara este espantoso sistema, como único método de producir oro para la exportación, el responsable del mismo fue solo Colón. Aquellos que huyeron a las montañas fueron cazados con perros, y de los que escaparon se ocuparon el hambre y la enfermedad, mientras miles de pobres criaturas, en su desesperación tomaron veneno de manioca para acabar con su miseria”. A partir de 1507, cuando el cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller (1470-1522) se refirió en su “Cosmographiae Introduction” a una cuarta parte del mundo, a la que dio el nombre de América – en homenaje al florentino Américo Vespucio. En 1513, Vasco Núñez de Balboa (1475-1519) atravesaba el istmo de Panamá y descubría el mar del Sur (océano Pacífico). Inmediatamente comenzó la bús­queda de un paso que comunicara el Atlántico con el Pacífico por el sur de América. Fernando de Magallanes (1480-1521) lo conseguiría en 1520. Al descu­brir el estrecho que hoy lleva su nombre reinabo ya Carlos I. Con el nuevo monarca, Carlos I, pueden considerarse termi­nados los ensayos previos para dar paso a una entidad política y cultural nueva: las “Indias Españolas”, el primer sistema colonial organizado de la época moderna.o o Entre el descubrimiento colombino en 1492 y la sumisión de los incas en 1536 por Francisco Pizarro (1476-1541), que marcó el fin de las grandes conquistas, transcurrió menos de medio siglo. Además, fue obra de un número increíblemente corto de españoles. La expedición de Cortés constaba de solo 416 hom­bres, y a Pizarro siguieron sólo 170 en su avance hasta Cajamarca. La enorme codicia de aquellos conquistadores y sus acompañantes y su superioridad técnica (caballos, armaduras, lanzas, picas, rifles, ballestas y perros feroces) hicieron posi­ble tal acontecimiento. Económicamente, los gastos de la expedición re­caían sobre los propios organizadores, por lo que no es exagerado afirmar que la con­quista de América le salió gratis al Estado español.Por el contrario – los beneficios que aquellas tierras rindieron a España merecen el calificativo de fabulosos. Efectivamente, el tesoro real tenía derecho, según vieja tradición, a un 20% de los metales preciosos que produjeran las minas del reino. Desde 1540 aproximadamente, con el hallazgo de los casi míticos filo­nes de Zacatecas y de Potosí, el Nuevo Mundo comenzó a manar oro y plata -plata, hasta el punto de transformar la estructura económica del mundo civilizado. Doscientos mil ki­los de oro y diecisiete millones de kilos de plata se estima que atravesaron el Atlántico en un siglo; cifras que otro estudioso del tema, el historiador y economista español Ramón Carande y Thovar (1887-1986), estima conveniente subirlo al doble, si se quiere estar más cerca de la verdad. Aquel aluvión enorme, al no encontrar en la Península una banca o industria capaces de absorberla, se desparramó por toda Europa, hasta lle­gar a los últimos confines del mundo. Los plateados reales espa­ñoles eran moneda corriente en Londres, Amberes, Lyon y Génova y se comerciaba con ellos en los mercados de ciuda­des como El Cairo y Bagdad. Con respecto a las consecuencias culturales, la conquista y colonización de América sig­nificó la mayor mutación jamás habida del espacio humano. En treinta años -los que transcurren entre el primer viaje de Colón y la primera circunnavegación- se construyó la geografía de un Atlántico transversal, basado en el conocimiento de todas sus estructuras: rutas, vientos, islas y costas. La longitud y anchura del gigantesco conti­nente fue prácticamente delineada en otros treinta años, estable­ciéndose de tal modo la base para una estructura de relaciones humanas, en la cual se confi­guraron los sistemas de ideas, se escribieron las opiniones, inicián­dose una polémica de implicaciones teológicas, éticas y políticas, se fundaron ciudades, se organizaron cabildos, se crearon gober­naciones, comenzaron la producción económica y el estudio has­ta los más altos niveles universitarios. Y significó una de las matanzas más grandiosas de la historia, producto de la brutalidad de los conquistadores y las enfermedades que los europeos trajeron consigo para las que los nativos no estaban inmunizados: fiebres tifoideas, tifus, difteria y viruela. La crueldad, el exceso de trabajo y la enfermedad dieron lugar a una despoblación espantosa. Según estimaciones recientes, en 1519 había cerca de 25 millones de indios en México, en 1605 quedaban poco más de 1 millón. La ambición de los conquistadores no encontró barreras infranqueables y en pocos años la inmensidad americana dejó de ser inexpugnable. En un poco menos de tres cuartos de siglo de los más de 70.000.000 de indígenas preexistentes sólo quedaron 3.500.000 almas. Primero, fueron derrotados por la desproporción de recursos, la sorpresa y la confusión. Luego, fueron privados de su cultura y creencias, sometidos al trabajo esclavo y finalmente, diezmados por las enfermedades importadas por los europeos. La casi extinción de la población nativa generó otro genocidio, como lo fue el de propiciar el comercio de seres humanos, arrancando a millones de africanos de su tierra natal para traerlos a nuestro continente como mano de obra esclava. Es evidente que la llegada europea a las costas americanas produjo un avance notable de la humanidad, pero el progreso no pudo ocultar la magnitud de la sangre derramada y el saqueo impulsado por las potencias europeas de la época.
Posted on: Sat, 12 Oct 2013 01:12:04 +0000

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