EL TATO (Publicado en Diario El Tiempo) Me lo contó la maestra - TopicsExpress



          

EL TATO (Publicado en Diario El Tiempo) Me lo contó la maestra de la escuela. Era una clase en la que se afanaba en enseñar a los niños el concepto de Comunicación y les indicaba que se trata, a lo más, de un proceso que sirve para transmitir información desde un “Emisor” a otro llamado “Receptor” mediante un “medio o transmisor”. Y fue en ese momento en el que Tato – un niño grande y con cara de mandar – se levantó de su pupitre y le asestó una certera trompada a Pablito, su compañero de clase. Sucede que la Nena – la niña más bonita de la clase – estaba organizando su cumpleaños y el Tato, ante la demora en la invitación, había decidido enviar a Pablito a hacer las respetivas averiguaciones. Desde luego, la respuesta de la niña había sido contundente: “No, él no está invitado” mientras arrugaba la nariz. Lógicamente, Tato, ante la ofensa e incapaz de escarmentar al Emisor, decidió castigar al medio. Y ahora que lo pienso, me temo que Tato obró apegado al Derecho. Y es que, ciertamente, la nueva Ley de Comunicación que al momento es el origen de escabrosos debates en la Asamblea Nacional, parece sufrir de una ligera miopía pese a la evidente buena intención que la motiva. Desde luego ¿Quién podría negar que el cambio sociopolítico comenzará en la mente del ciudadano y que esta mente se forma desde su entorno comunicativo? Luego, es poco menos que lógico que los medios de comunicación se comprendan como un servicio social relacionado a la búsqueda constante de la verdad y la correcta formación de la opinión pública. Esa es, fundamentalmente, su responsabilidad. Y, desde luego, la existencia de un Consejo de Regulación que establezca los criterios a considerar no tiene nada de malo. Y menos aún si proviene de una iniciativa de la sociedad civil que, lejos de poner en entredicho la sagrada libertad de comunicación, la fortalece legitimándola como mediadora del conflicto social. Instrumento positivo de desarrollo que filtra el colosal flujo de información y lo hace susceptible de utilizarse para la formación del ciudadano. El problema, en realidad, comienza cuando la administración pública se niega a rebasar los contenidos para llegar a las fuentes de la información y preservar su calidad. Así que dejémoslo claro: Es el emisor el que debe ser evaluado junto al medio pues, de controlar uno sin el otro, el objeto se pierde y el proceso de convierte en un instrumento para imponer la verdad oficial. Y desde esta óptica, el Estado deberá superar el papel de censor para ser el administrador del proceso social de intercambio de debate y concertación. Ni batuta ni mordaza. Antorcha en todo caso, porque es luz lo que necesitamos para que nuestro destino deje de ser resultado del azar y pase a ser el resultado de la razón. – Es que no me gustó lo que dijo Pablito – repetía el Tato enfurruñado. – Pero Tato – decía la maestra con contrición – Pablito es libre de decir lo que quiera. – Eso sí – concedía el Tato – que diga lo que quiera, siempre y cuando no me lo diga a mi… Es un alivio ver que al menos uno de nosotros tiene clara la película… ANDRÉS F. UGALDE VÁZQUEZ
Posted on: Fri, 21 Jun 2013 17:59:47 +0000

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