EN LEON, MASAYA, GRANADA Y RIVAS EL PUEBLO SE REBELÓ Y LUCHÓ A MUERTE 1811: Lucha sangrienta en Nicaragua En 1810, llegó a Nicaragua el Obispo Fray Nicolás García Jerez, dominico español de Murcia. Fue el último obispo nombrado por el rey de España. Fue cruel gobernador e intendente de Nicaragua de 1811 hasta 1814. Enemigo de la Independencia, exigió que se fusilara a los insurgentes grana-dinos que creyeron en la palabra y el honor del Sargento Mayor Pedro Gutiérrez al deponer las armas. José Bustamante, Capitán General de la Capitanía General del Reino de Guatemala de 1811 a 1817, desconoció el pacto del Sargento Mayor Pedro Gutiérrez con los insurrectos granadinos y ordenó la ejecución sumaria para los líderes y prisión para los cientos de combatientes que fueron llevados encadenados a Guatemala y a las ergástulas de Cádiz, España. En 1811 el Capitán General José Bustamante ordenó la masacre de los nicaragüenses insurrectos de Granada y el Obispo, Gobernador e Intendente de Nicaragua, Fray Nicolás García Jerez, exigió al Sargento Mayor Pedro Gutiérrez, jefe del ejército de 1,000 soldados españoles que habían llegado a Nicaragua a combatir a los insurrectos, que fusilara y encarcelara a los granadinos, esta masacre se cumplió, no obstante que había dado su palabra de ho-nor en nombre del rey, del Capitán General y el suyo propio, que no habría represalias. Por haber confiado en esto, los insurrectos entregaron sus armas y capitularon. En las escuelas centroamericanas se enseña que la Independencia fue pacífica, pero se ocultan las luchas sangrientas que precedieron a la Independencia del 15 de Septiembre de 1821. Solamente en El Salvador se enseña y se conmemora la sublevación del 11 de Noviembre de 1811, cuando en San Salvador se desató una rebelión contra de las autoridades coloniales españolas encabezada por Fray Matías Delgado, el Gral. Manuel José Arce, el presbítero Nicolás Aguilar y sus hermanos Vicente Aguilar y Manuel Aguilar. La rebelión no prosperó, porque el Capitán General del Reino de Guatemala, José de Bustamante y Guerra, envió una comisión para apaciguar a los sublevados, lo cual logró. Fue así como fracasó el primer intento de independencia. Pero la insurrección de San Salvador inspiró a los nicaragüenses. El 13 de Diciembre de 1811, se produjo otra sublevación en León, Provincia de Nicaragua, para deponer al brigadier José Salvador, quien había gobernado tiránicamente la provincia durante 18 años. Esta rebelión estuvo encabezada por el fraile guatemalteco Felipe Michelena. Presionado por la violencia popular, el brigadier Salvador renunció y entregó el cargo al obispo Fray Nicolás García Jerez, un enemigo radical de la independencia y de los criollos. En Masaya las autoridades españolas encarcelaron a José Gabriel O´Horan, líder popular y partidario fogoso y apasionado de la independencia. Su prisión causó gran enojo entre el pueblo. En Granada la inquietud se sentía desde el mes de Octubre de 1811. El comandante de armas José Sierra dió la orden de reforzar a los soldados estar alerta «bala en boca». Efectivamente el 6 de Diciembre de 1811 una multitud de indios de Masaya irrumpieron en el ayuntamiento quejándose de malos tratos y humillaciones de los alcaldes y pidiendo la libertad de O´Horan, pero fueron apaciguados con promesas y amenazas. El 29 de Diciembre Masaya volvió a agitarse y se produjo un fallido intento de destruir a las autoridades. El 23 de Diciembre de 1811 --a media noche--, cinco mil hombres armados se sublevaron en la Villa de Nicaragua (hoy Rivas), despojaron de su bastón de mando al Alcalde Agustín Gutiérrez y Lizarzábal y nombraron presidente del pueblo a Rafaél de la Fuente cura y vicario, emitieron una proclama de 18 puntos que entre otras cosas decretaba la abolición completa de la esclavitud, que se despojase a todos los europeos de los cargos que ejercían, que se aboliera el diezmo para el clero y que se rebajase la alcábala (impuestos), del 2%. En Guatemala, el Capitán General del Reino José Bustamante recibió el informe de las agitaciones que en grandes cantidades que se producían en Nicaragua, y ordenó acabar con las insurrecciones «a sangre y fuego». En Granada el cura y vicario José Antonio Chamorro, emitió una proclama que comenzaba diciendo: «El pueblo insurrecto ha desobedecido a todos los empleados europeos por ser chapetones: es así que también los Reyes de España son chapetones; luego el pueblo ha desobedecido a los reyes de España». Y más adelante el cura Chamorro regañaba: ... «El pueblo es traidor a Dios, porque ha menospreciado los textos de las Divinas Escrituras, que nos mandan a obedecer sin réplica a los reyes nuestros señores». Amenazando al final: «Dios, la religión, el Rey y la Patria concluirán con este monstruo infernal del pueblo insurgente». Todo ese discurso fantasioso de amenazar al pueblo crédulo de los mitos eclesiásticos: el infierno, castigos divinos y con los sulfuros del diablo, sonaba como creemos que aún suena a cultos ridículos frente a la insurgente filosofía liberal inspirada filosofía de la libertad y derechos iguales para todos los hombres que tuvo como ejemplo la Revolución Francesa, que fue la puerta de salida hacia la ilustración del hombre y abandono del oscurantismo de la Edad Media creada, promovida y explotada por la jerarquía eclesiástica. En 1811 corrió sangre nicaragüense por la Independencia El Obispo Fray Nicolás García Jerez, asumió los cargos de Gobernador e Intendente de la provincia de Nicaragua, de acuerdo a un plan con el Capitán General José Bustamante. El Obispo pidió a los insurrectos deponer la violencia y enviar diputados a la Junta Gubernativa. Sin duda todo ello era una maniobra, una trampa para ganar tiempo, mientras las tropas del Capitán General se trasladaban a Nicaragua a dar cruel escarmiento. Los rebeldes granadinos se dejaron encantar con el discurso del Obispo, Gobernador e Intendente Nicolás García Jerez, le reconocían como máxima autoridad, pero lo único en que no cedieron fue en restituir a los españoles a sus posiciones de autoridad. El 12 de Abril de 1812, sorpresivamente y por la madrugada, un ejército superior a los mil soldados al mando del Sargento Mayor Pedro Gutiérrez, atacaron Granada. La sorpresa no lo fue tanto, los granadinos preventivamente tenían trincheras y barricadas en los puntos claves de la ciudad y una artillería de doce cañones. El combate se empeñó durante todo el día 12 de Abril. Hubo muertos por ambos bandos, mayor cantidad en las filas de los insurrectos, los heridos fueron incontables. No obstante Pedro Gutiérrez no logró tomarse Granada y se replegó a Masaya. Gutiérrez propuso un armisticio «para evitar más muertes», y les pidió la capitulación a los granadinos con la promesa de honor en nombre del Rey de España, del Capitán General y el suyo propio, que no habría represalias, pero también les pidió rendir las armas y entregar la ciudad. Los rebeldes capitularon creyendo en el honor y la sinceridad del Sargento Mayor Pedro Gutiérrez. El 28 de Abril de 1812 las tropas españolas ocuparon Granada. Al conocer el Capitán General José Bustamante los términos del armisticio, rechazó lo acordado entre Gutiérrez y los rebeldes, ordenando cumplir y hacer cumplir su decreto del 25 de Junio de 1811, que entre otras cosas autorizaba: «...cualquiera podía matar impunemnte a los insurgentes de Nicaragua. Los cabecillas debían ser confiscados y fusilados sumariamente y los subalternos diezmados, dándoles solamente los minutos necesarios para confesarse y comulgar para morir cristianamente». El Obispo García Jerez, con mucho contento exigió que se cumplieran las órdenes del Capitán General. Cientos de granadinos fueron pasados por las armas en una orgiástica masacre; los que fueron capturados, se mandaron encadenados prisioneros a Guatemala y después enviados a las prisiones de Cádiz, España. Diez años después, el 15 de Septiembre de 1821, se proclamó la primera declaración de la Independencia de Centroamérica. Era el fruto de la sangre nicaragüense y salvadoreña derramada en las luchas precursoras de esa Independencia.
Posted on: Sat, 14 Sep 2013 18:41:45 +0000
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