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ENCUENTRO CERCANO DEL TERCER TIPO Nada debería asombrarnos ya en esta época de la humanidad en que la ciencia y la tecnología avanzan a velocidades nunca vistas en la historia conocida de la raza humana. Y digo “conocida”, porque no existe prueba alguna de que seamos una especie única, en el sentido de que en los miles de millones de años que tiene el paneta no hayan existido antes, en tiempos remotísimos, especies y civilizaciones inteligentes, que desaparecieron por alguna razón. Permitiendo que el fenómeno de la evolución se repitiera varias veces a través de estos larguísimos períodos de tiempo, con resultados parecidos o quizá superiores a los actuales. Las elucubraciones sobre encuentros cercanos del tercer tipo, que pueblan la fantasía y la literatura de ciencia ficción, cada día se nos hacen más comunes. El término “encuentro cercano” es un sistema de clasificación que fue inventado por el astrónomo y ufólogo estadounidense Josef Allen Hynek (1910-1986). En 1972 apareció por primera vez "The UFO Experience: A Scientific Study", en dicha obra introdujo los tres tipos básicos de encuentros posibles. Hynek estableció una clasificación para este tipo de eventos, según la cual podían producirse encuentros de primer, segundo o tercer tipo. La clasificación original tipo Hynek señala lo siguiente. Encuentro cercano del primer tipo: Estos encuentros implican el avistamiento de objetos voladores no identificados. Estos pueden ser: Platillos o discos voladores (u objetos volantes de forma de "cigarro" o "habano", etc.), luces extrañas, u objetos aéreos que parecen ser demasiado avanzados como para proceder de tecnología humana. Encuentro cercano del segundo tipo: Observación de un OVNI, junto a evidencia física de su aterrizaje o, en su defecto, de efectos físicos sobre una superficie. Pueden ser: Calor o radiación, daños al terreno o a la vegetación, animales asustados, parálisis humana o interferencia a motores, a la recepción de las ondas hertzianas provenientes de transmisiones radiales o de televisión abierta. Un ejemplo claro pueden ser los famosos círculos en los cultivos aparecidos en gran parte del mundo, sobre todo en Gran Bretaña desde fines de los años 1980. Y el encuentro cercano del tercer tipo: “Es la observación de un OVNI junto a entidades biológicas, llamadas originalmente seres animados por Hynek. El escogió a propósito esa denominación relativamente vaga, evitando términos alternativos como "extraterrestres" o "alienígenas" y así no dar ninguna opinión personal no fundamentada acerca del origen o naturaleza de aquellos seres. Incluso Hynek escribió en su libro de 1972 que sentía disgusto por ese tipo de informes, pero que sin embargo sentía la obligación científica de incluirlos, ya que, si bien representaban una (pequeña) minoría de los encuentros alegados con OVNIs, se trataba de un porcentaje mensurable de ellos”, según información de la página de Wikipedia sobre el tópico “encuentro cercano”. ¿Cierto o falso? No tiene ninguna importancia. Los medios televisivos abundan en toda clase de versiones, unas pacíficas y alegres, otras aterradoras y sangrientas, pues existe una obsesión tremenda con el tema. Pero tras el hecho de que fuera cierto (como sinceramente creo) que debe existir vida inteligente en diversas partes del universo, y que desearan comunicarse con nosotros, (lo que es una presunción vanidosa, el creer que somos lo suficientemente importantes para que alguien quiera establecer alguna comunicación con esta especie violenta, irracional, soberbia, presuntuosa y malévola) las consecuencias para nuestras concepciones como seres humanos serían incalculables. Aceptemos, por un momento, que a pesar de nuestra insignificancia dentro del universo, alguna civilización extraterrestre se contactara con nosotros, y realicemos las siguientes preguntas: ¿Dónde y con quien se manifestarían y comunicarían? ¿Serían en plan pacífico y enriquecedor o violento y destructivo? ¿Cómo reaccionaríamos los habitantes de este planeta? Estas primeras tres preguntas merecen una respuesta integrada: ¡nada es posible ni probable! Sin embargo, la lógica nos indica que si el contacto fuera pacífico es probable que se llevara a cabo de manera que las autoridades elegidas para gobernar los países serían las contactadas; y si no lo fuera, ¡sálvese el que pueda! Y finalmente, cómo reaccionaríamos, ni siquiera podemos imaginárnoslo, todo dependería de la educación y el nivel cultural de las poblaciones. Y lo digo porque en muchos rastros arqueológicos de culturas antiguas aparecen algunos signos que parecen señalar contactos cercanos del tercer tipo, y que los pobladores de esas épocas los calificaron como dioses, ángeles, apariciones milagrosas (las más cercanas) y cosas así. Luego nos preguntaríamos otras cosas como: ¿En qué quedarían nuestras creencias políticas, filosóficas y religiosas? ¿Nuestra concepción de la humanidad, nuestras miserias como especie; violenta, egoísta, explotadora de los unos con los otros, en una palabra, “primitiva”? Nada podemos aventurar sobre esto, todo dependerá de lo que nos digan “los visitantes”. Supongamos que son civilizados y más evolucionados que nosotros, porque para poder viajar las distancias estelares hay que poseer una tecnología muy avanzada, pero nuestras concepciones políticas, filosóficas y religiosas podrían ser absolutamente primitivas, sobre todo las religiosas. ¡Y cuidado, estoy hablando de religiosas, no de la concepción mental de un creador único y supremo del universo! Los títulos, los honores, los reconocimientos, la alcurnia, los premios, nada tendría ya importancia alguna. Y pensar que nos morimos por ellos en nuestra pequeñez. Y como concebimos que su ciencia y su tecnología serían superiores a las nuestras, igualmente sólo por el hecho de poder viajar distancias interestelares, ¿En qué quedaríamos con relación a los que sabemos frente a conocimientos enormemente más amplios que los nuestros? ¿Caerían por el suelo nuestras presunciones sobre biología y sus derivados como la clonación, fabricación de órganos el laboratorio, regeneración de tejidos, combate a enfermedades, etc. etc.? ¿Y sobre física, astronomía y mil cosas más? Todo es posible, pero lo que es cierto es que nuestra insignificancia quedaría tan patente y tan evidente que quizá aprendamos que nuestra soberbia es lo más ridículo que tenemos. Ahora imagínese Usted lo absurdo que resultaría la vanagloria por poseer dinero y bienes de fortuna, belleza física, posiciones sociales o políticamente encumbradas, una educación o formación superior al promedio, y así muchas cosas más que son objeto de la estúpida vanidad que aqueja a los seres humanos. Lo único importante sería la aceptación de que la creación del universo es más amplia, diversa y compleja de lo que jamás podríamos imaginar con nuestras limitadas capacidades. Ante un evento de semejante magnitud no nos quedaría más que aceptar nuestra insignificancia, nuestra ignorancia, desterrar de nuestras vidas la soberbia, la hipocresía, la vanidad, la mentira, al reconocer que no somos ni siquiera una brizna de polvo en la inmensidad del universo. ¡Cuánto bien le haría reflexionar sobre este asunto a gobernantes, políticos, autoridades eclesiásticas y a todo aquel que vive de la mentira y la manipulación!
Posted on: Sat, 31 Aug 2013 04:39:57 +0000

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