ENTREGA 10 (Novela) Y con una sonrisa en sus labios - TopicsExpress



          

ENTREGA 10 (Novela) Y con una sonrisa en sus labios amablemente espetó: Soy Helen, tu cita, ¿estás preparado? ¿En serio? – se me escapó sin querer –. Perdona…– no podía vocalizar correctamente –, pero…, si…, si mi cita se llama Natalie. ¿Cómo? Pero si te llamé hace tres semanas y aceptaste mi invitación – por su tono de voz denotaba preocupación. Perdona que te diga... y para nada quisiera ser insolente, yo he quedado con una chica que se llama Natalie que cuando la conocí llevaba un clavel amarillo cerca del pecho – reivindicándole diplomáticamente que de ninguna manera podía haberse citado conmigo. Lo siento, pero quien se equivoca eres tú. La chica del clavel amarillo era yo y bailamos Like a Prayer de Madonna. Recuerdo perfectamente que dijiste que mi mirada era muy especial – contestó defendiendo con fuerza su posición. Un escalofrío intenso me recorrió y quedé pálido sin poder soltar palabra. ¿Te ocurre algo? – preguntó Helen. No, no…, andaba confundido con el nombre, pero, ahora que lo dices, me acuerdo perfectamente de ti y de nuestro baile. No quise que se diera cuenta que me sentía avergonzado de ella. En el baile estuviste imitando a Madonna – aunque mi inconsciente quiso decir: imitando a Moby Dick. A mi me ocurría de todo. La sensación de impotencia aumentaba por segundos y poco podía hacer para frenar el curso de los acontecimientos. Y busqué a Jou. No muy lejos se le podía ver riéndose a carcajadas por mi enorme imaginación. De pronto, cogió el jersey del coche para traérmelo y en tono medio en serio, medio en broma, me dijo: Actúa como un hombre y siéntete orgulloso de tu cita. ¿Debería, Jou? – le pregunté con cara de desenfado. Por supuesto. Piensa que a ella le hace mucha ilusión – dijo medio burlándose a sabiendas de que su sentido del humor me disgustaba enormemente. Tardé 10 minutos en reaccionar y regresar a la tierra. Pensé que me esperaba el peor día de mi vida, pero en absoluto fue así… ¿Lo tienes todo? – preguntó Helen un poco más alegre. Debemos irnos de inmediato. Si no, llegaremos tarde. Sí, ya lo tengo todo – menos el humor, pensé. Acto seguido, Helen me llevó a comer al Blooms Heights, un restaurante de aire europeo cerca del campo de golf de la localidad de Bloomsburg. En su interior nos esperaba Heidi, su amiga suiza de proporciones semejantes a las suyas. Heidi había invitado a la fiesta a un conocido mío, el bueno de Bernardo, un estudiante portugués de Oporto. Bernardo era distinguido, educado, e incapaz de decir no a nadie. Por suerte, el bloqueo por aquel cambio inesperado ya se me había pasado, pero era consciente que los problemas acababan de empezar. Y mientras esperábamos a Bernardo, Heidi nos iba contando algunas de sus cosas… Soy muy feliz..., pues la cita de hoy ¡es mi primera cita de verdad! – exclamó de júbilo –. Una vez un flacucho de Wangs – donde ella vivía en Suiza –, me invitó a patinar sobre hielo, pero un día antes tuvo un esguince en el tobillo jugando a baloncesto y nuestro encuentro jamás se convirtió en realidad. Qué mala suerte. ¡Mirad, allí llega Bernardo! – lo exclamé enérgicamente, pues vi en él a una especie de salvador, en verdad quise decir “por fin” pero en aquel momento no me atreví. La excusa que dio Bernardo por su retraso no pareció muy convincente. El hecho de estar a solas con Heidi le daba un pánico terrible. Se le notaba desencajado, sus movimientos eran lentos y por su tono, daba la sensación que en cualquier momento podría escurrirse. Pronto reemprendimos la conversación…
Posted on: Fri, 15 Nov 2013 15:31:08 +0000

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