‘ENVÍA TU PAN SOBRE LAS AGUAS’ En el verano de 1934, unos - TopicsExpress



          

‘ENVÍA TU PAN SOBRE LAS AGUAS’ En el verano de 1934, unos precursores dejaron cuatro folletos a una mujer cerca de Rotterdam. Aquel mismo día su hijo Jan los encontró sobre la mesa cuando regresó de jugar un partido de fútbol. Aunque sus padres eran muy devotos de su religión, Jan estaba perdiendo el interés en ella. Hasta había empezado a interesarse en el comunismo. Pero cuando leyó aquellos folletos se dio cuenta de que contenían la verdad. Los precursores no regresaron. En aquellos días se aplicaba el siguiente principio a la obra de predicar: “Envía tu pan sobre la superficie de las aguas, pues con el transcurso de muchos días lo hallarás otra vez”. (Ecl. 11:1.) Ellos esparcían generosamente el mensaje del Reino, aunque no veían los resultados inmediatamente. Pero Jan no esperó “muchos días” para actuar en armonía con lo que estaba aprendiendo. Hablaba a todos los que estuvieran dispuestos a escucharle. Su novia se le unió en la obra de predicar y todavía continúan sirviendo juntos a Jehová. En Groningen, al norte, Ferdinand Holtorf recibió una notificación de la oficina sucursal en la que se le decía que debía ponerse en contacto con cierto hombre que vivía en la zona rural y que había estado pidiendo grandes cantidades de folletos para colocar. Después de una búsqueda concienzuda, Tjeerd de Bruijn fue localizado. Resulta que hacía un año que había obtenido tres folletos de la propia esposa de Ferdinand, pero luego se trasladó. Se sintió impelido a compartir con otros las maravillosas verdades que había aprendido. Tjeerd trabajaba duro en un dique, y además tenía que viajar en bicicleta dos horas para llegar a su trabajo y otras dos para regresar por la noche. También tenía trabajo que hacer en el huerto cuando regresaba a su hogar. Pero el aprecio que sentía por la verdad le motivó a unirse a Ferdinand en la obra de predicar, una vez terminado su trabajo, a veces hasta la medianoche. Para poder testificar eficazmente, particularmente en las zonas rurales donde la Iglesia Reformada Calvinista tenía mucho poder, los precursores tenían que dar especial atención a su vestimenta. Estas personas consideraban que era una gran virtud el vestirse de negro, y creían que la vestimenta debería cubrir el cuerpo tanto como fuera posible. El estilo de vestir al que estaban acostumbradas las precursoras de Alemania no era muy apreciado por esas personas. A menudo se las rechazaba con observaciones tales como: “¿Van a enseñarnos a nosotros algo de Dios con esa ropa de colores claros, medias y el pelo corto?”. Pero las precursoras se dieron cuenta de que Jopie de Jong, un precursor de la localidad que antes pertenecía a la Iglesia Reformada Calvinista, y que los entendía, tenía mucho éxito. Sí, pero él llevaba unos buenos pantalones de rayas y un distinguido bombín cuando estaba en el servicio del campo. De modo que ellas empezaron a vestir de una manera que fuese más aceptable para el público. LAS DIFICULTADES NO IMPIDEN EL DESARROLLO DE LA OBRA Los precursores no rehuían una vida de dificultades. Durante períodos especiales de testificar no era raro que dedicaran hasta cien horas a la semana al ministerio del campo. A finales de la primavera y a principios del otoño empezaban a testificar en las zonas rurales a las siete de la mañana y desayunaban por el camino sin detenerse. En lugar de parar para comer al mediodía, tomaban algo mientras iban de una casa a otra. Finalmente, a las nueve de la noche se dirigían a casa después de catorce horas de predicación. Era bastante corriente distribuir 400 y hasta 800 folletos durante una de tales semanas. Pero la situación económica del país empeoró a mediados de los años treinta. Había mucho desempleo, y era más difícil que las personas pudieran dar una contribución por la literatura. Los sucesos que ocurrían en Alemania también tenían su efecto, aunque al principio solo de manera indirecta. Cuando Arthur Winkler y su esposa, Käthe, cruzaron la frontera de Alemania para servir de precursores en los Países Bajos, llevaron informes de los horrores de los campos de concentración. Esto hizo que los hermanos holandeses pensaran seriamente en la posibilidad de que ellos también pudiesen experimentar algún día tales pruebas. Las autoridades holandesas iban con mucho cuidado para no ofender a Adolfo Hitler. En octubre de 1934, cuando los Testigos de cincuenta países enviaron telegramas protestando por el trato inhumano al que Hitler sometía a los testigos de Jehová en Alemania, muchos oficiales de correos de los Países Bajos rehusaron aceptarlos. Sin embargo, las personas siguieron abrazando la verdad y algunas llegaron a ser verdaderas columnas espirituales. TESTIFICACIÓN DENODADA CON FONÓGRAFOS Pronto se introdujo otro instrumento en la obra de predicar: el fonógrafo. Todos los publicadores estaban ansiosos por utilizarlo. Kasper Keim, un precursor alemán que trabajaba en Enschede en 1938, estaba contento de tener un “Aarón” que hablara por él, pues era “lento de boca y lento de lengua” al intentar hablar holandés. (Compárese con Éxodo 4:10, 14-16.) Le pidió consejo a la hermana Albrecht en cuanto a cómo presentar a su “Aarón”, y ella le sugirió: “Cuando llegues a una puerta, preguntas a la persona que te abra: ‘Señora, o señor, ¿dispone de cinco minutos?’. Si dice que sí, entonces pones los discos”. A la mañana siguiente, Kasper tocó lleno de confianza el primer timbre. Salió una señora y él le dijo con determinación: “¡Señora, dispone de cinco minutos!”. En cada puerta, los asombrados amos de casa simplemente se quedaban allí y escuchaban. A pesar de la difícil situación económica, los publicadores querían tener sus fonógrafos. En la parte norte del país, Tjeerd de Bruijn enseguida vendió su cabra para poder comprar un fonógrafo. Entonces esperaba en la puerta de la iglesia y obsequiaba a los feligreses con otro sermón a medida que salían. En Soest, la hermana J. de Bree iba con su fonógrafo a algún cruce de calles concurrido, lo colocaba en el suelo y ponía los discos, muchas veces ante un auditorio de hasta treinta personas. Cuando los precursores que trabajaban fuera de Deventer testificaban en los puertos situados a lo largo del río IJssel, se detenían para comer al mediodía donde sabían que se reunían grupos de personas. Mientras comían, ponían los discos para que otros los pudieran oír. A veces hasta veinticinco personas escuchaban y luego hacían preguntas. También se empezó a utilizar un automóvil, especialmente construido para servir de vivienda, con un altavoz retráctil. De modo que la actividad de predicar siguió hacia delante cada vez con más intensidad.
Posted on: Wed, 14 Aug 2013 00:50:11 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015