EPÍLOGO A comienzos del siglo veinte, llegó por primera - TopicsExpress



          

EPÍLOGO A comienzos del siglo veinte, llegó por primera vez al poder un Presidente progresista, con sentido de empresa, desarrollista y de conciencia social, que transformó al Perú de un feudo de la vieja oligarquía civilista –heredera de los privilegios históricos de la Colonia– en un país moderno al que, gobernando con la clase media y provinciana, sacó del letargo pesimista en que lo había sumido la derrota del 79, le dio las fronteras de las que cien años después de su independencia aún carecía y, mediante una gigantesca obra de construcción, modernización y desarrollo, sentó las bases del Perú de hoy y lo impulsó hacia la prosperidad y el progreso. A su caída, la oligarquía –dueña nuevamente del poder y sedienta de venganza– organizó una campaña mediática de difamación del Presidente depuesto, apoyada por el régimen de terror que impuso el nuevo gobierno y que costó la libertad o la vida a miles de peruanos presos, torturados, desterrados o fusilados. Pero para que esa campaña de denigración y demolición tuviera efecto, era necesario acallar a Leguía e impedir que se defendiera y revelara los secretos de sus enemigos que habían aflorado en el saqueo de su casa de Pando. Y, en consecuencia, sin que mediara diligencia ni fallo judicial alguno, el anciano ex Presidente fue encarcelado e incomunicado en una tétrica celda en condiciones infrahumanas. Pero cuando el pueblo empezó a reaccionar frente a los excesos del odio y la violencia y a expresar solidaridad con el ex mandatario tan cruelmente torturado, la oligarquía decidió borrar su recuerdo de la memoria nacional y decretó para ello su muerte civil. La lapidaria losa de silencio y olvido que cubre desde entonces el nombre y la obra de Leguía va a durar hasta hoy, 81 años después, y a mantener en la ignorancia y el prejuicio sobre Leguía a cuatro generaciones de peruanos, privados de la información veraz y transparente que les permitiera formular sus propios juicios, imponiéndoles, en cambio, una leyenda negra amañada en su favor por la oligarquía para preservar su poder y sus privilegios. La conspiración mediática utilizó la intimidación, el amedrentamiento y la coacción contra quienes intentaban desviarse de su versión manipulada y ofrecer un testimonio auténtico y veraz. Pero poco a poco los nuevos historiadores van escapando de ese control inquisitorial, rechazando sus moldes y liberándose de sus yugos políticos, sociales o económicos. Este libro pretende corresponder a esos esfuerzos por restituir la verdad y destruir la mixtificación y la mentira, para que los peruanos puedan contemplar sin tapujos, restricciones ni distorsiones el horizonte de su propia historia. El Perú y los peruanos de hoy tenemos por delante una alternativa histórica: seguir acatando sumisamente el veto que la oligarquía civilista impuso have ochentiún años al nombre y la obra de Leguía por haber escogido la causa del pueblo, o reivindicarlo, incorporándolo a la memoria y la historia del país, sepultando los odios y las venganzas del pasado, y reuniéndolo con los otros grandes protagonistas de la construcción de la Patria. El Perú debe al "mejor Presidente peruano del siglo veinte" poner fin a su infame muerte civil y restituirlo al mismo nivel que sus demás compatriotas. Solo a ellos corresponde –luego de conocer la historia oculta de su vida, su obra y su martirio– el derecho de juzgar su legado y de definir su lugar en la historia.
Posted on: Sat, 31 Aug 2013 02:50:34 +0000

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