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ESPERANDO UN PEARL HARBOUR El ataque a Irán puede no depender de Obama Es poco probable que el presidente Barack Obama tenga la intención de ir a las urnas en noviembre con USA en el medio de una nueva guerra que, aparte, promete ser una de las calientes. Sin embargo, existe el peligro creciente de que los acontecimientos podrían conspirar de manera tal que la decisión la tomen por él. 17/01/2012 | 10:08 Imprimir Disminuir tamaño texto Aumentar tamaño texto Comentar Noticia Enviar por e-mail Share on facebook Share on myspace Share on google Share on twitter El ataque a Irán puede no depender de Obama La Guerra de Irán puede no estar en manos de Obama. Ver más imágenes» CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Es poco probable que el presidente Barack Obama tenga la intención de ir a las urnas en noviembre con USA en el medio de una nueva guerra que, aparte, promete ser una de las calientes. Sin embargo, existe el peligro creciente de que los acontecimientos podrían conspirar de manera tal que la decisión la tomen por él, publica Time. El Wall Street Journal informó el viernes pasado (13/01) que "los líderes en el área de la defensa de USA se muestran cada vez más preocupados por un Israel que se prepara para emprender una acción militar contra Irán, pese a las objeciones de USA y han intensificado los planes de contingencia para salvaguardar las instalaciones de USA en la región en caso de conflicto". Además de la planificación por la contingencia de ser arrastrado a una guerra iniciada por Israel, el WSJ informó que funcionarios de la administración, del presidente Obama para abajo, han instado a sus homólogos israelíes a que se abstengan de emprender acciones militares unilaterales. La respuesta de Israel, dice el diario, “no se comprometía”. De hecho, el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Martin Dempsey, tiene previsto visitar Israel este jueves (19/01) con el propósito, de acuerdo con los informes israelíes, de averiguar las intenciones de Israel. Los iraníes probablemente responsabilicen de cualquier acción militar israelí a USA, y cualquier represalia en contra de los activos de USA (o incluso ataques a Israel) pueden inducir a Washington a escalar la confrontación con el fin de desactivar la capacidad militar de Irán y, tal vez, asestar un duro golpe a su programa nuclear en el proceso. Los líderes de Israel ciertamente preferirían que sea USA quien haga el trabajo sucio, ya que su capacidad para sostener un asalto aéreo contra Irán es mucho mayor que la de Israel. Pero los líderes israelíes han advertido que si Washington no detiene el progreso nuclear de Irán, esta podría verse obligada a adoptar medidas militares. Los medios de comunicación israelíes informaron este domingo (15/01) que se suspendía un masivo ejercicio militar conjunto entre israelíes y estadounidenses que debía simular la respuesta ante un ataque con misiles de Irán sobre Israel por deseos de Washington de bajar la tensión que se ha acumulado con Teherán en las últimas semanas. Contener a Israel de sus intenciones de lanzarse a la acción unilateral por medio de la imposición de sanciones y cada vez mayor presión ha sido un tema dominante de la política del gobierno de Obama frente a Irán. Funcionarios de la administración actual y anterior han dicho que el presidente Obama tomaría acciones militares si otros métodos para detener a Irán en sus ambiciones de construir una bomba nuclear fracasan, si bien la evaluación de la inteligencia de USA concluye que Irán no ha decidido aún, mucho menos iniciado, la construcción de armas nucleares a pesar de adquirir cada vez mas medios para hacerlo. Sin embargo, ni el rol de "policía malo" que ejerce Israel con sus amenazas de intervención militar ni el de "policía bueno" que encarna Washington con sus sanciones han cambiado los cálculos de Irán, y el programa nuclear continúa su marcha. La semana pasada, la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que Irán había comenzado a enriquecer uranio al 20% en su planta de Fordo, cerca de Qom, una planta construida en secreto y diseñada para fabricar combustible nuclear más allá del alcance de los ataques aéreos. La última ronda de sanciones, cuyo objetivo es detener la venta de petróleo de Irán y la importación de gasolina, está siendo tratada por los iraníes como una señal de que USA y sus aliados están tratando de derrocar al régimen clerical -una valoración que los hace más propensos a buscar un arma nuclear disuasiva y con menos probabilidades de acordar soluciones. Su respuesta parece ser también aumentar las presiones. El Washington Post causó un gran revuelo la semana pasada cuando informó que un "alto funcionario de inteligencia de USA" declaró que el objetivo de las nuevas sanciones es, de hecho, derrocar al régimen de Teherán. El diario rápidamente se corrigió -probablemente después de que sonasen las campanas de alarma en una Administración que no puede permitirse el lujo de mostrarse presionando para un cambio de régimen, ya sea por los iraníes con los que puede estar tratando de negociar, o por los europeos y otros aliados, a quienes quiere sumar en la imposición de sanciones. En la versión revisada, se dijo que el fin de las sanciones era "crear odio y descontento en la calle para que los dirigentes iraníes se dan cuenta de que necesitan cambiar sus métodos". La diferencia, por supuesto, puede ser tan sutil que puede tener poco significado práctico: El informe deja claro que las sanciones están dirigidas específicamente a socavar el bienestar de los iraníes comunes y corrientes, con la esperanza de que dirijan el enojo resultante a su gobierno. Esencialmente es una repetición de la estrategia utilizada por Israel en el bloqueo de Gaza con la esperanza de que la presión económica a la ciudadanía diese como resultado el derrocamiento de Hamas. La estrategia de bloqueo de Israel en Gaza no funcionó, por supuesto, y la esperanza de que apretando a los iraníes comunes y corrientes para que derroquen a su régimen o lo fuercen a cambiar su rumbo puede ser un tanto extravagante. Escribe Hooman Majd: "el pueblo iraní, desde un verdulero a los estudiantes universitarios, aún resentidos con su gobierno, siguen considerando que la cuestión nuclear es un tema nacional... Así que la sanción al Banco Central de Irán y embargar el petróleo iraní, las tácticas que la Casa Blanca puede estar utilizando como una forma de evitar tener que tomar la decisión de ir a la guerra, ni van a cambiar las mentes en Teherán, ni harán nada distinto a traerle mayor dolor a los iraníes comunes y corrientes. Y hacerles la vida difícil a ellos no ha probado, hasta el momento, tener potencialidad de derrocar al régimen autocrático como algunos podrían haber esperado en Washington o en Londres". El presidente Obama parece tener poco que decir sobre si Israel atacará o no a Irán. Pero también tienen menos control sobre la política de USA referente a las sanciones que lo que le gustaría. El mes pasado, las sanciones que efectivamente le bloquearon el comercio internacional a Irán imponiéndole sanciones a las empresas de terceros países que hacen negocios con el banco central de Teherán, fueron aprobadas por una abrumadora mayoría en ambas cámaras del Congreso -a pesar del recelo de la Administración Obama-. El propósito de esas sanciones, que habitualmente se describen como "estrechando el cerco" por parte de funcionarios del Departamento de Estado, es estrangular la economía iraní. En un año electoral, un Obama mostrándose débil en relación a Irán es la pieza central del debate republicano en lo que respecta a política exterior. Y con los demócratas del Congreso mucho más duros con el tema que la propia Casa Blanca, existe el riesgo de que poner el freno a una política de sanciones que Irán entiende como similar a una declaración de guerra implique un alto costo político para el presidente. Y si las sanciones y los ataques aéreos israelíes -2 posibles factores desencadenantes de la guerra- no están bajo el óptimo control de la Casa Blanca, menos se puede decir sobre la guerra encubierta contra Irán, que podría también podría provocar hostilidades a todo vapor. La comprensión de que las opciones de la Administración se están reduciendo por las acciones de los demás puede comprobarse con la vehemencia con la que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, condenó la semana pasada el asesinato de un científico nuclear iraní en Teherán. La suposición general, tanto en Teherán y en las capitales occidentales, es que Israel está detrás del ataque -una sospecha reforzada por la respuesta israelí que ha alentado ese accionar, sin adjudicárselo o haber negado su responsabilidad-. Aún más alarmante, de ser ciertas, fueron las afirmaciones hechas en la revista Foreign Policy por el analista militar Mark Perry la semana pasada, alegando que una evaluación interna de la CIA concluyó que agentes del Mossad israelí se hacían pasar por agentes de la CIA para reclutar miembros de un grupo yihadista sunita para realizar operaciones en Irán. Un funcionario anónimo israelí desestimó a Haaretz la acusación tildándola de "un disparate absoluto". En primer lugar, entre los que podría tomar la decisión de iniciar una guerra sin la intervención de Obama, por supuesto, son los iraníes. "No deberíamos sorprendernos de que un país enfrentado a una guerra económica le recuerde al mundo que también puede crear daño", advierte el especialista en Irán ex asesor del Consejo de Seguridad Nacional, Gary Sick. "Irán no puede cerrar el estrecho de Ormuz por un período prolongado de tiempo, pero es capaz de impedir el tráfico de petróleo por el Golfo Pérsico durante muchos meses. La pérdida de sus propias exportaciones de petróleo sería el detonante de dicha acción, lo que haría subir el precio del petróleo a niveles imprevisibles y ampliaría el riesgo de una guerra regional" (Otros analistas sugieren que el cierre del estrecho puede ser la carta de Irán para el triunfo, que mantendría en reserva para cuando sea objeto de ataques militares, y en su lugar podrían buscar otros métodos de presión como represalia a las sanciones). El secretario de Defensa, Leon Panetta, ha advertido en repetidas ocasiones a Irán que el cierre del Estrecho, a través del cual pasa el 40% del tráfico mundial del petróleo, es una "línea roja" que no debe pasarse si se quiere evitar una respuesta militar. The New York Times, informó el viernes (13/01) que USA había utilizado un canal secreto para enviar el mismo mensaje a líder supremo de Irán, Ayatolá Ali Jamenei. Pero si el mensaje es simplemente que Irán se rinda y vea cómo Occidente lo ahoga económicamente de nada servirá. La pregunta clave es si estos "canales secretos" se están utilizando para comunicar algo, además de amenazas. Hasta ahora, las conversaciones diplomáticas entre la Administración e Irán se han mantenido en tono de ultimátum, con ninguna de las partes mostrando señales positivas o conciliatorias. Turquía parece haber negociado una nueva ronda de conversaciones entre Irán y las potencias occidentales, sumándole a Rusia y a China. Irán ha accedido a recibir una nueva delegación de inspectores de la AIEA (además de aquellos que de forma permanente hacen el seguimiento de las actividades de enriquecimiento en Irán), aunque el grado de cooperación de Teherán tiene previsto ofrecer aún está por verse. "El problema central es que se está en un juego diplomático de suma cero y cada parte se mueve de manera intrínsecamente de doble rasero y por lo tanto sujeta a las interpretaciones más malignas", advierte Shashank Joshi, analista del Instituto Real de Servicios Unidos de Gran Bretaña. "El enriquecimiento es visto como sinónimo de militarización, y las sanciones son vistos como el equivalente a un cambio de régimen. Al mismo tiempo, Teherán ha negociado en evidente mala fe, si bien USA también ha mostrado poca disposición a tomar riesgos u ofrecer zanahorias en vez de palos”. La política interna de cada lado de la mesa también influye en la confianza de los demás. Encontrar una vía diplomática a la crisis se ha convertido en algo cada vez más urgente para los ojos de muchos en Washington -donde el mismo complejo industrial-militar de USA cree que un enfrentamiento militar hará más mal que bien, y en el mejor de los casos retrasará el progreso de Irán, pero hará más probable la carrera armamentística. Pero es poco probable que las soluciones diplomáticas que requieran compromisos sean del agrado de las voces más duras, y para llegar allí se requiere un largo proceso de conversaciones y el fomento de la confianza necesaria para evitar una confrontación más dura. Para los halcones pesimistas -los que creen que la acción militar es inevitable, y necesaria, a menos que Irán muestre bandera blanca con su programa nuclear- exprimir a Irán hasta el punto de llevarlo a iniciar hostilidades no es necesariamente un fracaso de la política. Ante la pregunta de la columnista de Yahoo, Laura Rozen, Patrick Clawson del Instituto Washington para la Política del Cercano Oriente explicó: "Creo que vamos camino a la confrontación". "El objetivo es el mismo del principio: si ponemos presión sobre el régimen, los iraníes lo terminarán derrocando". Si hay que luchar, explicó, es preferible que sea en respuesta a Irán y no como agresores. Terminó con una analogía: "Fue mejor entrar en la Segunda Guerra Mundial después de Pearl Harbor que antes”. Pero Pearl Harbor, por supuesto, permitió al presidente Roosevelt entrar en una guerra en la que quería entrar. Sin embargo, aquí Obama, por lo menos por ahora, quiere evitar la guerra. Hay que ver si lo dejan.
Posted on: Tue, 16 Jul 2013 20:05:00 +0000

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