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ESTO APARECIÓ HOY 8 DE SETIEMBRE EN ÚLTIMA HORA. LO ESCRIBIÓ GUIDO RODRIGUEZ ALCALÁ. Domingo 8 de septiembre de 2013 INTERTEXTUALIDAD Y PLAGIO Guido Rodríguez Alcalá En octubre será el juicio oral y público de Nelson Aguilera por el delito de intertextualidad, que la acusación identifica con el plagio. Sin embargo, en julio de 1991, la Universidad del Norte de Asunción auspició un congreso literario internacional sobre la intertextualidad; sus ponencias, de alto nivel, se publicaron en el libro Literatura como Intertextualidad (Buenos Aires: Vinciguerra, 1993). Y así nos encontramos con que, después de haberla tolerado, la justicia paraguaya proscribe la intertextualidad, lo cual sienta un precedente inquietante. Pero, ¿qué es intertextualidad? Una manera sencilla de explicarla es dar un ejemplo, como el siguiente. El soneto de Francisco de Quevedo titulado “A la memoria del duque de Osuna”, dice en su octavo verso: “y su epitafio la sangrienta luna”. Los tres últimos versos del soneto de Jorge Luis Borges “A un viejo”, son los siguientes: “Bajas y sigues caminando triste, / sin recordar el verso que escribiste: / y su epitafio la sangrienta luna”. Obviamente, el último verso de Borges es el octavo de Quevedo. ¿Plagio? No. Borges no estaba loco para tratar de hacer pasar como suyo algo robado al famoso autor del Siglo de Oro español; lo hubieran descubierto y reprobado con la mayor dureza. Si nadie lo hizo fue porque, en los círculos literarios, se comprendía la intención del gran poeta argentino. ¿Para qué insertó Borges esa línea ajena? Para permitirnos comprender el sentido del poema dedicado a Quevedo, cuyo nombre no aparece en ninguno de los catorce versos de “A un viejo”. El titulo tampoco explica mucho y solo con la cita, que no va entre comillas, podemos comprender de quién se trata. Este es un ejemplo de intertextualidad, que en opinión del literato francés Michael Rifaterre implica “uno o más textos que el lector debe conocer para poder entender un trabajo de literatura en términos de su significado completo”. Mientras que el plagio pretende hacer pasar como propio un texto ajeno, la intertextualidad es una referencia, no una usurpación del texto ajeno. Borges adoptó una práctica frecuente en grandes escritores de la primera mitad del siglo XX: T. S. Eliot, Ezra Pound, James Joyce y Rainer Maria Rilke, nunca procesados por plagio en sus respectivos países. Sobre el punto, cualquier magistrado puede informarse en Internet, donde está lo básico; lo demás se lo pueden preguntar a personas con algún conocimiento literario, en vez de recurrir a un perito contable, como ha sido el caso. Para terminar con esta querella innecesaria, lo que se debe hacer es utilizar uno de los muchos programas creados para detectar plagios: poniendo los dos textos en cuestión en la computadora, esta se encarga de resaltar en rojo las líneas iguales. Es un procedimiento muy simple y que debe emplearse aquí. Espero que por última vez, porque nos irá muy mal si cualquier disputa literaria se deja en manos de los funcionarios públicos. Ya los romanos decían: el emperador no está por encima de los gramáticos; entiéndase, en cuestiones reservadas a los entendidos, no debe intervenir el Gobierno.
Posted on: Sun, 08 Sep 2013 23:34:51 +0000

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