ESTO DE LUCHAR La mayoría de las luchas, las quijotescas en especial, tienen ese no sé qué de convicciones totales, de fundamentos y argumentos indestructibles, irrebatibles, tienen esos apoyos y estímulos incondicionales, aunque casi siempre bajo el modo de apoyo moral. Esas luchas, de David contra Goliat, heroicas y epopéyicas, de buen semblante e intenciones auguran, por lo general, el triunfo del bien sobre el mal, de la luz sobre las tinieblas, del abusado sobre el abusador. Algo así debe suceder cuando se lucha por los derechos, y digo Derechos, como esos de las rimbombantes declaraciones que aseguran la vida, la libertad de pensamiento, la libre circulación, la educación, la salud, etc. Y cuando se lucha por ello vamos con todo y contra todo; con toda la convicción de que la justicia nos ampara y contra todos los molinos que se nos pongan por delante. Pero suele suceder, que los molinos nunca dejan de existir, por más molinos que derribes siempre habrá más molinos, más Goliat, como espejismo de nunca acabar. Y no valen las razones ni argumentaciones, no vale estar del lado de lo justo o del bien. Al final de la batalla, heridos volvemos a los cuarteles de la resignación. Y siempre es así, ¿siempre ha sido así? Creo que sí, sobre todo cuando el botín nunca es de todos o de nadie, si no de alguien, que no lo suelta, que no lo presta, que no lo com-parte. Pero a pesar de la resignación nos refugiamos en nuestra propia razón y moral, que nos sana las heridas y reconforta el agotamiento, que nos prepara para otras luchas, contra otros molinos, otros Goliat, o será que esos molinos y Goliat somos nosotros mismos y no nos dimos cuenta?
Posted on: Sun, 22 Sep 2013 22:16:56 +0000
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