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ESTO REALMENTE NO LO PENSÉ YO, PERO LO AGRADEZCO, NO SOLO POR MI SINO POR MI PADRE QUE ES EL PROTAGONISTA DE MI VIDA Y DE MI DOCUMENTAL. Una vida en 10 minutos y 35 segundos Lunes, Enero 14, 2013 | Por Roberto Jesús Quiñones Haces GUANTÁNAMO, Cuba, enero, cubanet.org -Cuando terminé de ver “Usufructo”, documental realizado por Eliecer Jiménez Almeida, sentí tristeza y, a la vez, un extraño deseo de abrazar a Heriberto Jiménez Capote, campesino de 64 años que protagoniza el film realizado en el 2011, y quien desde los 8 años ha estado trabajando la tierra en una zona de Vertientes, provincia de Camagüey. Tristeza porque el documental es una prueba de cómo la nefasta política agraria practicada hasta ahora en el país sumió a una familia campesina, próspera antes de 1959, en la más hiriente pobreza. En 1963 Heriberto tenía 16 años de edad y el gobierno revolucionario dictó la Segunda Ley de Reforma Agraria e intervino las nueve caballerías de tierra propiedad de su padre. Cuando se realizó el documental Heriberto y su familia ya no eran propietarios sino usufructuarios de una caballería de tierra con una deuda de cincuenta mil pesos con el banco. Esa información basta para intuir que desde 1963 hasta la fecha de la factura del documental la vida de Heriberto y su familia no fue nada fácil. Narrado en un montaje donde la imagen alterna con textos que recogen frases del protagonista, “Usufructo” sugiere más de lo que dice y, aunque sus imágenes bastan para calar el drama de Heriberto y su familia, los brevísimos textos que alternan con ellas nos comunican la sabiduría del protagonista y complementan el trabajo de la cámara. Un límpido chirriar de grillos unido al croar de las ranas, una toma del sol naciente y un goteante colador de café nos adentran en la faena cotidiana de Heriberto, quien aparece al inicio del documental mientras ordeña una vaca. A continuación vemos como se desplaza sobre su yegua con la botija de leche y luego aparece el siguiente texto: “La leche es el pan nuestro de cada día”, hasta que segundos más tarde se observa cómo Heriberto firma la constancia de la entrega y una manguera es introducida en la botija y succiona con rapidez el líquido, imagen que introduce de lleno al espectador en el drama de Heriberto pues dicha succión no es más que una alegoría al despojo que el protagonista ha sufrido y continúa sufriendo. En otro momento un texto afirma: “Dicen que en el comunismo no hace falta el dinero. Yo debo 50 mil pesos al banco y hago mis cuentas” y otro close up capta el rostro meditabundo de Heriberto, fumando un cabo de tabaco, como si deseara que los números que garabatea en la libreta acabaran de abrirle el camino que no le ha abierto toda una vida de duro bregar en el campo. Casi al final del documental otro texto de Heriberto afirma: “Siempre luché para tener lo mío, pero…” y ante el espectador aparece un fuerte aguacero como símil de los obstáculos que este campesino, como otros muchos de nuestro país, ha tenido que sortear durante su vida. Hay textos que no necesitan de ninguna imagen: “La muerte es trabajar toda la vida y no tener nada”, “Recordar es como arar con los bueyes en la carretera”, y uno extraordinariamente rotundo: “En Cuba trabajamos para comprar dinero”, clarísima e inteligente alusión al injusto sistema de dualidad monetaria existente en el país. La fotografía alcanza gran hondura desde el mismo comienzo del documental al captar las esencias de este drama con las tomas a la carreta desvencijada, la casa de tablas y el rostro del campesino mientras ordeña. Momento de gran belleza, debido a la plasticidad de la imagen, resulta cuando Heriberto y Rolando -otro campesino- se desplazan por la sabana. Aunque Heriberto afirma que él no es ni comunista ni gusano, que es guajiro, sabe que eso no lo libra de los peligros que nos acechan, entre ellos la represión a la libertad de emisión del pensamiento. No en balde pregunta al realizador: “¿Esto lo van a ver en La Habana? ¿Y no nos va a pasar nada?”. No obstante sus múltiples premios “Usufructo” no ha sido proyectado en el Festival Internacional de Cine de La Habana, ni en la televisión cubana, y continúa siendo un producto artístico desconocido para la gran mayoría del público cubano, porque la vida de Heriberto no es más que la consecuencia de una política agraria desacertada, un claro ejemplo de cómo debido a ella una persona próspera se convirtió en un campesino pobre, y por tanto, una denuncia. A pesar de ello, durante los 10 minutos y 35 segundos que dura el documental, la mirada de Heriberto siempre aparece firme y digna. Por eso, cuando al final se observa como su mano enciende una vela ante la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre ubicada en una de las humildes paredes de su casa, imaginé reunidos en torno a ése gesto a todos los cubanos que cada día nos levantamos con la esperanza de un futuro que no se parezca a nuestro pasado, pero tampoco a este presente infame. Y sentí el deseo de abrazarlo.
Posted on: Tue, 18 Jun 2013 19:28:40 +0000

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