Editorial 09/09/13: En Madrid corrieron gritos de libertad contra un rey absolutista, y fue el coraje de los madrileños en un lejano 2 de mayo el que le enseñó al invasor la puerta de salida. Resistió Madrid hasta el final en julio del 36 y Madrid nos transmitió los más hermosos valores de entereza y compromiso cívico una maldita mañana de marzo. Fue Madrid la capital europea que con más fuerza gritó No a la guerra y fue, precisamente allí, donde comenzó la segunda transición de España: no se cuando acabará, pero si que comenzó un 15 de mayo. Un movimiento puro y evocador, del que resurgió la conciencia popular y algún anónimo economista que tanto clamaba contra los políticos obtuvo su escaño desde el que predica paz, amor y sugus para todos. España siempre ha mirado a Madrid desde las provincias: ese enorme poblachón manchego ha sido culpable de todo lo malo que nos pasaba a los españoles, los mismos que presumían en cuanto su hijo era destinado a Madrid o se abría paso en la Villa y Corte. Hay motivos, por tanto, para sentirse orgulloso de una capital como Madrid. Y de sus alrededores: de un Monasterio con forma de parrilla y de una ciudad complutense donde nació el más grande de los novelistas universales. En aquellos años en que Cervantes soñaba las desventuras de un Hidalgo de los de lanza en astillero, aquel Madrid empezaba a asomarse como la parte neurálgica de España. Madrid ha intentado sin suerte ni acierto, albergar los Juegos Olímpicos. Ha sido el pim pam pum del movimiento olímpico en los últimos años: el muchacho aquel de Mónaco tocando las narices con la seguridad, la apuesta por Río que veremos como sale y lo visto el sábado. Hay que hacer autocrítica, y a base de bien: a una reunión del COI no se puede ir a chillar y a decir lo mismo que a un mitin del PP en Fuenlabrada, presidente Rajoy. O se habla inglés perfecto o se habla en castellano, alcaldesa Botella. E infanta Pilar: no era tan tonta la periodista aquella que dudaba de que todo estuviera hecho. El olimpismo tiene una deuda con Madrid. Pero, sinceramente, no quedan fuerzas ni visos de probabilidad para un cuarto intento. Máxime cuando New York, París o Ciudad del Cabo amagan presentarse. Madrid debe ahora utilizar sus infraestructuras para otros acontecimientos, y el resto del país hacérselo mirar. Me preocupa que España sea el único país del mundo que conmemora sus derrotas –como el patético bicentenario de Trafalgar-, y sobre todo me preocupa la imagen que damos fuera. Hombre, la delegada de Marruecos que ha dicho que España debiera invertir más en otras cosas ha demostrado que lo suyo es echarle bemoles a la cosa, máxime cuando parece inminente una candidatura de Casablanca y cuando todos conocemos el paño. Pero cuando Bárcenas y Urdangarín son más conocidos fuera y dentro del país que medio Gobierno, cuando el PSOE ha seguido ERE que ERE en Andalucía y cuando exportamos científicos para hacer de chacha, igual tenemos que pensar una cosa. Que antes de que invitemos a alguien, nos garanticemos tener la casa limpia. Y que en el deporte, como en la vida, hay que ofrecerse, más no suplicar. La antorcha olímpica, visto lo visto, para quien lo quiera. Yo, me quedo con Madrid.
Posted on: Mon, 09 Sep 2013 10:45:07 +0000
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