Editorial 12/09/13: De lo vivido ayer en Cataluña solo les transmitiré una sensación, una certeza y una maldad. La sensación de que, como en el Gatopardo, todo cambiará para quedar igual. El juego de la política lo suele ganar quien toma decisiones frías y tiene la aritmética electoral casi como única regla: ni a Mas ni a Rajoy, por tanto, les interesa una decisión de titulares a cinco columnas. La certeza: algo está pasando y que para solucionar un problema lo primero que hay que hacer es admitirlo. En ese sentido, tanto gobierno central como autonómico parecen haberlo admitido, lo cual es un pequeño primer paso hacia no sabemos muy bien donde. Y la maldad: el número de asistentes es de 800.000 personas. Me explico: la Generalitat daba 1.600.000 personas y el Ministerio de Interior 400.000. Rebajen a la mitad la cifra de los convocantes y multipliquen por dos la cifra de Interior y obtenemos la cantidad antes reseñada. Válido para manifestaciones de todo tipo: de apoyo a la independencia catalana, de apoyo a las Olimpiadas del café con leche o a las entrañables ranas verdes de la margen izquierda del Missisipi. Esa regla, sin embargo no tiene por que ser válida en Ceuta, donde a los manifestantes casi se les puede contar uno por uno con las consiguientes excepciones. Por lo demás, en Ceuta son varios los aspectos noticiables. Podríamos quedarnos con el calendario laboral, del que Caballas prefiere descolgar la Fiesta de la Hispanidad para celebrar la Pascua del Final de Ramadán. Se que los representantes de ese partido político no nos escucharán, entre otras cosas porque a base de no cumplimentar invitaciones realizadas por esta casa –con la consiguiente falta de respeto no a nosotros sino a nuestra audiencia- hemos asumido que por política de comunicación entienden salir en la foto. Equivocados andan, pero están en su derecho. Pero creo que hay otras fechas en el calendario laboral para proponer suplantar por la Pascua de Final del Ramadán que la fiesta de la hispanidad. Se me ocurre que, quizá y como hiciera Melilla en su día, lo procedente sería pedir un festivo más y no suprimir ninguno de carácter religioso. El 12 de octubre, además de la fecha en que se descubrió América, es el Día de la Virgen del Pilar. Por tanto, podemos herir la sensibilidad de una parte de la población por preservar la de la otra, máxime cuando no recuerdo un sólo caso de musulmanes a los que se les haya puesto trabas para celebrar su fiesta. Y de existir, sería censurable. E imagínense la imagen que podríamos dar si dejamos, precisamente nosotros, de celebrar el Día de la Hispanidad, algo que seguro no se ha planteado ni el propio Artur Mas en el mayor de sus delirios. Con lo cual, vestimos un santo para desvestir otro. Incluso, puestos a eliminar una fiesta cristiana, a lo mejor hay otras con menos raigambre popular: tal vez la del 15 de agosto, con media España de vacaciones y la otra media recién aterrizada. Pero me preocupa, sinceramente, que aquí hagamos política en base al hecho religioso. Política para musulmanes, para cristianos. No. Ese no es el camino. Lo es el laicismo, que es precisamente la mejor garantía para la libertad individual religiosa. Basar propuestas en que los cristianos tienen tantas y los musulmanes tantas otras es, precisamente, socavar los puentes que se dicen querer tender. Si decíamos ayer a esta hora que la mezcla entre deporte y política es peligrosa, ni les cuento cuando aunamos credo y votos. Para salir huyendo.
Posted on: Thu, 12 Sep 2013 10:51:20 +0000
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