Eduardo “El Chico” Molina El escritor chileno Eduardo Molina - TopicsExpress



          

Eduardo “El Chico” Molina El escritor chileno Eduardo Molina Ventura apodado “El Chico” es otro de los escritores donde la ausencia de obra literaria no impidió la leyenda, al contrario, el autor mismo fue la obra. Hombre de buen humor y espíritu licencioso. En él coincidían el misterio y la fabulación. Lector voraz, poseía un conocimiento enciclopédico. Hay quien lo recuerda llanamente como un «Mentiroso profesional, escritor sin obra y bohemio de las generaciones del 38 y 50»1. A esto, el escritor Hernan Ortega Parada lo reivindica, «Bohemio, sí, pero príncipe» 2. Otros lo describen como un hombre gordo, bonachón y mujeriego. 3 Quien vivía de las rentas; además de contar con el mecenazgo de Inés del Río de Balmaceda. 4 Molina creó una mitología propia a partir de la elaboración de silencios en torno a su vida 5; la realidad y el tiempo fueron para él meros pretextos para cambiar de 1 Roberto Careaga C., El legendario Chico Molina revive en libro de Alfonso Calderón, en el diario La Tercera, del 19 de septiembre de 2008. 2 Hernán Ortega Parada, en el ensayo Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años. Donde además lo describe de esta manera: «Zorro fino y plateado (cabellos y barbas nevados), ojillos azules como dos espinas cruzadas». 3 El escritor Ramón Díaz Eterovic, lo recuerda así: «Parecía un duende sacado de un cuento de hadas. Bajo, gordo, de cabellera y barbas blancas. Rostro de piel blanca, ojos claros y estrábicos. Molina daba la impresión de no ser real, que venía de otro tiempo o se había escapado de alguna novela de Dickens», tomado del ensayo Molina Ventura: La poesía sin palabras. Y a su vez, el poeta peruano Juan Cristóbal, en su remembranza denominada Recuerdos de Jorge Teillier, evocó a ‘El Chico Molina’: «un gordito bajito y colorado, buen conversador, de gran cultura y excelente humor». El poeta chileno Álvaro Ruiz (nacido en Ottawa, Canadá, un 22 de julio del año 1953), lo recuerda así: «Molina tenía fama de mitómano. (…) Mago, poeta imaginario y santo mentiroso.». El escritor Rolando Gabrielli, lo recuerda así: «Siempre impecable, con corbata, su barba cana ordenada, manos de estilista prousiano, calvo, vizco, risueño, misterioso, vivaz, se relamía los bigotes de nuevas y mágicas palabras. (…) Recuerdo que se ponía rojo y se le encendían los ojos de un brillo con destellos literarios y parecía un relator de cuentos escandinavos, esas leyendas con personajes mitológicos que abundaban en los bosques y desparecían encantados en las noches.» El Chico Molina, ese duende silencioso, 21 de septiembre de 2008. 4 Inés del Río, viuda de Balmaceda, tenía su casa en Lo Gallardo, se dice que era un caserío a los pies del río Maipo. Esta dama, también conocida como Momo Balmaceda no solamente fue mecenas de El Chico Molina, también lo fue del poeta Efraín Barquero. Así lo deja saber Marcelo Somarriva, en su entrevista a Barquero, El Poeta Necesita Ese Gramo de Inocencia, publicado en El Mercurio, el 13 de Agosto de 2000. Dice la nota entre otras cosas: «(Inés del Río) le construyó un taller para que escribiera en la orilla misma del río (Maipo). (…) Efraín Barquero vivió doce años con su mujer en una cabaña en el bosque de la casa de Inés del Río en Lo Gallardo. Alrededor de la casa de esta legendaria señora orbitaban una serie de personajes literarios. El círculo más estrecho de las amistades de la viuda lo conformaban Eduardo Molina Ventura, Roberto Humeres Solar y Luis Oyarzún, los tres estetas de cultura enciclopédica y temperamento singular. Efraín Barquero y su mujer fueron invitados a ocupar una casita de dos pisos que había construido en el bosque. Ahí nacieron sus tres hijos...» 5 «Su vida era distinta a la real. Pero no era por enfermedad. Él trataba de embellecer la vida. Con Molina todo era posible. Él se inventó un personaje, que terminó siendo él», asegura Alfonso Calderón. lugar el enigma. Tal vez lo único verdadero en Molina Ventura era la memoria: todos aquellos libros que leyó y como bien decía Bolaño, era la única forma de tenerlos para siempre. Quienes desconfiaban de él llamándolo “escritor sin obra” o tildándolo como “el decano de los poetas inéditos chilenos”, al no ubicar rastros de obra física, no atinaban a descubrir que el constante ejercicio de alterar datos que ejercía “El Chico” Molina, así como la mutación de sus raíces y la oscuridad con que dotó detalles de su vida, era en sí, su verdadero texto 6: la obra en que trabajaba; de éste modo aquella chinita que cruzaba su página en blanco tenía mucho de profético 7. Probablemente es uno de los pocos hombres que se sentó en la misma mesa y compartió lectura con los nombres más notables de la literatura chilena del siglo XX. 8 Muchas entrevistas realizadas a Jorge Teillier, 9 dan fe de cómo este hombre no dejó indiferente al autor de Poemas del País de Nunca Jamás, quien además citaba siempre una frase de “El Chico”: «La novela es la poesía de los tontos». Para NORESTE, en marzo de 1990, Teillier expresó lo siguiente: «Lo que sí he visto, a cambio de duendes, son personas dotadas de alguna cualidad angelical o mágica, no sé cómo llamarlo (…) son gente con una vida sellada a la realidad y a 6 «Curiosamente, como ocurrió con varios escritores notables de nuestra historia literaria, parece que el personaje de carne y hueso, con su habilidad intelectual y su arte de hablar, superó al que suscribió textos y libros. Estoy pensando, además, en el propio Luis Oyarzún.» Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años, Hernán Ortega Parada. 7 En referencia a Poema, composición literaria que se ha adjudicado a Molina. 8 Entre sus amistades se encontraban notables poetas, narradores, pintores y filósofos de distintas generaciones, que van desde Vicente Huidobro, Teófilo Cid, Nicanor Parra, Efraín Barquero, Rosamel del Valle, Eduardo Anguita, Braulio Arenas, Juan Emar, Jorge Teillier, Enrique Lihn, Rolando Cárdenas, Martín Cerda, Stella Díaz Varín, Enrique Bello, Luis Oyarzún, Roberto Humeres Solar, Jaime Valdivieso, Carlos Olivares, Enrique Valdés, Iván Teillier, Alfonso Calderón, Juan Guzmán Paredes, Ramón Díaz-Eterovic, Álvaro Ruiz, Aristóteles España, Juan Cristóbal, Roberto Araya, Lorenzo Peirano, Germán Arestizábal hasta Enrique Lafourcade. 9 «Para mí, el personaje a quien echo de menos, lo que quiere decir que es “inolvidable”, es Eduardo Molina, el Poeta Molina, el Chico Molina, que a los 18 años escribió un poema que decía: “Yo que he vivido en los peores cafés cantantes del Viejo Mundo y nunca he llegado ni a Melpilla…”, que publicó tres poemas en su vida pero que toda su vida contaba de sus poemas; es decir, toda su vida fue estimulante. Era una de esas personas que más sabía de poesía en Chile, de literatura: escribió “El lobo Estepario” antes que Hermann Hesse y lo leyó a sus amigos. Que le creyeron, por supuesto. Era un mitómano bastante genial y además, un hombre a quien yo le leía un poema, o dárselo a leer, y ser atinado en sus juicios. Yo no lo quería por serme útil sino por ser un duende familiar y todo el mundo lo adoraba. Cuando a alguien lo quieren los niños y los pájaros, quiere decir que es una gran persona. Y Molina lo fue para mí.» Jorge Teillier. Arquitectura del escritor, de Hernán Ortega Parada, páginas 33-34. Nota: Hay un error entre los datos que brinda Teillier, El Lobo Estepario, no fue el libro con el cual Molina confundió a varios de sus amigos escritores, sino Demian, del mismo autor alemán, .Hermann Hesse. la vez incorporada a ella. El Chico Molina era una especie de duende también, porque vivía en el mundo imaginario, pero tenía la gracia de crearlo, y tú podías entrar a su mundo y compartirlo». De este modo, tenemos hasta el momento, cuatro textos que pasarían a formar parte de la biblioteca personal de Eduardo Molina Ventura. — Dos textos breves: Una muchacha debe ser fresca como un huevo del día * Poema Una chinita cruza mi página en blanco. — «Yo que he vivido en los peores cafés cantantes del Viejo Mundo y nunca he llegado ni a Melpilla…» 10 — El poema Los castillos del juglar, supuestamente entregado por Rolando Cárdenas para que sea incluido en el libro antológico Nueva York 11, ha sido atribuido a Molina. Sin embargo, el poeta Álvaro Ruiz, ha declarado que aquel texto se trató de una especie de homenaje a la mitomanía de Molina. 11 10 El poema apareció en la antología Madre España, de 1937. Lo explica Jorge Teillier, en su ensayo Bibliografía moliniana por Jorge Teillier, miembro correspondiente de la ADEM: «Madre España (1937), donde Gerardo Seguel reúne a los poetas que rinden homenaje al pueblo español. Molina Ventura se encuentra allí junto a los Tres grandes de nuestra poesía y lo más granado del Parnaso de la época, desde Ángel Cruchaga y Julio Barrenechea hasta el adolescente Carlos de Rokha.» Publicado en Las Últimas Noticias, Santiago, 29 de mayo de 1977, p. 4. Jorge Teillier, volvería a hacer referencia a este texto en una carta al poeta peruano Juan Cristóbal. «A bordo del Bachelors Deligths, frente a la Isla de Pascua, 23 de abril de 1976 (Día de San Jorge). Estimado Contramaestre: De vuelta de un rápido viaje por los peores cafés cantantes del viejo mundo (como decía Molina) particularmente de Madrid y Barcelona…». 11 «Con el afán de desmitificar debo confesar que el poema atribuido a Molina en ese mismo libro Nueva York 11, titulado Los castillos del juglar, fue enteramente escrito por Jorge Teillier, Carlos Olivárez y yo, a modo de cadáver exquisito, un mediodía de rayos de luna (whisky con jugo de manzana) en casa de Teillier, en la calle San Pascual.» Poesía, bares y santidad, Álvaro Ruiz. Yo fui la Eminencia Feliz de muchos Reyes Ociosos Ahora en la tarde, afirmado en la mesa pienso, viejo juglar, afirmado en esos Tiernos Reyes con los que bebí tantos Chateaux-Laffite Esos reyes duermen en castillos ruinosos y se han olvidado de su fiel poeta. Aprisionado frente al mar en triste jaula bebiendo a penas un pipeño. Yo que fui juglar y dictador de oráculos pronto tu nieto más pequeño leerá mi epitafio: Aquí yace el que fue famoso poeta de los Reyes Holgazanes. ¿Pero quién era este ser heterodoxo a quien distinguidos literatos citaron, admiraron, dedicaron textos e hicieron honores? Su biografía es imprecisa y hasta cierto punto contradictoria. Hay quienes dicen que nunca se supo su fecha de nacimiento, sin embargo, existen registros, como la entrevista que el poeta Álvaro Ruiz, le pudo realizar a Molina, en el invierno de 1985. Dicha confesión, a la que se ha considerado su autorretrato, es lo más cercano a una biografía personal. 12 12 Álvaro Ruiz reprodujo en un ensayo de enero de 2012, titulado Poesía, bares y santidad, un extracto de una entrevista que le realizó a Molina, y que anteriormente fue publicada en el libro antológico Nueva York 11, Editorial Galinost, Santiago, primera edición: marzo de 1987, edición bajo el cuidado de Carlos Olivárez. «Soy hijo de don Eduardo Molina Lavín, precursor de la Aviación Chilena, y de doña Olga Verdugo Yunka. Nací en Santiago en el mes de septiembre de 1913, en casa de mi padre. Hoy la Facultad de Química de la Universidad de Chile, en Avenida Vicuña Mackenna. Estudié Antropología, Leyes, Filosofía y Psicología. En mi ataúd deseo un ejemplar de Monsieur Teste (Valery). En mi funeral, Música de Robert Schumann. En caso de equivocación a Carlos Gardel o, por último, al Guatón Gustavo Loyola. Católico fui, hoy ateo, por la gracia de Dios. De las comidas típicamente chilenas amo las pancutras y el Charquicán de cochayuyo. En tragos el bitter batido. Vino blanco y tinto, indiscriminadamente. De tabacos, un tabaco negro francés que fumaba mi padre a fines de la década del 20, el Joutard. Equipo favorito: Bádinton. París es la gran ciudad de mundo y de París mismo lo más sobrecogedor es La Morgue, las cloacas y el Matadero de La Villette. Actrices: Greta Garbo, Marlene Dietrich, Caprina Fascenda y Mae West. Cine: Hermanos Marx, Chaplin, Raúl Ruiz y Luis Buñuel. Autores Universales: Pequeña Lulú, Rilke, Reverdy, Éluard y V. Segalen. Autores Nacionales: Eduardo Molina Ventura, Jorge Teillier, Manuel Rojas, Braulio Arenas y Enrique Lafourcade. Queda claro que en cuanto hablo de mis preferencias me he referido a ellas en orden decreciente.» A todo esto, Hernán Ortega Parada, escribió en el ensayo Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años, un par de datos más: «Estudió medicina, leyes, filosofía, sociología y no se recibió de nada. A confesión de parte, con un propósito: “…no tanto para seguir una carrera sino que para discutir”.» En lo que todos coinciden, es que Molina no tenía familia; por ello, y a falta de ella se inventó raíces aristocráticas 13 que lo emparentaban con la nobleza del Vaticano. No trabajaba, 14, 15 vivía (y se cree que había nacido) en Lo Gallardo. «Viajaba de Lo Gallardo a Santiago, a cobrar una jubilación o cierto arriendo del que nunca daba muchas luces.», recuerda Ramón Díaz-Eterovic. Vista aérea de la zona de Avenida Matta. Lugar donde Eduardo Molina, tenía su cité 16 (a la que se refiere el escritor Díaz-Eterovic). Posiblemente era su única propiedad y principal fuente de manutención. 17 13 «Molina se inventó un pasado aristócrata. Su padre había sido militar y luego viñatero. Él acumulaba libros con títulos como El sombrero de tutti fruti, Un Gregorio Samsa tecnológico y Manual de comportamiento para el Super-Ego. Nadie jamás las vio.» Roberto Careaga C., El legendario Chico Molina revive en libro de Alfonso Calderón, en el diario La Tercera, del 19 de septiembre de 2008. 14 «No tenía familia ni trabajo y se permitía el lujo de entrar a un rotativo y ver cinco películas. O estar toda la mañana en la Biblioteca Nacional y curiosear en las revistas europeas», escribió Alfonso Calderón. 15 «Molina fue autor real de lo impalpable. Nunca se empleó. Fue educado en colegio jesuita.» Hernán Ortega Parada, escribió en el ensayo Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años. 16 Hernán Ortega Parada brinda mayores datos de Molina y de este lugar: «A este ser extraordinario lo conocí y lo trasladé muchas veces en vehículo, tarde en la noche, al final de reuniones con escritores, hasta su feudo, aquella “cité” de la Calle Nataniel al llegar a Aconcagua, en pleno dentro de la capital. (…) Cuando yo lo iba a dejar, se bajaba solo y sabía encontrar la desvencijada puerta de su “cité”, ese que, a pesar de todo, le ayudaba a subsistir arrendando piezas. Sabía ocultar con dignidad su pobre situación económica. Es decir, no era de este mundo.» Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años. 17 «(Alfonso) Calderón cree que Molina vivía del arriendo de un cité en la zona de Avenida Matta. Pero vivía precariamente. Por años almorzó diariamente en la casa del periodista Juan Tejeda, pasaba temporadas en Lo Gallardo, en la casa de la mecenas Momo Balmaceda.» Roberto Careaga C., El legendario Chico Molina revive en libro de Alfonso Calderón, en el diario La Tercera, del 19 de septiembre de 2008. «Eran tiempos difíciles, entonces las botellas se vaciaban con monedas (...) Había un día que no había problema, cuando cobraba el arriendo o la jubilación ‘El Chico Molina’; ese día era chipe libre», recuerda Roberto Araya. El 29 de mayo de 1977 había apareció en Las Últimas Noticias un artículo del poeta Jorge Teillier denominado “Bibliografía moliniana por Jorge Teillier, miembro correspondiente de la ADEM” 18 donde negaba que Molina Ventura fuera un escritor inédito, por el contrario, argumentaba a “favor de El Chico” que la obra de éste simplemente se encontraba dispersa y que la falta de presencia física de obra alguna se debía a cierta despreocupación moliniana, simplemente. A continuación algunos de los textos literarios que daba a conocer el vate chileno; y que provisionalmente entran a formar parte de la biblioteca personal de Eduardo Molina Ventura. - Un poema llamado In memorian de Molina Ventura (y que estaba dedicado a Rosamel del Valle), aparecido en el número 5 de la revista peruana Hipócrita lector. - Un ensayo de Molina aparecido en Gong (Valparaíso) donde “El Chico” opinaba sobre la metáfora renovadora en Huidobro y Neruda. - Un prólogo denominado Hay un llamado a la novela Hombres de máquinas (1935), de Laurencio Gallardo. - Se ha dicho que Molina prologó dos libros de Efraín Barquero: El viento de los reinos (poemario) y Arte de vida (autobiografía); sin embargo solo nos consta que en la edición de 1967, Editorial Nascimento, el libro El viento de los reinos está dedicado a Molina. 19 - Fue antologado en Madre España (1937). 18 ADEM (Asociación de Amigos de Molina). Según Teillier, entre sus miembros internacionales, estaban Pierre de Place, en París y Jorge Edwards, en Barcelona, además del peruano Hildebrando Pérez. La ADEM funcionaba en el bar La Unión Chica, en el libro antológico Nueva York 11, Editorial Galinost, Santiago, 1987, se lee lo siguiente: «Eduardo Molina Ventura ingresó a la Unión Chica el 29 de marzo de 1982, según consta en las actas de la cofradía. En sesión solemne del 30 de junio de 1982 fue nombrado Presidente Honorario, Relativo y Transitorio de dicha agrupación, cargo que ejerció hasta el día de su muerte, en 1986. Molina dejó su extensa obra inédita, incluso su novela El Gran Taimado (1938). El poema que ofrecemos nos ha sido entregado por Rolando Cárdenas.» 19 Dice la dedicatoria: A Eduardo Molina Ventura por su espíritu poético. - En 1942, en la revista Hoy, Molina apareció con un texto denominado Narrador sin familia (dedicado al poeta surrealista Braulio Arenas). «A mi juicio, Molina no es inédito.», concluía el poeta de Lautaro. Sin embargo, todo se torna confuso porque el mismo Teillier, se contradice en varias declaraciones que brindó entre enero y febrero de 1988 a Hernán Ortega Parada20. Éste último, quien asistió entre los años 1977 y 1978 a los Talleres Literarios Altazor, dictados en los salones de la Biblioteca Nacional, donde conoció y fue alumno de Eduardo Molina; ha dado otras pistas de obras dispersas, de quien ha considerado un gran poeta. He aquí, una modesta antología de la bibliografía inexistente de este bartleby, compuesta por los aportes de su alumno y otros “datos importantes” que se han localizado, pero que no tienen sustento real ni hay un medio que lo compruebe. — Unos escasos versos de un poema denominado Una noche invernal o En la noche invernal. Texto literario considerado por el mismo Molina, como “el poema que lo hizo famoso”. En la noche invernal, apoyado contra una pirca de piedras, un niño contempla la Vía Láctea. Absorto tiene los ojos hundidos en las estrellas. Un tibio vaso de leche en la mano. 21 20 Fragmento de la entrevista a Jorge Teillier, que llevó a cabo el escritor chileno Hernán Ortega Parada (Cauquenes, 1932); y cuyo material constituiría el libro Jorge Teillier. Arquitectura del escritor, página 69: «Bueno, nuestro inolvidable Chico Molina era un escritor que no escribía; un “hablante”, como dirían los aficionados a la literatura. Hay muchos que nunca han publicado y guardan sus manuscritos por inercia o por horror al público, como por horror a arrepentirse de haber publicado. Está el caso de Alberto Rubio, que demoró veintiséis años en publicar su segundo libro porque tenía horror –creo yo- a superar el primero. Y es una cosa muy extraña: nadie comenta el libro de Alberto Rubio, como si hubiese dejado de existir en 1952.». El libro apareció en diciembre de 2004. 21 Hernán Ortega Parada, menciona que de esos versos existen otras versiones. «Como por ejemplo, que el niño tiene una manzana roja en la mano. Ese espectáculo poético lo vivió en Chiloé.» — Una novela titulada El nadador sin familia. — La siguiente es una frase que Eduardo Molina escribió en un cuaderno de Hernán Ortega Parada, año 1977: «En este valle de Elqui me siento en el fondo del misterio de la Mistral, piedras y poesía…» 22 — El fondo del vino, era una novela de Molina Ventura de la cual Luis Oyarzún preparó un riguroso análisis y que apareció en Pro Arte (dicha edición se encuentra perdida); aparentemente no hay registros de esta obra, ni tampoco aparece en el catálogo de la Biblioteca Nacional. — Es posible que trabajos literarios de Molina Ventura aparecieron firmados con los siguientes seudónimos Diógenes Linterna (sostenía Teillier) y Marquesita Pompadour (este último teorizado por Enrique Lafourcade). 23 — Traducciones de poetas franceses: «Varias veces me ofreció entregar un baúl lleno de traducciones de poetas franceses para que fueran publicados en la revista “La Gota Pura”. Nunca vimos los poemas» (Ramón Díaz-Eterovic en su artículo Molina Ventura: La poesía sin palabras). — El gran taimado, una novela que según Jorge Teillier alcanzaba en 1950 las 700 páginas. De la cual se ha dicho entre otras cosas: “Eduardo Molina anunciaba siempre un libro -El Gran Taimado- que jamás apareció” (Juan Cristóbal) o Molina contaba que estaba escribiendo una novela que se iba a llamar El Gran Taimado, y después Lafourcade publica una con ese nombre (Ramón Díaz-Eterovic). — Una extensa novela llamada El sombrero de tutti fruti y que según “El Chico” se adelantaba a todo cuanto decían las novelas de Manuel Puig; el único problema era que Puig ya las había escrito y él aun no. 22 «El semestre del año 1977 culminó en Montegrande, al pie de la tumba de Gabriela Mistral. Ese día, 12 de diciembre, hice circular un cuaderno sin líneas donde muchas personas (Miguel Arteche, Martín Cerda, Campos Menéndez, entre los mandamases, y Paz Molina, Armando Rubio y Miguel Ruiz, entre una breve suma de “alumnos”) dejaron sus impresiones captadas en tan denso momento. Allí, el Chico Molina me dejó manuscrita una espontánea improvisación: “En este valle de Elqui me siento en el fondo del misterio de la Mistral, piedras y poesía…”. Frase breve, estremecedora si bien se entiende.» Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años, de Hernán Ortega Parada. 23 A Molina también se lo conocía por los siguiente apodos: “Le Petit Hemingway”, “Duque del Crepúsculo”, “Barón de Nataniel”, “Patrono de Hesse”, o “Noble Marquis de Molineux et Venturinsky”. — Se dice que Molina para 1948 redactó una novela que trataba de la resurrección de Gregorio Samsa. Tenía por título Un Gregorio Samsa tecnológico, e iba a ser dedicada a Max Brod. — Consideraba que Manual de comportamiento para el Super-Ego sería su obra maestra; y cuyo argumento hizo que su mecenas dijera que sería un libro que envidiarían Freud y los más grandes psicoanalistas. — Una obra llamada Órficas; y que según Teillier (en 1977) “planea el espíritu de Rilke”. — Algunos ensayos sobre Gaston Bachelard. 24 — Sus memorias Los días de nuestros años. 25 — Una obra llamada Viaje a Italia, del cual se dice que algunos de sus compañeros (entre ellos, Jorge Teillier, quien la encasilló como una obra de estética de goethiana) le escucharon recitar. — Una serie folletinesca llamada La mano ensangrentada, habría sido publicada por Molina bajo seudónimo en Don Fausto. — Y alguna colaboración en Vital, revista política y cultural de propiedad de Vicente Huidobro. 26 En octubre de 2008 apareció el libro Ventura y desventura de Eduardo Molina, 24 «Dicho sea de paso, el gran propagador de la mirada bachelardiana en Chile fue Eduardo Molina Ventura (El Chico Molina). » Jorge Teillier. Arquitectura del escritor, de Hernán Ortega Parada. Capítulo 2.2 Contornos de la poesía lárica, página 146. Además, Ortega Parada, registró con una grabadora algunos comentarios de Molina, durante sus clases. «“La lectura es una crítica a la existencia”, “Tiene permanencia la mirada nueva”, “La lectura es una palabra sobre la palabra, un pensamiento sobre otro pensamiento”, “Gastón Bachelard descubre la fantasía del conocimiento objetivo y descubre un nuevo movimiento de la imaginación, una sintaxis de la imagen, una estructura de la imagen”, “En filosofía aparece la imaginación como fenómeno de segundo orden pero Bachelard la valoriza y la destaca: es la parte creadora. Se trata del dinamismo de la imagen”.» Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años, de Hernán Ortega Parada. 25 «Cuando estuve con él, en Lo Gallardo, amenazaba con sus “memorias completas”. Y estaba trabajando en Los días de nuestros años. Qué hermoso título. Fue un gran titulador. No mostró ninguna página. Pero me niego a creer que fuera una fantasía, un ensueño. » Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años, de Hernán Ortega Parada. 26 «Vicente Huidobro publicaba en 1935 unos cuadernos de acción política y literaria que llamó Vital. En el N° 3 de tan raro documento, hay una referencia a cierta exposición realizada en la Academia de Bellas Artes, en octubre de 1933, por Eduardo Molina y otro. Pero ese indicio de que nuestro personaje estaba presente en las actividades culturales de la época, no es nada con lo que aparece en la revista de poesía Total, de enero de 1936, perteneciente también a Huidobro (existieron otras, como Ombligo). Ofrecen obras de firmas notables como Julio Molina Müller, Rosamel del Valle, Gerardo Seguel, Volodia Teitelboim (poema “Fundación de la vida”), Enrique Gómez-Correa, Braulio Arenas, Adrián Jiménez y… el inefable Eduardo Molina Ventura. Sí, el mismo. » Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años, de Hernán Ortega Parada. del autor Alfonso Calderón (a quien Molina, le habría dicho alguna vez: Tú vas a ser el cronista de mi vida).27 Calderón se fía de la memoria (y con escasos documentos) arma la biografía de este incurable mitómano; y nos recrea aspectos de su enigmática vida. Escribe Calderón: «Él (Molina) pone y quita partes de su vida. Desaloja a un pariente; convierte a la madre en abuela» 28 La fabulación de Molina tiene varios episodios destacados. Citaremos tres de ellos. 1) Por un tiempo, tuvo ‘El Chico’ Molina entre “sus obras destacadas” un texto que dejó a sus amigos muy impresionados. Fue el año de 1945, en que leyó a varios de sus amigos (entre ellos Braulio Arenas, Mariano Latorre y Luis Oyarzún), el primer capítulo de una de sus novelas. No fue hasta que el último de sus interlocutores descubriera que aquella obra ya había sido escrita y que aquello que había leído “El Chico” se trataba de la traducción de un fragmento de Demian, de Hermann Hesse. Sobre esto último, Molina a través de la pluma de Alfonso Calderón se ha expresado: “Desde entonces entendí que los libros —leídos o escritos por mí, lo cual es una misma cosa— serían mi salvoconducto”. 2) Una dama le pagó un viaje a París, luego de quedar sorprendida por el conocimiento que Molina tenía de la capital francesa, sin haber estado nunca allí. 29 27 «En enero de 1953, Alfonso Calderón buscaba en la librería Universitaria la recién salida edición de La peste, de Albert Camus. Se le acercó un hombre que no medía más de 1.60 metros, quien le preguntó si había leído Periodismo de combate, del mismo Camus. (…) Conversarían toda la tarde. Se harían amigos. Años después, Calderón le escucharía una profecía: Tú vas a ser el cronista de mi vida. Calderón cumplió. (Calderón) asume (en el libro) la voz de Molina para narrar su autobiografía: Abro la llave y él habla. Son las exposiciones que le oí, cuenta Calderón.» Roberto Careaga C., El legendario Chico Molina revive en libro de Alfonso Calderón, en el diario La Tercera, del 19 de septiembre de 2008. 28 Ventura y desventura de Eduardo Molina, Editorial Catalonia, Santiago., 2008, de autoría de Alfonso Calderón. Más adelante, en el mismo libro, se lee: «(A su venida de París, en el año 1973, Molina) Llegó diciendo que había destruido la teoría de los últimos surrealistas y que había conocido a los personajes aún vivos de En busca del tiempo perdido, de Proust». 29 «Conocía París por mapas y por libros como nadie. Un buen día una millonaria norteamericana sobrecogida por el conocimiento parisino de Molina y al enterarse posteriormente de que jamás había estado en París, decidió generosamente pagarle los pasajes a la ciudad de las luces, alojándose algunos días el poeta y mago, en las dependencias de la embajada chilena, cuando su amigo el escritor Jorge Edwards era primer secretario de la legación diplomática encabezada por el flamante embajador Neruda.» Álvaro Ruiz. Jorge Teillier brinda otra perspectiva de este viaje: «Nuestro querido Chico Molina vivió en París durante diez años… mentalmente, o toda su vida. Cierta vez le llegó una beca de una señora norteamericana, que le regaló cinco mil dólares y el pasaje de ida y vuelta en primera clase de barco. Porque él escuchó hablar de París, sabía más de París que ella y entonces lo premió con ese viaje.» Jorge Teillier. Arquitectura del escritor, de Hernán Ortega Parada, página 56. 3) Al regreso de este viaje, contó de su dudosa anécdota con Jean-Paul Sartre. El escritor Hernán Ortega Parada, lo recrea así: « Decía que en Montmartre, sentado a la pequeña mesa de un café, había estado a metros de Sartre, y que Sartre, en un momento dado se paró y le increpó: “¿Usted se está burlando de mí?”, “Mon Dieu, jamais! Je suis vôtre admirateur, monsieur”, respondió Molina. Ambos tenían un ojo estrávico.». 30 Quien llegó a decir alguna vez: Yo vine al mundo a embellecer la vida, no solamente anunciaba libros que nunca aparecieron, que nunca escribió, sino que además hablaba de autores y libros inexistentes. En un artículo aparecido en noviembre de 2001 denominado Los sobrevivientes de La Unión Chica algunos de sus antiguos camaradas lo recordaron «Comentaba libros de autores inexistentes. Una vez le preguntaron por alguien apellidado como el vino que estaban tomando y él se explayó sobre las bondades de su obra». Hasta aquí es difícil precisar si Molina Ventura se inscribe en la corriente bartleby. Pues tal parece que no desestimaba la escritura, la llevaba a cabo, sí, pero en proyectos que solo se materializaban en su imaginación. Y de este modo, no estamos frente a un autor del No, sino a un autor que no terminaba sus escritos; y debido a esto no los publicaba. Relacionado con esta reflexión, el escritor Hernán Ortega Parada, ha manifestado: «La poesía se escribe y si alguien hace poesía y no la escribe, como ocurrió muchas veces con el propio Eduardo Molina, el sintagma no varía, porque de todas maneras el fenómeno está basado en las palabras registrables en el papel o en la memoria.» 31 Molina Ventura como buen intérprete de la propuesta estética del Conde de Lautréamont: «El plagio es necesario», se apropió de textos ajenos, los trasladó a 30 Eduardo Molina Ventura, en los días de nuestros años, de Hernán Ortega Parada. 31 Jorge Teillier. Arquitectura del escritor, de Hernán Ortega Parada, página 148. sus apuntes y luego los presentó como propios. Al respecto, Ramón Díaz Eterovic, ha agregado: «Molina decía con aire triunfal que daba lo mismo quién lo había escrito, ya que servía para que el resto conociera a autores de calidad. Ejercía el plagio con naturalidad y buscaba a autores exquisitos». Además están los parafraseos a otros autores, por ejemplo, éste evidente que hizo de Rimbaud: Senté a la fealdad en mis rodillas, y no la hallé amarga, y no la injurié. Entonces tenemos a un escritor de versos breves, textos instalaciones (por la naturaleza del ready-made: expropiados o sacados de contexto) y sobre todo obra dispersa. He aquí, una pequeña muestra de la obra reunida de Molina Ventura que hemos podido rescatar o advertir que existió. 32 a) Una carta a Teillier. «Recuerdo una carta que le escribió de puño y letra a Jorge Teillier al psiquiátrico El Peral, de la cual fui portador y finalmente testigo al constatar junto al destinatario que el texto eran puros signos jeroglíficos y las pocas palabras claras y legibles eran a su vez absolutamente ininteligibles.» Álvaro Ruiz b) El siguiente verso: Mañana seré un cabecilla indiscutido, aunque no estaré para verlo. c) En el poemario Reducciones y La aldea de Kiang después de la muerte, Editorial Fuga, 2008, del poeta chileno Cristián Cruz, se rescatan estos versos de Eduardo Molina: Y mientras escuchan/ el lento y grave canto de la tierra que de ellos se alimenta/ se preguntan en su vacío corazón si han de morir algún día. d) «La insistencia de los cronistas en recalcar la falta de obra impresa del poeta es majadería. Hay muchos testimonios pero lo que falta, simplemente, es la recuperación de sus “obras completas” y eso mucho depende de los papeles que guarda Miguel Ruiz, documentos que él confiesa que son ilegibles. De esta forma, el mito es realidad… » Hernán Ortega Parada. 32 Algunos de estos textos ya habían sido recopilados en el artículo El antecesor de Hesse de Cristián Cruz. e) El siguiente poema, sin título: No olvides a los muertos que jamás olvidan/ y son tu sombra viva/ dale al muerto un guijarro, uno solo/ y te devolverá el interior de una montaña. f) Un poema denominado Los Amantes Eternos: Un viejo y su vieja/Yacen por fin tendidos bajo la tierra/La podrida mano de él en la podrida mano de ella/A través de sus labios ya desaparecidos/Se comprenden sin decir palabras/Y mientras escuchan/El lento y grave canto de la tierra/Que de ellos se alimenta/Se preguntan en su vacío corazón/Si han de morir algún día. g) Un poema denominado Canción: El vestido que se deja caer/De noche en el bosque/El vestido que se deja caer/Solo vuelve a la aldea/Golpea vacío a la puerta/A la puerta de los padres/Abrid abrid pronto dice/Para salvar a nuestra hija/Vuélvete le dice la madre/Vuélvete allá de donde viniste/Cuando yo tenía dieciocho años/De noche en un bosque/hace ya mucho tiempo/Yo hice otro tanto. h) Un poema denominado Se nos ha pasado la vida: Se nos ha pasado la vida/ como en una gran casa triste/ que todos los vientos atraviesan/ corrientes de aire golpean las puertas/ y sin embargo ninguna pieza está cerrada/ Allí pasan polvos desconocidos y cansados/ de no se sabe qué. i) Un poema denominado Es casi la calma: Es casi la calma/ El viento debe cantar más allá de las nubes/ Es el momento en que las manzanas/ caen sin saber por qué. Hay tres frases que a más de sintetizar la labor de este autor, recuperan el espíritu bartleby. 1) «Mi silencio es la obra mayor de toda mi producción». 2) «Todo cuanto escribo -dice Molina a través de la persona de Alfonso Calderón- es borrado, sin piedad, diariamente. Los otros creen que soy un perezoso: ignoran la grandeza del borrón, la belleza de la página escrita devorada por el fuego.» 3) «Le refiero a un amigo, Guillermo Atías, que llevo un Diario. ¿Su nombre? Páginas vacías, porque siempre creí que era mejor no empezarlo.» Y aun así, no faltaron homenajes que distinguidos autores hicieron en sus respectivas obras. — “Cuando todos se vayan” es un poema de Jorge Teillier que está dedicado a “El Chico” y que aparece en su libro El árbol de la memoria (Imprenta Arancibia Hnos. 1961); sin embargo este homenaje no sería verdadero, al respeto, el poeta peruano Juan Cristóbal declara «Si bien el poema está dedicado a Eduardo Molina (...), en realidad, el poema es un homenaje a Ray Bradbury -confesión que me hiciera Jorge- lo cual se puede colegir de su lectura». — En el celebrado poema Única razón de la Pasión de N.S.J.C. el poeta Eduardo Anguila escribió Nuestro Señor Jesucristo subió al Calvario por el Chico Molina. 33 — Nicanor Parra lo celebró en un discurso. — En los títulos nobiliarios que le dedicaba Teófilo Cid. — Es mencionado por Jorge Edwards en La casa de Dostoievsky, libro que ganó el premio Planeta-Casa de las Américas 2008. — Molina es protagonista de la próxima novela de Enrique Lafourcade Viaje al corazón del cielo. — Como dato curioso sus amigos crearon la ADEM (Asociación de Amigos de Molina) a la cual se dice se fueron adhiriendo otras personalidades como Pierre de Place, en París y Jorge Edwards, en Barcelona. — El poeta Álvaro Ruiz recuerda que cuando Molina fue nombrado Presidente Honorario, Relativo y Transitorio (por ser el mayor de todos) aquellos escritores y artistas que se reunían en el bar La Unión Chica. «Éste desde su cargo presidencial determinó crear la cofradía de los botones negros. Uno de los contertulios fue al bazar más próximo y trajo una docena de ellos, los cuales fueron repartidos entre los miembros formalmente inscritos en el Libro de Actas y de ahí en adelante para 33 Eduardo Anguita, entrevistado para El Mercurio (Artes y Letras) del 8 de junio de 1980, es preguntado «- Usted afirmó hace años, en un bello poema, que “Nuestro Señor Jesucristo subió al Calvario por el Chico Molina”. ¿Todavía piensa que eso es cierto?» Y Anguita respondió: «Siempre he pensado así ese verso y los demás de aquel pasaje de un poema de Poesía Entera. El Chico Molina, y cualquier otro individuo humano aunque no sea tan digno y meritorio como Molina, es la persona concreta por la que Cristo subió al Calvario. sentarse en la mesa de los poetas era necesario mostrar el botón negro, negro, negro de los días oscuros y tristes» — «Adiós al Chico Molina, cruel Führer de Lo Gallardo donde escribió ‘El Lobo Estepario’ antes que Hermann Hesse, aunque N.S. Jesucristo murió por él según lo dice Anguita». Se lee en el poema “Adiós al Führer” de Jorge Teillier; donde hace alusión, además, al poema de Eduardo Anguita “Única razón de la Pasión de N.S.J.C.”. — «Al Chico Molina Ventura/ inédito hasta la sepultura/ confesándose en el Vaticano/ de ser autor del Mito de Chile/ Él, más Lobo Estepario que Herman Hesse. », del libro Los poetas de Chile, de Rolando Gabrielli. Editorial Agua Fresca, Bogotá, Colombia, Cisne Color Ltda., 2007 — El poeta Jonás (Jaime Gómez Rogers), lo menciona a Molina en el poema Poetas en la Unión Chica, del libro La voz del agua. — Luis Oyarzún, autor de Mudanzas del tiempo, páginas selectas de un extenso diario de vida, evoca al Chico Molina en la página 13, capítulo “Caleu, noviembre de 1948”: «El poeta Molina carga una vara larguísima en cuya punta hay una pequeña pala inútil, una vara tan larga que debería ser usada para arrancar las hierbas del cielo. Con ella, él es un boyero sacado de alguna historia griega y a su paso las sementeras de trigo barbudo, los bosquecillos de álamos, los manantiales protegidos por la hierba de la plata son otra vez jardín en que podrían aparecer dioses, elfos y ninfas.» — Alejandro Jodorowsky evocó a Molina, en un par de páginas, de su libro La danza de la realidad: «Destacaba el Chico Molina, cincuentón bajo de estatura, ancho de tronco, piernas delgadas y pies diminutos, que seducía nuestros espíritus con su saber enciclopédico. Políglota, era capaz hasta de leer el sánscrito, no había autor o artista que se le nombrara que no conociera. (…) La seguridad del Chico Molina para afirmar un hecho que la razón no podía aceptar como cierto, la encontré en casi todos aquellos que decían tener contacto con planos superiores. Fue entonces cuando comencé a pensar que la mentira, aparte de su calidad despreciable, tenía también una utilidad mística.» Cuando la muerte visita a “El Chico” en agosto de 1986, él vivía en Lo Gallardo, en la casa de su mecenas Inés del Río de Balmaceda. Se dice que ese día las mujeres del pueblo lloraron a Molina Ventura, y le colocaron flores en las manos. En materia mitómana la muerte sería apenas la siesta de quien se ha olvidado de despertar, es posible que “El Chico” nos esté jugando una nueva broma, haciéndonos creer que ha muerto (sólo para empezar a parecerse a un humano). En 1995 Ediciones Platero publicó “Eduardo Molina, un poeta mítico”, montado y editado por Miguel Ruiz, quien señala «El poeta Eduardo Molina Ventura concibió muchos libros, pero lo cierto es que no publicó ninguno». Ruiz es honesto al declarar: «Sé que al publicar estos textos corro el riesgo de que alguno pudiera no ser de él..., pues en los originales no existe separación entre sus poemas y los que ha transcrito de algún poeta que le gustaba...». Luis Alberto Bravo, Hotel Bartleby
Posted on: Fri, 22 Nov 2013 20:36:35 +0000

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