El 2 de Febrero es el día de Lemanjá, orixa de las aguas - TopicsExpress



          

El 2 de Febrero es el día de Lemanjá, orixa de las aguas saladas. Si bien en Brasil es sincretizada con Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción que se festeja el 8 de diciembre, en esta fecha se la venera en Africa y celebra su fiesta en Brasil, Cuba y Uruguay. El nombre de la Yemọja africana deriva de ‘yèyé ọmọ ẹjá’ (madre cuyos hijos son peces), es el orixa de los Ẹgbá, una nación ioruba establecida en otros tiempos en la región entre Ife e Ibadan, donde existe aun el río Yemoja. Las guerras entre naciones iorubas llevaron a los Ẹgba a emigrar hacia el oeste, para Abeokuta, a principios del siglo XIX. Evidentemente no les fue posible llevar el río pero, en contrapartida, transportaron consigo los objetos sagrados y el río Ògùn, que atraviesa la región, a partir de entonces la nueva morada de Lemanjá. El principal templo de Lemanjá esta localizado en Ibara, un barrio de Abeokuta. Los fieles de esta divinidad van todos los años a buscar agua sagrada para lavar los axes en un afluente del río Ògùn, el río Lakaxa. Esta agua es recogida en jarras, transportadas en una procesión seguida por personas que cargan esculturas de madera y un conjunto de tambores. Lemanjá recibe sacrificios de carneros y ofrendas de platos preparados a base de maíz. Los saludos a Lemanjá son bastante interesantes, pues hacen referencia a sus características físicas y morales: Reina de las aguas que viene de la casa de Olokun Ella usa, en el mercado, un vestido de cuentas Ella espera, orgullosamente sentada, delante del rey Reina que vive en la profundidad de las aguas Ella anda alrededor de la ciudad Insatisfecha, derrumba los puentes Ella es propietaria de un fusil de cobre Nuestra madre de senos llorosos Llegada a las costas latinoamericanas Lemanjá se convirtió en una divinidad muy popular en Brasil y en Cuba. Su axe es asentado sobre piedras marinas y conchas guardadas en una porcelana azul. El sábado es el día que le es consagrado, junto a otras divinidades femeninas. Sus adeptos usan collares de cuentas de vidrio transparentes y se visten, preferentemente, de azul claro. Le hacen ofrendas de carnero, pato y platos preparados a base de maíz blanco, aceite, sal y cebolla. En la danza sus iaôs imitan el movimiento de las olas, flexionando el cuerpo y haciendo curiosos movimientos con las manos. Manifestada en sus iaôs, Lemanjá tiene un abanico de metal blanco y es saludada con gritos de ‘Odo Iyá’ (madre del río). En Brasil es sincretizada con Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, festejada el 8 de diciembre y, en Cuba, con Santa Virgen de Regla, festejada el 8 de septiembre. En estos dos países ella está mas ligada a las aguas saladas, por ello, las personas hacen abstracción, en Bahía, del sincretismo que liga Oxum a Nuestra Señora de la Candelaria, festejada el 2 de febrero, pues es en esta fecha se organiza un solemne presente para Lemanjá. Eso muestra que el sincretismo entre los dioses africanos y los santos de la iglesia católica no es una rigidez y de un rigor absoluto. En Bahía, según lo cuenta Carybe, Lemanjá “todos los años recibe el humilde regalo de sus hijos pescadores. La Reina de las Aguas, en el día 2 de febrero, recibe flores, perfumes, mensajes, peines, dinero, aros y brazaletes en las playas de Rio Vermelho. Sobre todo son flores, enormes balaios de flores lo que transportan los saverios y balsas para alta mar, donde son depositados en las aguas profundas donde ellas vive. En las primeras horas de la tarde el gentío cubre la playa y los peñascos, gente de candomble danza para Yemanja en la pequeña enramada de paja de palmera donde los atabaques llaman con sus toques predilectos y las voces roncas de los pescadores cantan antiguos cantos en lengua yoruba, cantos que ella oye hace siglos en las costas del Atlántico, tanto en las de Africa como en las de América: Iyá olo oyon oruba ‘madre de los senos húmedos’. Yemanja, madre de todos los orixas y de todos nosotros, en el verde-verde de sus aguas profundas oye el pedido y viene a Bahía; puede estar en Santiago de Cuba o en Haití, en el Golfo de Benin o en Sao Luiz do Maranhao, mas ella no dejará de venir a recibir las flores, los espejos y perfumes que sus hijos depositan en sus profundas aguas verde-verdes. “En Río de Janeiro, en Santos y Porto Alegre, el culto de Lemanjá es muy intenso durante la ultima noche del año, cuando centenas de millares de adeptos van, cerca de la media noche, a encender velas a lo largo de las playas y dejar flores y presentes en el mar. Son seguidores de una religión nueva llamada umbanda, una mezcla entre las religiones africanas, el espiritismo de Alain Kardec y eruditas elaboraciones filosófico religiosas de tendencias universalistas. Sus adeptos tomaron a Lemanjá como la personificación del bien y la maternidad austera […] su imagen aparece delgada y esbelta, con pequeños senos y cuerpo imponentemente curvado. En Cuba, en el barrio de Regla, un suburbio de La Habana, cerca de la iglesia hay dos cabildos, hermandades religiosas católicas compuestas de descendientes de africanos lucumí (iorubá). El salón noble de esas asociaciones abriga ostensivamente un altar magníficamente adornado, donde figuran las imágenes de los santos católicos sincretizados con los orixas lucumí. Los lugares consagrados a los orixás africanos son instalados mas discretamente en una sala contigua, reservada exclusivamente a los miembros del cabildo. En la víspera del 8 de septiembre, son ofrecidos sacrificios de animales a los orixás y se encienden velas delante del altar católico. Lydia Cabrera escribe que ‘después de esa vigilia nocturna todos asisten a la misa en la iglesia de Regla y las imágenes que adornan el altar del cabildo van, por la mañana bien temprano, en procesión a visitar a la Virgen de Regla en el interior de su iglesia. El cortejo es recibido por el párroco, que lo acompaña de vuelta para la puerta’. Hasta aquí están salvadas las apariencias católicas de la fiesta. ‘Pero un trío de tambores batá espera a la salida y al son de instrumentos musicales africanos y de cantos en lucumí es que la procesión sigue su marcha […] hasta la playa, donde aquellos que toman parte de esa ceremonia se entregan a un acto de purificación […] La procesión continua su curso danzando al son de los batá, visita a las diversas autoridades civiles, después a los muertos y antepasados que descansan en el cementerio. Todas las casa del barrio tienen altares de la Virgen de Regla. Ese paseo, que es una danza ininterrumpida, recién acaba al anochecer’.” Y el Río de la Plata también tiene su fiesta para Lemanjá. Veníamos a dedo desde Colonia corriendo detrás de las Llamadas de candombe montevideanas. Llegamos tarde a Playa Ramírez, cuando el sol ya había caído y muchas de las ofrendas viajan en sus canoas, mar adentro. No obstante, muchos fieles seguían arrojando sus pedidos y agradecimientos al agua. La arena estaba minada de huecos encendidos de velas blancas y celestes. Religiosamente, mi compañera y yo cavamos nuestro pozo y encendimos las nuestras, compradas a alguno de los cientos de niños y mujeres que las vendían. La playa era una fiesta multitudinaria y ruidosa: había grupos tocando y danzando para Lemanjá, otros realizaban limpiezas a los fieles, algunos organizaban el desembarco de ofrendas, más allá una ronda de capoeira, más acá algunos solitarios entregaban flores a las aguas del río mar montevideano… Era lindo de ver, y difícil de entender para un ojo tan inexperto e ignorante como el nuestro. Así fue que encendimos nuestras velas, metimos las patas en el agua, entregamos, pedimos y agradecimos alguna cosa y respetuosamente nos retiramos. Al año siguiente, bajando desde Brasil, aterrice en Valizas, un pueblito de pescadores en la costa norte del Uruguay. Sin saberlo y sin proponérmelo llegue justo para el festejo. Los negocios y bares anunciaban en carteles escritos con tizas de colores: “Hoy en Valizas Fiesta de Lemanja”. La cosa comenzó con la noche. Una cuerda de candombe iba en procesión por la calle mayor que desembocaba en el mar. Eran unos diez tambores que desfilaban detrás del barquito-ofrenda con la imagen de la santa, cargado de regalos y trozos de sandía. Había banderas al frente y gente bailando alrededor. No seríamos mas de treinta los que lentamente fuimos llegando al mar, que con su furia natural, rugiendo nos recibía en la noche. Llegamos, los tambores comenzaron a tocar enérgicamente mientras la ofrenda llegaba al agua. El cielo negro, la luna redonda, el barco entrando, los tambores subiendo y una ola gigante que sin decir agua va nos lamió los pies y se llevó su regalo a las profundidades del mar… La fiesta continuó un rato más, la bandera que encabezaba la procesión flameaba entre las olas, la música fue bajando suavemente, el viento y el fresco de la noche nos fue dejando a cada uno en su casa. En la playa quedó retumbando los ecos del candombe… No todos los regalos habían sido de su agrado, a la mañana siguiente Lemanjá había devuelto muchos de los presentes, la arena estaba regada de tesoros.
Posted on: Fri, 19 Jul 2013 22:21:50 +0000

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