El Espíritu Santo nos hace testigos de Cristo 19/10/2013 Evangelio: Lc 12,8-12 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios. A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Oración introductoria: Señor, concédeme el don de esa fe que me permita salir de mí mismo, abandonar la propia tierra del egoísmo, los confines de lo ya conocido, las propias seguridades y apegos, para encaminarme a cumplir tu voluntad. Dame esa fe real y verdadera que transforme toda mi vida. Yo creo en ti Señor, pero te pido que me aumentes la fe. Petición: Espíritu Santo, dulce Huésped y Consolador de mi alma, fortaléceme para ser un auténtico testigo de Cristo. Meditación: Mediante la Confirmación recibimos la fuerza del Espíritu Santo para ser amigos y testigos de Cristo. Por este sacramento somos marcados y cambiados internamente, es decir somos criaturas nuevas. Si hemos recibido este gran don, ya nada puede ser lo mismo. Tenemos delante de nosotros la tarea de colaborar con la gracia para llegar a la plenitud de Cristo. Pidamos a Dios que reavive en nosotros la gracia de la Confirmación y que el Espíritu nos dé sus dones. Vivamos de tal forma que toda nuestra existencia esté movida e inspirada por el Dulce Huésped del alma. Dispongamos también nuestro carácter y formación humana de tal manera que pueda ser una base sólida sobre la que pueda actuar el Espíritu Santo. Dios sólo puede derramar su Espíritu en nosotros si se lo permitimos y si le dejamos cambiarnos por dentro. Fomentemos el silencio para escuchar su voz y seguir con docilidad sus inspiraciones. Cuanto más nos dejemos guiar por el Espíritu, tanto mayor será nuestra transformación en Cristo y más profunda la fuerza de nuestro testimonio. Reflexión apostólica: Mediante la Confirmación recibimos la fuerza del Espíritu Santo para ser amigos y testigos de Cristo. Por este sacramento somos marcados y cambiados internamente, es decir somos criaturas nuevas. Si hemos recibido este gran don, ya nada puede ser lo mismo. Tenemos delante de nosotros la tarea de colaborar con la gracia para llegar a la plenitud de Cristo. Pidamos a Dios que reavive en nosotros la gracia de la Confirmación y que el Espíritu nos dé sus dones. Propósito: Corresponder a la gracia recibida en la Confirmación siendo fiel a las inspiraciones del Espíritu Santo. Diálogo con Cristo: Señor Jesús, concédeme vivir de tal forma que toda mi existencia esté movida e inspirada por el Dulce Huésped del alma. Ayúdame también a disponer mi carácter y formación humana, de tal manera que pueda ser una base sólida sobre la que pueda actuar el Espíritu Santo. «El Evangelio vivido debe forjar testigos ardientes y contagiosos de la fe y del amor a Jesucristo; el mundo y la Iglesia necesitan cristianos convencidos»
Posted on: Sun, 20 Oct 2013 01:12:42 +0000
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