El Fallo De La Corte Contra Clarín Un triunfo político del - TopicsExpress



          

El Fallo De La Corte Contra Clarín Un triunfo político del kirchnerismo que amenaza terminar en una farsa Dos días después de las elecciones llegó el fallo de la Corte sobre Clarín. El gobierno se alzó con un gran triunfo político que pareció devolverle el alma al cuerpo luego de su derrota el 27. Nos referiremos a continuación al debate generado a partir de esta cuestión. UNA APUESTA A LA GOBERNABILIDAD El fallo es eminentemente político y no podía llegar en mejor momento para el oficialismo. La Corte evitó pronunciar su fallo antes de las elecciones para evitar que se amplifiquen las denuncias de “connivencia” con el Ejecutivo. Sin embargo, el momento del fallo ha tenido mucho sentido de oportunidad: le permitió al gobierno alzarse con un triunfo político que le da aire para encarar los dos años que le quedan de mandato. El resultado de la elección había terminado de enterrar toda veleidad reeleccionista. Sin embargo, haber logrado mantener mayoría propia en ambas cámaras y retener el carácter de primera minoría política nacional eran ya dos elementos a ser destacados en cualquier análisis. Es en este contexto donde debe insertarse el fallo de la Corte: una evidente apuesta a la gobernabilidad, una contribución a que la transición política abierta luego del 27 de octubre no se desmadre. Hay un segundo elemento que va en el sentido del fortalecimiento del régimen político: la manera de arbitrar en la “colisión de intereses” entre el Poder Ejecutivo y un grupo empresario. La Corte parece estar diciendo que se está ante una ley votada legalmente en ambas cámaras del Congreso, una ley nacional, y que por lo tanto debe ser respetada. Esto último es también una apuesta a la gobernabilidad, pero en un sentido más estratégico: el que hace a continuar la relegitimación y fortalecimiento de las instituciones de la democracia patronal, en este caso del propio Congreso Nacional y sus leyes: “La Corte realiza ingentes esfuerzos para fortalecer las instituciones de esta república y la independencia de la Justicia”, declararon en un comunicado conjunto sus integrantes. La Corte Suprema viene cumpliendo un importante rol de arbitraje. Cuando la crisis del “campo” ese rol lo cumplió el Senado, con la derrota del gobierno de la mano del voto “no positivo” de Cobos. En este caso, el arbitraje lo realiza la Corte y el gobierno sale con un éxito político; en ambos casos se ratifica un debilitamiento del poder de arbitraje del Ejecutivo y la aparición de otra institución que lleva adelante tal tarea. Pero en todo caso, este juego incrementado de “contrapesos” entre el gobierno, el Congreso y la Corte muestra un período político donde, luego del “que se vayan todos” de 2001, se expresa una cierta relegitimación de las instituciones de la “democracia”. No obstante, no hay que perder de vista que la fragmentación del sistema de partidos sigue siendo un punto crítico que de aquí a 2015 (y seguramente más allá) seguirá generando problemas y abriendo brechas por donde se podrán colar la lucha de clases y la izquierda. LA AUSENCIA DE CONSECUENCIAS PRÁCTICAS De entre los fundamentos del fallo, queremos destacar algunos. Uno es el de las licencias y la propiedad sobre los recursos naturales. Clarín argumentó derechos adquiridos y vigencia de las licencias para señalar que la ley de medios la afectaba, en la medida en cuestionaría la seguridad jurídica y la propiedad privada. A este respecto, la Corte marcó un límite. El negocio de los medios se monta sobre una serie de recursos como el espacio radioeléctrico y las ondas electromagnéticas. Como en el caso del subsuelo, la naturaleza que está por sobre la superficie es propiedad del Estado nacional, que tiene constitucionalmente la potestad de conceder licencias y otros menesteres. Cuando Clarín aduce afectación a su propiedad, la Corte le responde que estos aspectos sobre los que monta su negocio no son del multimedios sino del Estado; de ahí que éste tenga la potestad de otorgar y quitar licencias. Estos y otros argumentos terminaron volcando la votación a favor de la ley de medios. Sin embargo, lo anterior no es más que el costado político del asunto: ahora se viene la “hora de la verdad” en el sentido de las consecuencias prácticas tendrá la aplicación de la ley. Y a este respecto, las cosas comienzan a adoptar tono de farsa. Tras el fallo adverso, Clarín presentó el famoso “plan de adecuación” para poner sus negocios a tono con la ley. Y resulta ser que ahora Sabattella ha dicho que el gobierno “se va a tomar 120 días para evaluarlo”, bajándole el tono a la disputa. Pero el susodicho plan consiste, simplemente, en un reparto de la propiedad del multimedios entre seis empresas, que perfectamente podrían quedar en manos de personal, familiares u sociedades anónimas vinculadas a la empresa “madre”. Es decir, el negocio seguiría de hecho en las mismas manos, aunque jurídicamente aparecería repartido entre seis empresas formalmente “distintas”. Uno se podría preguntar: ¿tanto lío para esto? Es que desde el vamos la ley de medios del gobierno fue una iniciativa muy vaciada de todo contenido real, que solamente apuntaba, a establecer una “regulación política” de los medios, a crear medios afines y no mucho más. El problema se armó porque Clarín pasó a la oposición rompiendo con los K en oportunidad del conflicto con la patronal agraria, y cuando el oficialismo le respondió sancionando una ley “reguladora” de los medios, Noble y Magnetto le cuestionaron al gobierno esta potestad política; potestad que ahora acaba de sancionar la Corte a favor del oficialismo. ¿De dónde proviene la farsa entonces? Del simple hecho de que, restablecida la autoridad gubernamental, los cambios efectivos en el negocio del multimedios serán prácticamente irrelevantes. Aquí está, además, el verdadero problema de fondo: el gobierno nunca batalló ni legisló para que se lograran medios realmente independientes: lo suyo fue siempre una suerte de “redistribución” y regulación del mercado de medios, penando a los medios opositores y beneficiando el desarrollo, o la creación, de medios afines, siempre buscando limitar el monopolio de los medios enfrentados a él. Quien haya creído que se trataba de una verdadera “democratización de los medios”, con este potencial arreglo que se está dibujando seguramente quedará desencantado. LA POSICIÓN DE LOS REVOLUCIONARIOS Esto nos lleva a los problemas de fondo en cuanto a la actitud de los revolucionarios frente a los medios de comunicación. Hay que partir de las modificaciones operadas a lo largo del último siglo en materia de medios de comunicación. En las últimas décadas se ha vivido una profunda revolución en los medios vinculada a los desarrollos tecnológicos y el mundo neoliberal en que vivimos. Esto ha dado lugar a grandes empresas privadas de multimedios de alcance nacional, regional y mundial. Esto se ha dado junto con el giro neoliberal y la dinámica hacia la “reducción del Estado”. Es decir, a diferencia de las primeras décadas del siglo XX con sus “estados totalitarios”, y de la segunda mitad con el “estado benefactor”, el modelo de los últimos años ha sido un estado armado hasta los dientes pero retirándose de la gestión directa de la economía. Este imperio del libre mercado fue matizado en los últimos años a instancias de la crisis internacional y la intervención estatal para rescatar bancos y empresas a costa del erario público (es decir, de los trabajadores). Esto obliga a introducir modificaciones en la forma marxista de abordar los problemas vinculados a la libertad de expresión. En primer lugar, recordemos someramente que Lenin, en El Estado y la revolución, insistía en la concepción clásica del marxismo de que las libertades democráticas bajo el capitalismo se reducen habitualmente casi hasta el ridículo en la medida que se trata de libertades formales pero que los explotados y oprimidos no pueden hacer valer a su favor. Es el caso, por ejemplo, de la libertad de prensa, dónde las grandes empresas que monopolizan los recursos materiales y el papel son las que tienen la libertad de decir lo que quieran, mientras que los sectores trabajadores y sus organizaciones, sin esos fondos y recursos, no pueden hacer valer sus opiniones entre el amplio público. Andando el siglo XX, esto tuvo una vuelta de tuerca: la aparición de los “estados totalitarios” que no dejaron resquicio para opiniones en contrario. Incluso la burocratización de la Revolución Rusa planteó un problema similar. De ahí que Trotsky planteara como principal problema para la libertad de prensa el rechazo al monopolio de los medios por parte del Estado, y haya planteado como “mal menor” a los medios privados capitalistas independientes; un elemento del juego democrático en el cual apoyarse contra el imperio omnímodo del estado totalitario. Ahora bien: es un completo despropósito ubicarse hoy de esta manera, como hacen algunas fuerzas de la izquierda, aunque por razones más de ocasión que principistas.[1] En la historia latinoamericana reciente, los grandes multimedios han servido como vehículos políticos de la oposición patronal más recalcitrante. Estos inmensos multimedios tienen mayor poder de comunicación, muchas veces, que el propio gobierno; más allá de que este mismo oficialismo, el “progresismo” o el “nacionalismo burgués del siglo XXI”, también cierra con siete llaves casi todos los grifos de la libre comunicación y usa los medios estatizados o de empresarios afines a su exclusivo servicio. En este escenario, los socialistas revolucionarios debemos mantener una posición independiente tanto del multimedios como del intento de regimentación estatal, o de un monopolio de la información en manos del oficialismo. Ambos caminos le cierran el acceso a la expresión e información a los trabajadores, los explotados y oprimidos. QUE LOS MEDIOS PASEN A MANOS DE LOS TRABAJADORES Nuestro partido rechaza tanto a la Corpo como a la ley de medios K, que el gobierno quiere utilizar como palanca para montar un negocio para medios privados afines. El planteo estratégico es de tipo casi autogestionario: a nuestro modo de ver los medios no pueden estar ni en manos de los grandes multimedios privados ni del estado “progresista” o “nacionalista” (que sigue siendo en definitiva burgués): la salida sólo puede pasar por que los medios pasen a manos de los trabajadores, de sus organizaciones, de los movimientos populares, de los organismos estudiantiles, del movimiento de mujeres, de derechos humanos, etc. Y los actuales medios deben pasar a ser gestionados por sus propios trabajadores. Sólo de esta manera se asegurará, realmente, información crítica e independiente. 1 - En sus apariciones públicas luego de las elecciones, Néstor Pitrola la emprendió contra el gobierno y la Corte, pero se cuidó muy bien de afirmar una posición independiente y de clase denunciando al multimedios. Explotar las brechas que se puedan abrir por arriba en el seno de los medios de comunicación de los capitalistas no sólo está muy bien, sino que es obligatorio. ¡Lo que no está nada bien es alinearse, con posiciones “liberal-republicanas”, con uno de los bandos capitalistas en pugna! SOCIALISMO O BARBARIE Nº 268
Posted on: Fri, 08 Nov 2013 09:20:51 +0000

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