El Señor Resucitado confirma la precedencia de Pedro A pesar - TopicsExpress



          

El Señor Resucitado confirma la precedencia de Pedro A pesar de su debilidad, su lugar como cabeza de los Apóstoles fue confirmado más adelante por Jesús, y su precedencia no fue menos destacada luego de la Resurrección que antes. Las mujeres que fueron primeras en hallar el sepulcro de Cristo vacío, recibieron del ángel un recado especial para Pedro (Marcos, xvi, 7). Sólo a él de entre los Apóstoles se le apareció Cristo en el primer día luego de la Resurrección (Lucas, xxiv,34; I Cor., xv, 5). Pero lo más importante de todo, cuando se apareció junto al Lago de Genesaret, Cristo renovó la comisión especial a Pedro de alimentar y defender a su rebaño, después que Pedro hubo afirmado por tres veces su amor especial por su Maestro (Juan, xxi, 15-17). En conclusión, Cristo predijo la muerte violenta que habría de sufrir Pedro y, de esta manera, lo invitó a seguirlo de un modo especial (ibid., 20-23). De este modo Pedro fue llamado y entrenado para el Apostolado, e investido con el primado entre los Apóstoles, que ejerció de manera inequívoca luego de la Ascensión de Cristo al Cielo. == II. SAN PEDRO EN JERUSALÉN Y PALESTINA LUEGO DE LA ASCENSIÓN =0 Nuestra información sobre la temprana actividad Apostólica de San Pedro en Jerusalén, Judea y los distritos hacia el norte hasta Siria, se deduce principalmente de la primera parte de los Hechos de los Apóstoles, y es confirmada por las incidentales menciones colaterales en las Epístolas de San Pablo. De entre los muchos de Apóstoles y discípulos que, luego de la Ascensión de Cristo a los Cielos desde el Monte de los Olivos, retornaron a Jerusalén para aguardar el cumplimiento de Su promesa de enviar al Espíritu Santo, Pedro se destaca inmediatamente como el líder de todos, y es constantemente reconocido en adelante como cabeza de la comunidad Cristiana en Jerusalén. Él toma la iniciativa en la designación al Colegio Apostólico de otro testigo de la vida, muerte y resurrección de Cristo para sustituir a Judas (Hechos, i, 15-26). Luego de la venida del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés, Pedro imparte a la cabeza de los Apóstoles el primer sermón público para proclamar la vida, muerte y resurrección de Jesús, y gana un gran número de Judíos como conversos a la comunidad Cristiana (ibid. ii, 14-41). El primero de los Apóstoles en operar un milagro público, cuando entró al templo y curó a un hombre tullido en la Puerta Hermosa. A la gente que se amontonaba en su asombro alrededor de los dos Apóstoles, les predica un largo sermón en el Pórtico de Salomón y trae un nuevo incremento en el rebaño de creyentes (ibid., iii, 1-iv, 4). En los subsiguientes interrogatorios a los dos Apóstoles ante el Gran Sanedrín de los Judíos, Pedro defiende de manera intrépida e impresionante la causa de Jesús y la obligación y libertad de los Apóstoles de predicar el Evangelio (ibid., iv, 5-21). Cuando Ananías y Safira intentan engañar a los Apóstoles y a la gente, Pedro se presenta como juez de su acción y Dios ejecuta la sentencia de castigo dictada por el Apóstol, causando la muerte súbita a los dos culpables (ibid., v, 1-11). Mediante numerosos milagros Dios confirma la actividad Apostólica de los creyentes en Cristo, habiendo también aquí mención especial de Pedro, ya que se registra que los habitantes de Jerusalén y ciudades vecinas llevaban a sus enfermos en sus lechos a las calles para que pudiese caer sobre ellos la sombra de Pedro y por ello ser curados (ibid., v 12-16). El siempre creciente número de fieles provocó que el supremo consejo Judío adoptara nuevas medidas contra los Apóstoles, pero Pedro y los Apóstoles responden que Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (ibid., v, 29 sqq.). No sólo en Jerusalén mismo fue que Pedro trabajó para cumplir la misión que le confió su Maestro. También retuvo conexión con otras comunidades Cristianas en Palestina y predicó el Evangelio tanto allí como en las tierras ubicadas más al norte. Cuando Felipe el Diácono había ganado una gran cantidad de creyentes en Samaría, Pedro y Juan fueron enviados a dirigirse allí desde Jerusalén para organizar la comunidad e invocar al Espíritu Santo que descendiera sobre los fieles. Pedro de presenta por segunda vez como juez en el caso del mago Simón, que desea adquirir de los Apóstoles el poder de invocar también él al Espíritu Santo (ibid., viii, 14-25). En el camino de regreso a Jerusalén los dos Apóstoles predicaban las gozosas nuevas del Reino de Dios. En adelante, luego de la partida de Pablo de Jerusalén y su conversión antes de Damasco, las comunidades Cristianas en Palestina fueron dejadas en paz por el consejo Judío. Pedro encaró ahora un extenso viaje misionero, que lo llevó a las ciudades marítimas Lida, Joppe y Cesarea. En Lida curó al paralítico Eneas, en Joppe elevó a Tabitá (Dorcás) de entre los muertos, y en Cesarea, instruido por una visión tenida en Joppe, bautizó y recibió en la Iglesia a los primeros Cristianos no Judíos, al Centurión Cornelio y a su gente (ibid., ix, 31-x, 48). Al regreso de Pedro a Jerusalén un poco más adelante, los Judeo Cristianos estrictos que consideraban la adhesión estricta a la ley Judía como obligatoria para todos, le preguntaron por qué había entrado y comido en la casa de los incircuncisos. Pedro habla de su visión y defiende su acción, que fue ratificada por los Apóstoles y los fieles de Jerusalén (ibid., xi, 1-18). Una confirmación del lugar acordado por Lucas en los Hechos a Pedro, lo aporta el testimonio de San Pablo (Gál. i, 18-20). Luego de su conversión y de tres años de residencia en Arabia, Pablo fue a Jerusalén a conocer a Pedro. Aquí el Apóstol de los Gentiles claramente designa a Pedro como la cabeza autorizada de los Apóstoles y de la temprana Iglesia Cristiana. La larga residencia de Pedro en Jerusalén y Palestina pronto tocó a su fin. Herodes Agripa I inició (A.D. 42-44) una nueva persecución a la Iglesia en Jerusalén; después de la ejecución de Santiago, el hijo de Zebedeo, este gobernante hizo poner a Pedro en prisión, con la intención de también hacerlo ejecutar cuando hubiere pasado la Pascua Judía. Pedro, no obstante, fue liberado de manera milagrosa, y dirigiéndose a casa de la madre de Juan Marcos, donde muchos de los fieles estaban reunidos para la oración, les informó sobre su liberación de manos de Herodes, les mandó que comunicasen el hecho a Santiago y los hermanos y entonces salió de Jerusalén para marchas a otro lugar (Hechos 12:1-18). Sobre la posterior actividad de San Pedro no recibimos más información desde las fuentes existentes, aunque poseemos breves noticias sobre ciertos episodios individuales de su ulterior vida.
Posted on: Wed, 04 Dec 2013 13:49:45 +0000

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