El anticatalanismo, al igual que el antivasquismo son elementos esenciales y no accidentales del nacionalismo español, que consiste no en un proyecto de país, sino en un intento desesperado de mantener enganchados los últimos restos de un imperio en avanzado estado de descomposición para inventarse una nación. Las señas de identidad de esta supuesta nación cuya clase dominante ignora su pasado terminan siendo el toro de Osborne, el Real Madrid, o el "relaxing café con leche": la chabacanería testosterónica y la ignorancia. Toda nación es un comunidad imaginaria, pero la española se basa en buena parte en el odio y el resentimiento, no hay en ella el más mínimo elemento de ciudadanía activa, de protagonismo efectivo del pueblo. Si, según Renan, la nación es un plebiscito cotidiano, la "nación" española se basa en la ausencia de ese plebiscito para los que dicen pertenecer a ella y para los que en ella se integran por la fuerza. La "nación" española es un silencio cotidiano con olor a cuartel y a cuneta. Que una buena parte de la izquierda defienda "la unidad de los hombres y tierras de España" contra los separatismos disgregadores es muestra de su debilidad e inanidad política. La unidad y la solidaridad de los pueblos ibéricos es un objetivo legítimo y necesario para un internacionlista, pero solo podrá lograrse desde la libertad.
Posted on: Thu, 12 Sep 2013 08:00:52 +0000
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