“El artista ha sido y debe ser un transgresor”: Libaniel - TopicsExpress



          

“El artista ha sido y debe ser un transgresor”: Libaniel Marulanda El músico y cuentista Libaniel Marulanda es uno de los referentes de la cultura departamental. Ganador de varios concursos literarios y musicales, no tiene pelos en la lengua para cuestionar las modas y las costumbres de los gestores culturales. ‘En directo al grano’, su más reciente trabajo discográfico, va lanza en ristre contra la corrupción y la mega-minería. Usted tiene una visión crítica de la música hecha por quindianos. Cuestiona el bambuco de corte paisajístico. ¿Cuáles son los argumentos de su posición? Con dignas excepciones, la música hecha por quindianos tiende a caer en varios defectos que hoy examinados de manera crítica y pueden sintetizarse en la repetición de la temática del paisaje sin que haya aportes poéticos originales y novedosos. Por el contrario, la inclusión en las letras de las mismas frases de cajón, los lugares comunes y los versos previsibles contribuyen a pauperizar la música. Al tiempo que se enfatiza en el paisaje que nos circunda, hemos omitido darle el lugar que corresponde a quien hace que ese paisaje superviva como es el campesino, como si esta belleza no necesitara del amor y el trabajo de una clase social que siempre ha sido objeto de la exclusión y la injusticia. Nuestros autores de letras no se toman el trabajo de cuestionar una realidad social de la que, incluso, también son víctimas. La mirada de nuestros autores, al quedarse en el costumbrismo, termina por padecer el síndrome del avestruz, una actitud que por desgracia entraña un silencio cómplice, de espaldas al conflicto agrario y laboral del Quindío. Puede decirse además que aquí tenemos un ejemplo patético de cómo el arte puede devenir en artesanía cuando no se le ponen bolas al asunto de la originalidad y el rigor que deben estar presentes en cada nueva obra artística. Desde luego que existen opiniones y criterios de indudable respetabilidad que abogan por la importancia de preservar lo que se crea desde el territorio del folclor, pero aquí sobreviene la incómoda pregunta que motiva mis convicciones, ¿es inamovible el folclor? Yo siempre he creído que no solo es posible hacer mover el folclor sino que es necesario. Es incontrovertible el hecho de que el arte y la civilización occidental llegaron a nuestros países por los puertos, por sus costas. En materia de música hay que admitir, por extensión, que los avances de ese arte se han dado primero allí. Mire no más los instrumentos y las orquestas y dónde han tenido mayor difusión y trascendencia. Observará que justamente allí, el folclor ha evolucionado a una velocidad conveniente. Le pongo un ejemplo, la cumbia, nuestro aire nacional nació entre flautas y tambores pero ganó estatura mundial en la medida en que se expandieron sus posibilidades sonoras, tímbricas. Ahora bien, ¿de dónde llegaron los saxofones, las trompetas, los contrabajos? No hace mucho presentó ‘Directo al grano’, su más reciente álbum. Allí es patente su compromiso artístico con ideas de la izquierda. ¿Cuáles son las responsabilidades sociales del artista? Más que compromiso con ideas de izquierda, mi compromiso como trabajador del arte está orientado a ejercer como notario musical de nuestra realidad. Si nuestra realidad está circundada por la miseria, la inequidad, el abuso del poder y la corrupción de uno y otro gobierno, pues sí, entonces considéreme un compositor de una izquierda no mesiánica ni excluyente. Apoyándome en opiniones de García Márquez, déjeme añadir que sea cual fuere el sistema político en que el artista participa como creador, su quehacer estará en contravía de lo ortodoxo y por extensión de lo oficial. El artista ha sido y debe ser un transgresor porque el arte tiene fincada su razón de ser en eso. Transgredir es transformar y reemplazar lo viejo y obsoleto por lo nuevo. El artista debe ser al mundo lo que la piel es al cuerpo —su parte más sensible—. A pesar de llevar cincuenta años como artista y de todo su talento, sus canciones no suenan en la radio. ¿Cómo explica que la apuesta de la radio comercial sea por música de poca elaboración y ningún concepto? Quiero dejar en claro que nunca he creído ser un músico “talentoso” por razones simples, no fui a la academia y no sé gramática musical. Tal vez por ser indisciplinado poco a poco me convertí en un improvisador nato y de improvisación en improvisación fui adquiriendo cierta facilidad para crear música. Contrario al patetismo con que suelen arroparse muchos compositores pobres de origen, sin desconocer la pobreza de mi casa debo admitir que tuve todas las facilidades para estudiar música y no quise hacerlo. Ser autodidacta es también una forma decente de no echar sobre los hombros de un maestro el peso de nuestra mediocridad artística. La segunda parte de su pregunta tiene qué ver con el sistema económico que nos gobierna o mejor al que estamos sometidos que es el neoliberalismo, donde el mercado es el dios. Los músicos tienen que competir con las miles de canciones que inundan el ámbito de la radio y el comercio. Si desde los orígenes de la historia de la música los artistas necesitaban el mecenazgo del poder, imagínese ahora qué puede esperar un hacedor de música del siglo XXI que no tiene tras de sí un emporio comercial fonográfico o publicitario. No exagero si le digo que existe mayor posibilidad de acertar el baloto que conseguir que una sola canción medianamente decente suene en nuestra radio. Móntese en un bus, en un taxi, oiga qué clase de música está obligada a oír la gente, porque, al fin y al cabo, la audiencia es un elemento pasivo a quien la radio ha sometido a escuchar una y otra vez la misma basura, de modo que la repetición crea un gusto, una subcultura, un comportamiento que se induce como los reflejos condicionados de Pavlov que utilizan los circos. Todo por la plata. Si quieres que te oigan ¡Paga! Esto no es un secreto. Esa es la payola y si no existiera, la música popular no habría caído en la idiotez actual, contrario a lo que fue en la época dorada y decente de la radio comercial. Visto así el asunto, es ilusorio creer que basta con componer músicas, letras, interpretar canciones y grabarlas para que alcancen el honor de ser difundidas. En cuanto toca con mi producción, sé de antemano y acepto que se trata de un cancionero que no es comercial, que no le gustará al 99% del público, que no será promocionado ni siquiera por las emisoras comunitarias donde tengo tantos amigos. Pero aun así, me gusta hacerlo porque es una actividad que me hace sentir socialmente útil. En la música como en la literatura, y recurriendo una vez más a Gabo, hay que aceptar que uno compone, canta o escribe para que los amigos nos quieran más. Opinar | Enviar | Imprimir | Comente esta nota Importante: Debe ser un usuario registrado para comentar esta nota. Agradecemos su participación respetuosa y el intercambio de opiniones. Sin embargo, La Crónica del Quindío se reserva el derecho de eliminar comentarios ofensivos, ataques personales y spam. Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad de los usuarios. Regístrese o ingrese Aquí
Posted on: Sat, 26 Oct 2013 03:54:49 +0000

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