El autogolpe en el horizonte octubre 6, 2013 By Carlos - TopicsExpress



          

El autogolpe en el horizonte octubre 6, 2013 By Carlos Tórtora El mes de reposo que deberá cumplir la presidente, luego de que se le diagnosticara una “colección subdural crónica” durante una serie de estudios que se le practicaron ayer en el Instituto Favaloro, podría modificar el escenario K político nacional. En enero del 2012, CFK debió operarse de la tiroides y tomarse licencia por 20 días. La comparación del contexto político que rodeó a ambos episodios médicos no deja lugar a dudas. Por entonces, Cristina acababa de ganar brillantemente su reelección, en cambio ahora se enfrenta a una segura derrota electoral en el distrito que marca el destino político del país. La segunda diferencia importante es que, en el actual marco político, una novedad médica de este calibre necesariamente da lugar a diversas especulaciones. Sobre todo por el hecho de que, tal como se plantean las cosas, la presidente no estaría a cargo del Ejecutivo en la noche más dura que le espera al kirchnerismo después de diez años de gobierno: la del 27 de octubre. Un régimen como éste, que se caracteriza por un férreo control de la información y la ausencia de transparencia de los actos de gobierno, favorece la suposición de que esta nueva licencia presidencial por razones de salud puede esconder un plan político para responder al debilitamiento que le provocaría al gobierno la inminente derrota electoral. ¿Es esta licencia la forma de retomar la iniciativa perdida que encontró el kirchnerismo? Como no puede ser de otro modo, empezarán a multiplicarse las versiones sobre una eventual renuncia de la presidente y el llamado a elecciones anticipadas. Que el timón del gobierno quede en manos de un vicepresidente a punto de ser citado a indagatoria por enriquecimiento ilícito es sin duda una situación singular. Esta crisis de salud sirve también para desconcertar a una oposición dispersa que hasta ayer se preparaba para plantearle condiciones a CFK luego de que las elecciones la debilitaran. Daría la impresión de que, a partir de ahora, el cristinismo podría intentar capitalizar la licencia en varios sentidos. Por ejemplo, las críticas al autoritarismo de Cristina serían replicadas como intentos de desestabilizar a una presidente enferma. La victimización volvería a ser una carta fuerte de la acción psicológica del oficialismo. Una fórmula que a ella le dio extraordinarios resultados luego del fallecimiento de Néstor Kirchner. Pero en las actuales circunstancias, la ausencia presidencial puede apuntar a un mensaje aún más profundo. El sistema de poder argentino dejó de funcionar sobre la base de las instituciones republicanas para orbitar en torno a un personalismo excluyente. A todo esto, las reservas del Banco Central están cayendo mientras crece en los tribunales de EEUU el riesgo de un nuevo default. La inflación y el descontrol del gasto público generan la impresión de que el gobierno no podrá continuar así mucho más allá de octubre. Y en el seno del peronismo se cocina a fuego lento una crisis que se sumaría al crecimiento geométrico del massismo. Una ausencia de CFK en este contexto podría instalar un clima de ingobernabilidad, o sea de vacío de poder. ¿Se propone el gobierno llevar a la sociedad a la opción de Cristina o el caos? De ser así, hay que suponer que la instalación de un escenario de extremo desorden obedecería tal vez al propósito de concentrar aún más el poder, a través de un operativo clamor reclamando que ella vuelva y con plenos poderes. Señales preocupantes Los autogolpes se instalaron fuertemente a partir de la tercera década del siglo pasado. El Incendio del Reichstag, que le permitió a Hitler concentrar el poder, y la marcha sobre Roma de las camisas negras de Mussolini son clásicos en esta materia. En Perú, el domingo 5 de abril de 1992, el entonces presidente de la República, Alberto Fujimori, con el respaldo de las Fuerzas Armadas, disolvió el Congreso de la República, intervino el Poder Judicial y además hubo persecución de algunos miembros de la oposición. Sin embargo, el 82% de la población, según todas las encuestas de la época, apoyó esta medida por considerar al Congreso como una entidad corrupta dedicada a bloquear constantemente el accionar del Poder Ejecutivo. Como se advierte, este antecedente es muy distinto a la realidad argentina actual. Sin embargo, hay señales que justificarían preocuparse por el tema. En sus últimas apariciones públicas, la presidente viene insistiendo en que existe una supuesta conspiración internacional para “escarmentar a la Argentina” por su política de desendeudamiento. También viene reiterando que ella, bajo ninguna circunstancia, devaluará ni aplicará un plan de ajuste, llegando a decir en privado que antes de esto renunciaría En consonancia con esto, el funcionario emblemático del ultracristinismo, Guillermo Moreno, acaba de salir reforzado de su pulseada por la continuidad del fracasado blanqueo. Se trata de claros mensajes de que el gobierno no está preparándose, como sería lógico en cualquier democracia normal, para negociar con la oposición la compleja transición que le espera hasta diciembre del 2015. Pero hay más señales de alarma. El funcionario público cuyo poder más creció en los últimos meses no es un dirigente de La Cámpora ni un economista dirigista sino el Jefe del Estado Mayor del Ejército. El general César Milani es el portavoz de la propuesta de chavización de las fuerzas armadas, es decir, que éstas asuman un rol de compromiso con la ideología del núcleo gobernante. Pero Milani no es precisamente un teórico. Su punto fuerte es el aceitado aparato de espionaje clandestino que esconde en la Dirección de Inteligencia del Ejército. Además, se proyecta ahora en un asunto aún más delicado. El gobierno ya trasladó el grueso de la Gendarmería (una fuerza de frontera) al conurbano. Así es que, con el pretexto de la inseguridad, desplegó un importante aparato militarizado en la zona política más sensible del país. El segundo paso se está dando ahora, porque en clara violación a las leyes de Defensa y Seguridad Interior, efectivos del Ejército patrullan las fronteras junto a las fuerzas de seguridad. Digerido este hecho por una oposición entretenida con otros temas, el plan de Milani avanzó ahora un poco más. El secretario de Seguridad Sergio Berni dirigió anteayer un inédito operativo de desalojo de la Gendarmería, Prefectura y el Ejército para desocupar unos terrenos en Río Gallegos, que están destinados al plan Procrear y a la construcción de 250 viviendas por el municipio kirchnerista con fondos nacionales. Las imágenes de los efectivos del Ejército interviniendo para evitar una usurpación, reflejan que el gobierno ya instaló a las fuerzas armadas en la seguridad interior. Un paso más hacia una utilización de las mismas para controlar eventuales situaciones de conmoción.
Posted on: Sun, 06 Oct 2013 18:55:25 +0000

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