El camino hasta la vieja librería en realidad fue divertido, a pesar de la insoportable pesadez emocional con la que me había despertado aquel miércoles, fruto de esa temporada en la que comprendí que las personas se olvidan de las personas, y aclaro que esto no depende del ciclo lunar, factor del cual depende casi todo en éste supersticioso país. El recorrido se desarrolló por calles de un color grisáceo parecido al de mis pulmones que sin embargo me dejó ver, o por lo menos imaginar que veía, su propia transparencia, y el rojo desdibujado en marrón que se escondía debajo daba testimonio de la sangre proteica, impúdica y jabonosa que aprovechando los agujeros que comenzaban el la sebácea piel y comunicaban con el exterior ese intersticio vital que mantiene la presión necesaria para la vida, y formaban con envidiables criterios arquitectónicos un túnel escapista entre su prisión ubicada en los adentros ya no tan misteriosos del cuerpo mismo de aquellos que apostaron lo poco que tenían por tener un poco más, y el abarrotado pavimento ahora salpicado de esa ciudad que aun hoy hierve a rumba y balazos.
Posted on: Sun, 08 Sep 2013 18:43:15 +0000
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