El demonio y su cola - Un pensamiento siempre actual - Un adiós - TopicsExpress



          

El demonio y su cola - Un pensamiento siempre actual - Un adiós sospechoso - ¿Biblistas o sociólogos?» - Del purgatorio al limbo - Un servicio al mundo - No olvidar a los ángeles - El retorno del Espíritu El demonio y su cola Entre los muchos temas sobre los que departió ampliamente el cardenal Ratzinger, anticipados ya en el reportaje periodístico que precedió a este libro, hay un aspecto marginal que parece haber centrado la atención de muchos comentaristas. Como era de prever, muchos artículos, con su correspondiente titulación, estaban dedicados no precisamente a los profundos análisis teológicos, exegéticos o eclesiológicos del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sino más bien a las referencias (algunos párrafos entre decenas de cuartillas) a aquella realidad que la tradición cristiana designa con los nombres de Diablo, Demonio, o Satanás. ¿Por el atractivo de lo pintoresco? ¿Por la divertida curiosidad hacia eso que muchos (incluso cristianos) consideran como una supervivencia folklórica, como un aspecto inaceptable para una fe que ha llegado a la madurez? ¿O acaso se trata de algo más profundo, de una inquietud que se oculta detrás de la burla? ¿Serena tranquilidad, o exorcismo revestido de ironía? No vamos a responder a esto. Nos contentaremos con registrar el hecho objetivo: no hay tema como el del Diablo para suscitar el revuelo de los mass-media de la sociedad secularizada. Es difícil olvidar el eco —inmenso, y no sólo irónico, sino a veces hasta rabioso— que suscitó Pablo VI con su alocución durante la audiencia general del 15 de noviembre de 1972. En ella volvía sobre lo que ya había expresado el 29 de junio precedente en la Basílica de San Pedro refiriéndose a la situación de la Iglesia: «Tengo la sensación de que por algún resquicio ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios». Y había añadido entonces que «si en el Evangelio, en los labios de Cristo, se menciona tantas veces a este enemigo de los hombres», también en nuestro tiempo él, Pablo VI, creía «en algo preternatural que había venido al mundo para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio Ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpa en el himno de júbilo, sembrando la duda, la incertidumbre, la problemática, la inquietud y la insatisfacción» 13 (Nota 13: Pablo VI, Alocución en la audiencia general del 29 de junio de 1972). Ya ante aquellas primeras alusiones se levantaron en el mundo murmullos de protesta. Pero ésta explotó de lleno —durante meses y en los medios de comunicación del mundo entero— en aquel 15 de noviembre de 1972 que se ha hecho famoso: «El mal que existe en el mundo es el resultado de la intervención en nosotros y en nuestra sociedad de un agente oscuro y enemigo, el Demonio. El mal no es ya sólo una deficiencia, sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica todo aquel que rehusa reconocerla como existente; e igualmente se aparta quien la considera como un principio autónomo, algo que no tiene su origen en Dios como toda creatura; o bien quien la explica como una pseudorrealidad, como una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias» 14 (Nota 14:. Pablo VI, Alocución del 15 de noviembre de 1972). Tras añadir algunas citas bíblicas en apoyo de sus palabras, Pablo VI continuaba: «El Demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos que este ser oscuro y perturbador existe realmente y sigue actuando; es el que insidia sofísticamente el equilibrio moral del hombre, el pérfido encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de las confusas acciones sociales, para introducir en nosotros la desviación... » 15 (Nota 15: Ibid.: Pablo VI, Alocución del 15 de noviembre de 1972). Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 21:37 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Angelología - ángeles, Card. Ratzinger, Catequesis, demonología, Escatología - Novísimos, Espíritu Santo, Magisterio Episcopal miércoles, 7 de agosto de 2013 El Espíritu Santo en la Iglesia y en el alma de los fieles 1.1 Su divinidad: procede eternamente del Padre y del Hijo Los cristianos confesamos con la Iglesia que el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, distinta del Padre y del Hijo, de quienes procede eternamente. Creemos en el Espíritu Santo, Señor, y vivificador, que, con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado. Que habló por los profetas; nos fue enviado por Cristo después de su resurrección y ascensión al Padre; ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia, cuyos miembros purifica con tal que no desechen la gracia. Su acción, que penetra lo íntimo del alma, hace apto al hombre de responder a aquel precepto de Cristo: Sed... perfectos, como también es perfecto vuestro Padre celestial (Pablo VI, El Credo del Pueblo de Dios, n. 13). Cfr. Documento de Puebla, nn. 202-204. Ya en el Símbolo de los Apóstoles se confiesa esa fe en el Espíritu Santo, Persona de la Trinidad distinta del Padre y del Hijo. En el Antiguo Testamento se habla de El veladamente (cfr. Ps. 103, 30; Is. 11, 2; Ex. 36, 27), pero es el Nuevo Testamento quien lo revela con claridad, declarando expresamente su divinidad. En los Hechos de los Apóstoles leemos lo que San Pedro dijo a Ananías: ¿Cómo ha tentado Dios tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo? No has mentido a los hombres, sino a Dios (Hechos 5, 3). Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 11:25 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espiritualidad, Espíritu Santo, Iglesia -Eclesiología, temas de formación domingo, 19 de mayo de 2013 El Espíritu Santo es el alma de la misión - Papa Francisco SANTA MISA CON LOS MOVIMIENTOS ECLESIALES EN LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO Domingo 19 de mayo de 2013 Queridos hermanos y hermanas: En este día, contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo. Pero, ¿qué sucedió en aquel día tan lejano a nosotros, y sin embargo, tan cercano, que llega adentro de nuestro corazón? San Lucas nos da la respuesta en el texto de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado (2,1-11). El evangelista nos lleva hasta Jerusalén, al piso superior de la casa donde están reunidos los Apóstoles. El primer elemento que nos llama la atención es el estruendo que de repente vino del cielo, «como de viento que sopla fuertemente», y llenó toda la casa; luego, las «lenguas como llamaradas», que se dividían y se posaban encima de cada uno de los Apóstoles. Estruendo y lenguas de fuego son signos claros y concretos que tocan a los Apóstoles, no sólo exteriormente, sino también en su interior: en su mente y en su corazón. Como consecuencia, «se llenaron todos de Espíritu Santo», que desencadenó su fuerza irresistible, con resultados llamativos: «Empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse». Asistimos, entonces, a una situación totalmente sorprendente: una multitud se congrega y queda admirada porque cada uno oye hablar a los Apóstoles en su propia lengua. Todos experimentan algo nuevo, que nunca había sucedido: «Los oímos hablar en nuestra lengua nativa». ¿Y de qué hablaban? «De las grandezas de Dios». A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles, deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 13:06 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo, Iglesia -Eclesiología, Laicos, Magisterio Pontificio, Misión, Papa Francisco sábado, 18 de mayo de 2013 Pentecostés - San Agustín El don de Dios, la gracia de Dios y la abundancia de su misericordia 1. Hoy celebramos la santa festividad del día sagrado en que vino el Espíritu Santo. La fiesta, grata y alegre, nos invita a deciros algo sobre el don de Dios, sobre la gracia de Dios y la abundancia de su misericordia para con nosotros, es decir, sobre el mismo Espíritu Santo. Hablo a condiscípulos en la escuela del Señor. Tenemos un único maestro, en el que todos somos uno; quien, para evitar que podamos vanagloriarnos de nuestro magisterio, nos amonestó con estas palabras: No dejéis que los hombres os llamen maestro, pues uno es vuestro maestro: Cristo. Bajo la autoridad de este maestro, que tiene en el cielo su cátedra —pues hemos de ser instruidos en sus escritos—, poned atención a lo poco que voy a decir, sí me lo concede quien me manda hablaros. Quienes ya lo sabéis, recordadlo; quienes lo ignoráis, aprendedlo. Con frecuencia estimula al espíritu dotado de una santa curiosidad el que la fragilidad y debilidad humana sea admitida a investigar tales misterios. Ciertamente es admitida. Lo que está oculto en las Escrituras, no lo está para negar el acceso a ello, sino más bien para abrirlo a quien llame, según las palabras del mismo Señor: Pedid, y recibiréis; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Con frecuencia, pues, al espíritu de los interesados en estas cosas le intriga el por qué el Espíritu Santo prometido fue enviado a los cincuenta días de su pasión y resurrección. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 14:29 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Ciclo A, Ciclo B, Ciclo C, Espíritu Santo, Homilías - Lecturas del domingo, Pascua, San Agustín Pentecostés (ciclo c) Guión Litúrgico ENTRADA: Hermanos: Hoy, culminando la celebración del Tiempo Pascual, celebramos la solemnidad de Pentecostés. El Espíritu Santo, no fue enviado solamente a los Apóstoles, sino también a la Iglesia, a la cual vivifica y con perpetua asistencia gobierna. De aquí le nace a la Iglesia la fuerza incontrastable que tiene en las persecuciones, el vencimiento de sus enemigos, la pureza de la doctrina y el espíritu de santidad que mora en Ella. Llenos de gozo por este don que Dios nos hace. Iniciamos la Santa Misa cantando…. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 14:08 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Ciclo C, Espíritu Santo, Guiones Litúrgicos, Pascua jueves, 16 de mayo de 2013 Nuestro sacerdocio está íntimamente unido al Espíritu Santo y a su misión - Juan Pablo II CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II A LOS SACERDOTES PARA EL JUEVES SANTO DE 1998 Queridos hermanos en el sacerdocio: Con la mente y el corazón puestos en el Gran Jubileo, celebración solemne del bimilenario del nacimiento de Cristo y comienzo del tercer milenio cristiano, deseo invocar con vosotros al Espíritu del Señor, a quien está dedicada particularmente la segunda etapa del itinerario espiritual de la preparación inmediata al Año Santo del 2000. Dóciles a sus suaves inspiraciones, nos disponemos a vivir con una participación intensa este tiempo favorable, implorando del Dador de los dones las gracias necesarias para discernir los signos de salvación y responder con plena fidelidad a la llamada de Dios. Nuestro sacerdocio está íntimamente unido al Espíritu Santo y a su misión. En el día de la ordenación presbiteral, en virtud de una singular efusión del Paráclito, el Resucitado ha renovado en cada uno de nosotros lo que realizó con sus discípulos en la tarde de la Pascua, y nos ha constituido en continuadores de su misión en el mundo (cf. Jn 20,21-23). Este don del Espíritu, con su misteriosa fuerza santificadora, es fuente y raíz de la especial tarea de evangelización y santificación que se nos ha confiado. El Jueves Santo, día en que conmemoramos la Cena del Señor, presenta ante nuestros ojos a Jesús, Siervo « obediente hasta la muerte » (Fil 2,8), que instituye la Eucaristía y el Orden sagrado como particulares signos de su amor. Él nos deja este extraordinario testamento de amor para que se perpetúe en todo tiempo y lugar el misterio de su Cuerpo y de su Sangre y los hombres puedan acercarse a la fuente inextinguible de la gracia. ¿Existe acaso para nosotros, los sacerdotes, un momento más oportuno y sugestivo que éste para contemplar la obra del Espíritu Santo en nosotros y para implorar sus dones con el fin de conformarnos cada vez más con Cristo, Sacerdote de la Nueva Alianza? Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 18:58 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo, Formación Sacerdotal - Sacerdocio, Juan Pablo II miércoles, 15 de mayo de 2013 Veni Creator Spiritus - Ven Espíritu Creador. Canto Gregoriano Veni Creator Spiritus es un cántico eclesial que invoca la presencia del Espíritu Santo. El Breviario Romano asigna este himno a las Vísperas (I y II) y a la Tercia de Pentecostés y en toda su octava. La Iglesia también lo canta en funciones solemnes tales como la elección de Papas, la consagración de obispos, la ordenación de sacerdotes, ladedicación de iglesias, la celebración de sínodos o concilios, la coronación de reyes, etc. También se canta en ceremonias más privadas que acompañan la apertura y el cierre del año académico en instituciones de enseñanza.El himno a sido atribuido con buenas evidencia a Rabano Mauro ( Rabanus Maurus ,780-856), quien fuera abad de Fulda y arzobispo de Maguncia. El himno también hasido atribuido a San Ambrosio y a San Gregorio Magno, pero sin evidencia real para una u otra atribución.En el Concilio celebrado en Reims en 1049, que presidió el Papa León IX, se cantó alcomienzo de la tercera sesión en lugar del antífona ordinaria, “Exaudi nos, Domine”.Los fieles debidamente preparados reciben una indulgencia plenaria si lo recitan públicamente el día de Pentecostés. 1. Veni, creator Spiritus mentes tuorum visita, imple superna gratia, quae tu creasti pectora. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 12:50 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo, Liturgia, multimedia martes, 14 de mayo de 2013 ¿Quién es el Espíritu Santo? - Papa Francisco PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL Plaza de San Pedro Miércoles 8 de mayo de 2013 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El tiempo pascual que estamos viviendo con alegría, guiados por la liturgia de la Iglesia, es por excelencia el tiempo del Espíritu Santo donado «sin medida» (cf. Jn 3, 34) por Jesús crucificado y resucitado. Este tiempo de gracia se concluye con la fiesta de Pentecostés, en la que la Iglesia revive la efusión del Espíritu sobre María y los Apóstoles reunidos en oración en el Cenáculo. Pero, ¿quién es el Espíritu Santo? En el Credo profesamos con fe: «Creo en el Espíritu Santo que es Señor y da la vida». La primera verdad a la que nos adherimos en el Credo es que el Espíritu Santo es «Kyrios», Señor. Esto significa que Él es verdaderamente Dios como lo es el Padre y el Hijo, objeto, por nuestra parte, del mismo acto de adoración y glorificación que dirigimos al Padre y al Hijo. El Espíritu Santo, en efecto, es la tercera Persona de la Santísima Trinidad; es el gran don de Cristo Resucitado que abre nuestra mente y nuestro corazón a la fe en Jesús como Hijo enviado por el Padre y que nos guía a la amistad, a la comunión con Dios. Pero quisiera detenerme sobre todo en el hecho de que el Espíritu Santo es el manantial inagotable de la vida de Dios en nosotros. El hombre de todos los tiempos y de todos los lugares desea una vida plena y bella, justa y buena, una vida que no esté amenazada por la muerte, sino que madure y crezca hasta su plenitud. El hombre es como un peregrino que, atravesando los desiertos de la vida, tiene sed de un agua viva fluyente y fresca, capaz de saciar en profundidad su deseo profundo de luz, amor, belleza y paz. Todos sentimos este deseo. Y Jesús nos dona esta agua viva: esa agua es el Espíritu Santo, que procede del Padre y que Jesús derrama en nuestros corazones. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante», nos dice Jesús (Jn 10, 10). Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 11:38 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo, Magisterio Pontificio, Papa Francisco miércoles, 8 de mayo de 2013 Novena al Espíritu Santo Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, etc. ORACIONES PARA EMPEZAR TODOS LOS DÍAS ¡Dios mío! Dios de amor y de verdad. Autor de la santificación de nuestras almas, postrado humildemente ante vuestra soberana Majestad, detesto en la amargura de mi corazón todos mis pecados, como ofensas hechas a Vos, digno de ser amado sobre todas las cesas. ¡Oh bondad infinita! ¡Quién jamás os hubiera ofendido! Perdonadme, Señor, Dios de gracia y de misericordia, perdonadme mis continuas infidelidades; el no haber tenido valor para ejecutar cosa alguna buena, después que tantas veces vuestra misericordia y gracia me han solicitado, reprendido, amenazado e inspirado amorosamente. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 12:12 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo, Novenas, Oraciones domingo, 5 de mayo de 2013 Domingo VI de pascua (ciclo c) - Juan Pablo II De la Homilía de JUAN PABLO II en la parroquia de Santa Mónica, (Ostia) el 8 de mayo de 1983 1. Fidelidad al Evangelio La lectura de hoy del Evangelio de San Juan hace referencia al discurso de adiós del Cenáculo el Jueves Santo, cuando Cristo anunció su partida a los Apóstoles para prepararles a este hecho. Al anunciar su marcha de esta tierra a los Apóstoles, Cristo dice así: “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23). Pensad en el significado y fuerza de la enseñanza que transmitió Cristo durante su misión mesiánica en la tierra. Dicha enseñanza nos une perennemente no sólo a nuestro Redentor, sino también al Padre: “La palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió” (Jn 14,24). Por tanto con la fuerza de esta enseñanza el Padre viene a quienes la siguen, viene a la Iglesia el Hijo junto con el Padre y el Padre junto con el Hijo. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 00:20 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Ciclo C, Espíritu Santo, Homilías - Lecturas del domingo, Juan Pablo II, Magisterio Pontificio, Pascua martes, 12 de marzo de 2013 Oración al Espíritu Santo Adsumus - San Isidoro de Sevilla ORACIÓN “ADSUMUS” San Isidoro de Sevilla Aquí estamos, Señor Espíritu Santo. Aquí estamos, frenados por la inercia del pecado, pero reunidos especialmente en tu Nombre. Ven a nosotros y permanece con nosotros. Dígnate penetrar en nuestro interior. Enséñanos lo que hemos de hacer, por dónde debemos caminar, y muéstranos lo que debemos practicar para que, con Tu ayuda, sepamos agradarte en todo. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 08:49 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Devociones, Espíritu Santo, Oraciones sábado, 16 de febrero de 2013 Domingo I de Cuaresma (ciclo c) El Espíritu Santo en la experiencia del desierto - Juan Pablo II JUAN PABLO II AUDIENCIA GENERALSábado 21 de julio de 1990 El Espíritu Santo en la experiencia del desierto 1. Al “comienzo” de la misión mesiánica de Jesús vemos otro hecho interesante y sugestivo, narrado por los evangelistas, que lo hacen depender de la acción del Espíritu Santo: se trata de la experiencia del desierto. Leemos en el evangelio según san Marcos: “A continuación (del bautismo), el Espíritu le empuja al desierto” (Mc 1, 12). Además, Mateo (4, 1) y Lucas (4, 1) afirman que Jesús “fue conducido por el Espíritu al desierto”. Estos textos ofrecen puntos de reflexión que nos llevan a una ulterior investigación sobre el misterio de la íntima unión de Jesús-Mesías con el Espíritu Santo, ya desde el inicio de la obra de la redención. En primer lugar, una observación de carácter lingüístico: los verbos usados por los evangelistas (“fue conducido” por Mateo y Lucas; “le empuja”, por Marcos) expresan una iniciativa especialmente enérgica por parte del Espíritu Santo, iniciativa que se inserta en la lógica de la vida espiritual y en la misma psicología de Jesús: acaba de recibir de Juan un “bautismo de penitencia”, y por ello siente la necesidad de un período de reflexión y de austeridad (aunque personalmente no tenía necesidad de penitencia, dado que estaba “lleno de gracia” y era “santo” desde el momento de su concepción: (cf. Jn 1, 14; Lc 1, 35): como preparación para su ministerio mesiánico. Su misión le exige también vivir en medio de los hombres-pecadores, a quienes ha sido enviado a evangelizar y salvar (cf. santo Tomás, Summa Theol., III, q. 40, a. 1), en lucha contra el poder del demonio. De aquí la conveniencia de esta pausa en el desierto “para ser tentado por el diablo”. Por lo tanto, Jesús sigue el impulso interior y se dirige adonde le sugiere el Espíritu Santo. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 09:32 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Ciclo C, Cristología, Cuaresma, Espíritu Santo, Homilías - Lecturas del domingo, Juan Pablo II, Magisterio Pontificio jueves, 20 de septiembre de 2012 El credo del pueblo de Dios - Pablo VI PABLO VI CREDO DEL PUEBLO DE DIOS Solemne Profesión de fe que Pablo VI pronunció el 30 de junio de 1968, al concluir el Año de la fe proclamado con motivo del XlX centenario del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma Venerables hermanos y queridos hijos: 1. Clausuramos con esta liturgia solemne tanto la conmemoración del XIX centenario del martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo como el año que hemos llamado de la fe. Pues hemos dedicado este año a conmemorar a los santos apóstoles, no sólo con la intención de testimoniar nuestra inquebrantable voluntad de conservar íntegramente el depósito de la fe (cf. 1Tim 6,20), que ellos nos transmitieron, sino también con la de robustecer nuestro propósito de llevar la. misma fe a la vida en este tiempo en que la Iglesia tiene que peregrinar era este mundo. 2. Pensamos que es ahora nuestro deber manifestar públicamente nuestra gratitud a aquellos fieles cristianos que, respondiendo a nuestras invitaciones, hicieron que el año llamado de la fe obtuviera suma abundancia de frutos, sea dando una adhesión más profunda a la palabra de Dios, sea renovando en muchas comunidades la profesión de fe, sea confirmando la fe misma con claros testimonios de vida cristiana. Por ello, a la vez que expresamos nuestro reconocimiento, sobre todo a nuestros hermanos en el episcopado y a todos los hijos de la Iglesia católica, les otorgamos nuestra bendición apostólica. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 16:37 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Comentarios - Documentos, Creación, Credo, Cristología, Escatología, Espíritu Santo, Eucaristía, Iglesia -Eclesiología, Magisterio Pontificio, Pablo VI, Trinidad - Dios Trino, Virgen María - Mariología lunes, 28 de mayo de 2012 SAN BASILIO Y LA FE EN EL ESPÍRITU SANTO P. Raniero Cantalamessa OFM Cap sábado 24 marzo 2012 en la capilla Redemptoris Mater 1. La fe termina en las cosas El filósofo Edmund Husserl resumió el programa de su fenomenología con el lema: Zu den Sachen selbst!, ir a las cosas mismas, a las cosas como realmente son, antes de su conceptualización y formulación. Otro filósofo que vino después de él, Sartre, dice que las palabras y, con ellas, el significado de las cosas y las formas de su uso no son más que los signos sutiles de reconocimiento que los hombres han trazado sobre su superficie: se debe sobrepasarlos para tener la revelación imprevista, que deja sin aliento, la existencia de las cosas1. Santo Tomás de Aquino había formulado mucho antes un principio similar en referencia a las cosas o a los objetos de la fe: Fides non terminatur ad enunciabile, sed ad rem: la fe no termina en los enunciados, sino en la realidad2. Los padres de la Iglesia son modelos insuperables de esa fe que no se detiene en las fórmulas, sino que va a la realidad. Después de la época dorada de los grandes padres y doctores, vemos casi de inmediato lo que un estudioso de la patrística define como el triunfo del formalismo3. Conceptos y términos, como sustancia, persona, hipóstasis, son analizados y estudiados por sí mismos, sin la constante referencia a la realidad que con ellos los creadores del dogma habían tratado de expresar. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 22:21 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Doctores de la Iglesia, Espiritualidad, Espíritu Santo, Padres de la Iglesia viernes, 25 de mayo de 2012 Pentecostés - Catena Aurea Juan 20, 19 -23 Y como fue la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas, en donde se hallaban juntos los discípulos por miedo de los judíos, vino Jesús, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y cuando esto hubo dicho, les mostró las manos y el costado. Y se gozaron los discípulos viendo al Señor. Y otra vez les dijo: Paz a vosotros. Como el Padre me envió, así también yo os envío. Y dichas estas palabras, sopló sobre ellos, y les dijo: Recibid al Espíritu Santo: a los que perdonareis los pecados, perdonados les son: y a los que se los retuviereis, les son retenidos. Crisóstomo, in Ioannem, hom. 85 Oyendo los discípulos lo que María anunciaba, era deducible que o no le dieran crédito, o que, creyéndole, se afligieran, pensando que no habían sido dignos de que el Señor se les dejase ver. Pero pensando esto, no dejó el Señor pasar ni un solo día. Pues como ellos sabían que había resucitado y ansiaban verle, aunque estaban dominados del miedo, a la caída de la tarde El mismo se les presentó. Y por eso dice: Y al concluir el día del primer sábado, estando cerradas las puertas, etc. Beda Se ve la debilidad de los Apóstoles en que estaban reunidos y con las puertas cerradas por temor a los judíos, que habían sido antes el motivo de su dispersión. Vino Jesús y se presentó en medio de ellos. El se les aparece a la caída de la tarde, porque éste era el momento en que naturalmente debían tener más temor. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 16:47 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Catena Aurea, Ciclo A, Ciclo B, Ciclo C, Espíritu Santo, Homilías - Lecturas del domingo, Pascua miércoles, 23 de mayo de 2012 El don de sabiduría - Dones del Espíritu Santo El don de sabiduría Sagrada Escritura El don de sabiduría, el más excelso de todos los dones, da un conocimiento altísimo del mismo Dios. Por eso la eterna Sabiduría del Padre, cuando se encarna, llena el alma de Jesús con un grado inefable del don de sabiduría. Él asegura conocer al Padre: «Yo le conozco porque procedo de Él, y Él me ha enviado» (Jn 7,29). «Vosotros no le conocéis, pero yo le conozco; y si dijera que no le conozco sería semejante a vosotros, un mentiroso; pero yo le conozco y guardo su palabra» (8,55; +6,46). Más aún, Jesús conoce al Padre en una forma única, y tiene poder de comunicar a los hombres esa sabiduría suprema: «nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo quisiera revelárselo» (Mt 11,27). También los discípulos, por la virtud de la fe, conocen a Dios con segura certeza, pero «como en un espejo y en enigma» (1Cor 13,12). En cambio, por el don de sabiduría, son iluminados por el Espíritu Santo con una sabiduría de Dios sobrehumana y que tiene modo divino. Es la altísima sabiduría de Juan, contemplando al Verbo encarnado en el prólogo de su evangelio. Es la visión que San Pablo tiene del misterio de Cristo y de su Iglesia. Es la sabiduría de las elevaciones místicas de Francisco, Tomás, Catalina, Teresa... Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 16:54 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo El don de entendimiento - Dones del Espíritu santo El don de entendimiento Sagrada Escritura Si el don de entendimiento tiene como principal objeto las verdades reveladas, es indudable que Jesús, ya desde niño, lo poseía perfectísimamente. A los doce años, en el Templo, producía la mayor admiración entre los doctores de la ley: «cuantos le oían quedaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas» (Lc 2,47). Y como Jesús «crecía en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres» (2,52), aún se acrecentó en él con los años este don de entendimiento. Cuando en la sinagoga de Nazaret, por ejemplo, explica las Escrituras en referencia a él, «todos le aprobaban y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que salían de su boca» (4,22; +24,32). El don de entendimiento obra también en altísimo grado sobre los hagiógrafos del Nuevo Testamento, iluminando la mente de los evangelistas, de Pablo, de Juan, y en uno u otro grado, alumbra a todos los discípulos de Cristo, a todos los creyentes. Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 16:46 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo El don de ciencia - Dones del Espíritu Santo El don de ciencia Sagrada Escritura Si el Espíritu Santo por el don de ciencia produce una lucidez sobrehumana para ver las cosas del mundo según Dios, es indudable que en Jesucristo se da en forma perfecta. Jesús conoce a los hombres, a todos, a cada uno, en lo más secreto de sus almas (Jn 1,47; Lc 5,21-22; 7,39s): «los conocía a todos, y no necesitaba informes de nadie, pues él conocía al hombre por dentro» (Jn 2,24-25). Incluso, inmerso en el curso de los acontecimientos temporales, entiende y prevé cómo se irán desarrollando; y en concreto, conoce los sucesos futuros, al menos aquellos que el Espíritu quiere mostrarle en orden a su misión salvadora. Así predice su muerte, su resurrección, su ascensión, la devastación del Templo, y varios otros sucesos contingentes, a veces hasta en sus detalles más nimios (Mc 11,2-6; 14,12-21. 27-30). Muestra, pues, por un poderosísimo don de ciencia, su señorío sobre el mundo presente y sus acontecimientos sucesivos: «yo os he dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora, os acordéis de ellas y de que yo os las he dicho» (Jn 16,4). Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 16:39 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo El don de consejo - Dones del Espíritu Santo El don de consejo Los lugares de la Biblia, que ahora referiremos al don de consejo, son aplicables en buena medida también a los dones de ciencia, entendimiento y sabiduría. Todos ellos son dones intelectuales, por los que el Espíritu Santo comunica al entendimiento de los fieles una lucidez sobrenatural de modalidad divina. Cuando la sagrada Escritura habla en hebreo o en griego de la sabiduría de los hombres espirituales no usa, por supuesto, términos claramente identificables con cada uno de estos cuatro dones. Sagrada Escritura Dice el Señor por Isaías: «no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni mis caminos son vuestros caminos» (55,8). En efecto, la lógica del Logos divino supera de tal modo la lógica prudencial del hombre que a éste le parece aquélla «escándalo y locura», y sólamente para el hombre iluminado por el Espíritu es «fuerza y sabiduría de Dios» (1Cor 1,23-24). ¿Quién, por muy limpio de corazón que fuese, podría estimar la Cruz como un medio prudente para realizar la revelación plena del amor de Dios y para causar la total redención del hombre?... ¿Quién alcanzaría a considerar actos prudentes ciertas conductas de Jesús en su ministerio público?... Hasta sus mismos parientes pensaban a veces: «está trastornado» (Mc 3,21). Es cierto: como la tierra dista del cielo, así se ve excedida la prudencia del hombre por la sublimidad de los consejos de Dios, «cuya inteligencia es inescrutable» (Is 40,28). En Cristo, lógicamente, se manifiesta esta distancia en toda su verdad. Todo el misterio de redención que Él va desplegando por su palabra, por sus actos, y especialmente por su Cruz, son para judíos y gentiles un verdadero absurdo; y únicamente son fuerza y sabiduría de Dios para «los llamados» (1Cor 1,23-24). Sí, realmente «eligió Dios la necedad del mundo para confundir a los sabios» (1,27). Más información » Publicado por Vivirlafecatólica en 16:04 No hay comentarios: Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Espíritu Santo El don de Piedad - Dones del Espíritu Santo El don de piedad Sagrada Escritura Cuando San Pablo describe a los hombres adámicos, carnales y mundanos, emplea más de veinte calificativos muy severos, y entre ellos «rebeldes a los padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados» (Rm 1,30-31). Efectivamente, «la dureza de corazón» hace despiadados a los hombres que no han sido renovados en Cristo por el Espíritu Santo. Éstos son capaces de ver con absoluta frialdad innumerables males -si es que alcanzan a verlos-, tanto en las personas más próximas, como en el mundo en general, abortos y divorcios, guerras e injusticias, olvido de Dios, imperio de la mentira, etc. Y en tanto estos males no les hieran directamente a ellos, se mantienen indiferentes. No tienen piedad. Por el contrario, el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, nos hace ver a Dios como Padre, a nosotros mismos como hijos suyos, y a los hombres como hermanos: «Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús... No hay ya judío o griego, no hay siervo o libre, no hay varón o mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús» (Gál 3,26.28). Este sentimiento de filiación divina y de hermandad cristiana, que se manifiesta con gran fuerza en los Evangelios y en los escritos apostólicos, se expresó en latín con el término pietas, una virtud, derivada de la virtud cardinal de la justicia, por la que el hombre reverencia a Dios con devoción y filial afecto, y extiende ese reverencial amor no sólo a padres y superiores, sino también a los hermanos e iguales, e incluso a los inferiores, a todas las hermanas criaturas. Hemos sido predestinados por el Padre «a ser conformes a la imagen de su Hijo, para que éste sea el Primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8,29; +Ef 1,5). Y así se crea una familia grandiosa: «un solo Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos» (Ef 4,5-6).
Posted on: Mon, 25 Nov 2013 18:34:02 +0000

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