El director (acompañante) espiritual “Un director espiritual - TopicsExpress



          

El director (acompañante) espiritual “Un director espiritual es, por consiguiente, quien ayuda a otra persona a reconocer y a seguir las inspiraciones de la gracia en su vida, para que llegue al fin hacia el que Dios la está guiando” “El director no tiene como misión enseñar su propio estilo, ni tampoco un modo determinado de oración, sino instruir a sus discípulos acerca del modo en que pueden encontrar por sí mismo el estilo apropiado para ellos… En una palabra, el director es sólo el portero de Dios, y tiene que dirigir a las almas a la manera de Dios, no a la suya” (Dom Augustine Baker, monje benedictino del siglo XVII). “Su primer deber, si quiere ser un director eficaz, es velar por su propia vida interior y dedicar tiempo a la oración y la meditación, ya que nunca podrá dar a otros lo que él no tenga” “Un verdadero director no podrá verse nunca libre del sobrecogimiento que siente en presencia de una persona, un alma inmortal, amada por Cristo, lavada en Su Preciosísima Sangre y alimentada por el sacramento de Su Amor. De hecho, es este respeto al misterio de la personalidad lo que forma al verdadero director: esto, junto con el sentido común, el don de la oración, la paciencia, la experiencia y la compasión” “En la dirección espiritual será muy importante descubrir qué deseos santos y espirituales en el alma del penitente representan realmente una posibilidad de un don especial, espontáneo y personal que sólo él puede hacer a Dios” “Esta es la clase de clima que un buen director trata de crear: un ambiente de confianza y amistad en el que el penitente puede decir todo lo que hay en su mente con la seguridad de que será tratado franca y honestamente”. “La disciplina de la sinceridad y la sencillez, que un buen director impondrá discretamente, tal vez por medios indirectos, es una de las cosas más vitalmente necesarias en la vida interior del religioso hoy en día”. “El director tiene que estar vigilante contra la vanidad espiritual inconsciente que hace que las almas virtuosas traten de brillar, de un modo sutil, a sus ojos y de conseguir su aprobación”. “Nada hace tanto daño en la dirección como la aceptación por parte del director de una pretensión inconsciente de perfección en lugar de la verdadera realidad”. “Ni el director ni el dirigido deben obsesionarse con el problema de los dones y de las gracias, sino que tienen que preocuparse de Dios, que es el Dador, no de sus dones. Lo importante es la voluntad de Dios y su amor”. “Uno de los beneficios más importantes que un director puede aportar a la vida de oración de sus penitentes contemplativos es ayudarlos a reintegrar toda su existencia, en la mayor medida posible, en un nivel sencillo, natural y ordinario en el que puedan ser plenamente humanos. Entonces la gracia podrá operar en ellos y convertirlos por completo en hijos de Dios”. El dirigido (acompañado) “Es muy frecuente que la gente piense que lo único que necesitan para transformar un “deseo” en “voluntad de Dios” es tener la confirmación del director. Lamentablemente esta clase de alquimia no da resultado y quien trate de practicarla se sentirá decepcionado”. “Si queremos beneficiarnos de la dirección espiritual, por un lado tenemos que evitar la inercia y la pasividad –limitarnos a no decir nada y esperar que el director “mágico” escrute nuestra mente y aplique el bálsamo espiritual- y, por otro, no debemos falsificarnos ni dramatizar la situación creando “problemas” ficticios. Lo que debemos hacer es poner al director en contacto con nuestro verdadero yo lo mejor que podamos, y no tener miedo de dejar que vea lo que hay de falso en nuestro falso yo. Ahora bien, esto implica de inmediato una actitud relajada y humilde en la que nos abandonamos a nosotros mismos y renunciamos a nuestros esfuerzos conscientes por mantener una fachada”. “Hemos de abandonar toda beligerancia y liberarnos de nuestro instinto de autodefensa y autojustificación que es, en sí mismo, el mayor obstáculo para la acción de la gracia en nuestra relación con un director”. “En realidad, muchas veces es más difícil manifestar lo bueno que existe en nosotros que lo malo. Pero éste es precisamente el quid de la dirección. Tenemos que ser capaces de poner al descubierto las aspiraciones secretas que albergamos en nuestro corazón porque constituyen el refugio entrañable al que nos dirigimos para huir de la realidad. Tenemos que ser capaces de ponerlas al desnudo, sabiendo perfectamente que, por el hecho de manifestarlas, corremos el riesgo de verlas bajo una luz diferente –bajo la cual pierden su misterio y su magia-. El director ha de conocer lo que realmente queremos, porque sólo entonces sabrá lo que realmente somos”. “El director quiere conocer nuestro yo más íntimo, nuestro verdadero yo. No quiere conocernos como somos a los ojos de los hombres, ni siquiera como somos ante nosotros mismos, sino como somos a los ojos de Dios. Quiere conocer la verdad más íntima de nuestra vocación, la acción de la gracia de nuestra alma”
Posted on: Mon, 11 Nov 2013 12:09:51 +0000

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