El gran fraude y engaño de la creacion biblica, cosas sin sentido - TopicsExpress



          

El gran fraude y engaño de la creacion biblica, cosas sin sentido comun: FRAUDE DESDE EL INICIO Para comprender mejor nuestro trabajo suplicamos al lector, si no es mucha la molestia, que lea en la Biblia todo el primer capítulo del Génesis. Desde allí se nos relata la creación de los cielos y de la tierra e, inmediatamente, nos encontramos con el primer mandato o la primera orden que el dios bíblico emite. Hay que tener esto muy presente pues no existe nada que nos indique que había algo en los alrededores del planeta Tierra; ni siquiera existían el Sol y la Luna. Lo único que nos dice la Palabra de Dios es que: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Realmente la Biblia, tal y como ha llegado hasta nosotros, es una copia muy mal traducida ya que en el original hebreo se lee en el comienzo de la narración lo siguiente: En el principio los Elohím crearon los cielos y la tierra. ¿Por qué Elohím y no Dios? ¿Cuántos eran? ¿Qué significado tiene este vocablo?. Bueno habrá que empezar en orden. Elohím quiere decir, lisa y llanamente, los fuertes y los poderosos. Por lo tanto la traducción correcta y la que debería de aparecer en nuestras Biblias no es más que lo siguiente: En el principio los fuertes y poderosos crearon los cielos y la tierra. ¡Y no Dios como a algún avispado se le ocurrió poner en su lugar!. Lo que sí llama poderosamente la atención, de la traducción de la palabra Elohím, es que es un término que está refiriéndose a un conjunto de seres poderosos y fuertes; es decir su connotación es en plural. Nadie sabe cuántos son los fuertes y poderosos seres que se tomaron la molestia de crear los cielos y la tierra. Lo único claro es que tal vocablo se sirve describir a varios de ellos. Y al decir varios no queremos dejar constancia solamente a dos o a tres. No. Se pretende dejar constancia que fueron muchos, es más habrá que decir mejor que ser refieren a muchísimos, tantos, que el inspirado relator bíblico no nos da su número exacto ni se atrevió a encerrar en un número la cantidad de seres que intervinieron en la creación del universo. Por supuesto que bajo esta nueva premisa, la de los Elohím, habrá que tomar en cuenta que para llevarse a cabo la creación de los cielos y del planeta Tierra se necesitó un ejército completo de seres o entidades, tan fuertes y tan poderosos, que todos ellos juntos fueron llamados mucho tiempo después Dios ¡sin serlo!, no lo olvidemos por favor, sin serlo. No podemos dejar de sonreír –con mucha comprensión por supuesto- al oír la respuesta tan fácil y tremendamente retorcida que nos dan los ilustres estudiosos de la Biblia y sus grandes apologistas; así como ver la fácil aceptación que se da entre las mansas ovejas que forman hoy en día los grupos cristianos. Dicen los exegetas: La pluralidad con que en el inicio de la Santa Biblia se refieren a Dios, no es ni más ni menos que, aunque Dios es uno, hay varias personas en la divinidad que están ocupadas en la gran obra creadora, siendo ellos: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. ¿Qué les parece?... ¡Increíble!. Pero más increíble ha sido el hecho que se les ha creído. Por siglos las ovejas del rebaño cristiano se lo han creído y por siglos estas ovejas, así mismo, han estado totalmente dominadas por sus pastores; tal y como lo vemos en la vida real que los animalitos son llevados de aquí para allá por el pastor. No en balde se les ha llamado a los cristianos ovejas y a sus líderes pastores. Se los ha representado exactamente como lo que son: ciegos, sordos y mudos, al mando del que mira, oye, habla y dirige. Es increíble, ya lo dijimos, y también digno de Ripley, que se nos asegure que Elohím es la forma de hacernos comprender que se trata de la Santísima Trinidad. Si no lo hemos olvidado, es bueno recordarlo en este momento que, cuando fue colocado tal vocablo de Elohím en los escritos sagrados de los israelitas, hace unos seis mil años de eso, lo fue porque ese concepto plural formaba parte de su divinidad; y tengamos presente que si de la Santísima Trinidad se hubiese tratado la cosa, hubiese, así mismo, quedado plasmado en los libros sagrados que componen la Tora los vocablos que se refirieran claramente al Hijo, al Padre o al Espíritu Santo. Y, como eso no es así, pues no encontramos en ningún libro sagrado tales vocablos, no es posible creerles a los nada lentos exegetas que, con sus mentiras, trataron de esconder la verdad. Elohím no es la representación de la Santísima Trinidad. Si dudamos nos queda una cosa correcta que hacer al respecto. Vayamos con cualquier rabino judío y preguntémosle si los fuertes y los poderosos Elohím son parte de un concepto trino para saber que ellos, los judíos, nunca, pero nunca, ni cerca tuvieron por su concepto divino encerrado en Elohím a un grupo de tres dioses o tres personas. La Biblia, cuando habla y se refiere a los fuertes y poderosos, no está queriendo que comprendamos que son las tres entidades en una, como lo pueden ser los componentes de la Trinidad Cristiana. La Biblia es muy clara en este aspecto y si allí encontramos la palabra Elohím, es porque sencillamente Elohím se quiso dejar expresado. En todo caso si la Palabra de Dios hubiese querido referirse al hecho de una Trinidad Divina, como la del Cristianismo, hubiese sido perfectamente clara y hubiese nombrado a la trinidad tal cual es o por sus nombres y apelativos individuales porque estos, los nombres padre, hijo y espíritu santo, existen en el hebreo y no son precisamente Elohím. Hablar de la Santísima Trinidad, para los cristianos, es referirse al dogma quizá más importante que dentro de esa religión pueda existir. Pero, por eso mismo, por la gran importancia y relevancia que se le da, pudiésemos creer en algún momento que fue instituida por el propio Jesús. Pero aquí, en esta opción, debemos dejar bien claro lo que sucedió. Para empezar no fue Jesucristo el que dejó instituido el demente dogma de la Trinidad, fueron los fanáticos seguidores del Maestro los que empezaron a armar el tremendo lío que comprende la creencia en un Dios dividido en tres. Por tener bases poco creíbles y muy endebles la Trinidad, surgieron grupos antagónicos que pretendían se regresara a la creencia de la que se hacía gala en las Sagradas Escrituras, en la que se hablaba de un supuesto Dios Unico cuando se llegaba al concepto y al vocablo comprendido adentro de la palabra Yahvé que, más individualizado que Elohím, que representa la divinidad pluralizada, es un personaje y no varios. Además ya vimos, cuando hablábamos del Dios de la Biblia y de DIOS, que la Trinidad no fue más que un invento de los hombres y que fue en el año 325 d.C. en que quedó instituido el Sagrado Dogma de la Trinidad por medio del grupo de obispos de la cristiandad. Y que, luego de una pelea a puño limpio, se logró el concepto aberrante de implantar en el mundo cristiano esa chifladura de la Santísima Trinidad. Si fue en el año 325 después de Cristo, o sea ya en nuestra era, cuando se implantó el concepto de la Trinidad y la Biblia, o por lo menos el libro del Génesis fue escrito miles de años antes de ese concilio, entonces el que escribió el relato de la creación, al referirse y nombrar específicamente a los Elohím, lo hizo sin que se quisiera comprender que se trataba de las tres personas en que se dividió al dios cristiano casi seis mil años después de eso, es decir en el 325 d.C. Continuando con el tema, y aquí debemos de ser sumamente cuidadosos, pues hay partes en el inicio de la Biblia en donde para referirse a la divinidad unas veces se le denomina con el vocablo Yahvé, en otras Elohím y en otras El o Yo Soy el que Soy; cuando no, simplemente Dios. Es curioso, muy curioso y asombroso, que el propio Moisés, el supuesto autor de los primeros cinco libros de la Biblia, o que dicen que fue el responsable, ya no continúe, de repente, refiriéndose más a la divinidad como Elohím y, por el contrario, no sabe ni como se llama el ser al cual se le debe la creación. Y eso que es Moisés quien supuestamente es el que nos está relatando el principio u origen de esos acontecimientos. La sabia, santa y divina Palabra de Dios como que no lo es tanto. O por lo menos, después de lo que copiaremos y comentaremos, como que no aguanta un lógico y mínimo juzgamiento de sentido común. Si ya, desde que estamos en el vientre de nuestra madre, hemos aprendido que en el principio Dios creo los cielos y la tierra y que este Dios bíblico es nada menos que el Unico y Verdadero Dios de todo el Universo ¿cómo quedará este personaje ahora que sabemos que no es único, que no es verdadero y ni siquiera representa ahora lo que la tradición judaica representaba?. La Divina Palabra empieza desde el Génesis 1:1 con los siguientes vocablos en hebreo. Bereshit bara Elohím. Lo que significa que en el principio los muchos fuertes y poderosos seres crearon. ¡Y no Dios! como tan burdamente han obligado a que pensemos que así dice la Biblia; pero fueron tan perversos, además de estúpidos, los santos varones que tergiversaron los escritos bíblicos, que no repararon en el más garrafal de los errores cometido por ellos mismos cuando, tonteándose de lo lindo, se les pasó por alto traducir Elohím, tal y como habían venido haciéndolo, de poner el vocablo Dios en su lugar, y vemos así –muertos de la risa- que desde Exodo 20:3 la sentencia divina, dictada nada menos que directamente por Dios Padre, dice en nuestras Biblias de uso común y corriente lo que los ahoga en su propio excremento No tendréis dioses ajenos delante de mí, dice Dios Padre. Ahora bien, mis queridos lectores, la palabra dioses que aparece en todas las Biblias en esta cita, proviene del término hebreo Elohím. ¿Por qué aquí si pusieron la verdadera traducción de dioses, como efectivamente significa el pluralizado vocablo hebreo, y en aquella cita bíblica del Génesis 1:1 la misma palabra Elohím adentro de bereshit bara Elohím, la tradujeron e impusieron por Dios?. ¿Nos quisieron, acaso, meter gato por liebre?... pues no hay de otra más que pensar que así fue y efectivamente nos quisieron tontear. Exodo 20:23, por igual, tradujeron Elohím tal y como deberían de haberlo traducido en donde estaba el término en hebreo, y nos dicen, ya muy bien descifrado. No hagáis conmigo dioses de plata. Exodo 32:1 ss. nos deja expresado. Haznos dioses que vayan delante de nosotros. Deuteronomio 20:18 también pone su granito de arena. Que ellos han hecho para sus dioses. Total que la pregunta obligada es ¿si tan claramente en estos, como en otros muchos pasajes bíblicos, está muy bien interpretada la palabra Elohím por dioses, por qué no lo hicieron en Bereshit bara Elohím o lo que es lo mismo En el principio los Elohím crearon los cielos y la tierra que entonces debería de estar plenamente establecido, así como en otros pasajes y versículos bíblicos, la verdadera y única acepción de tal vocablo y decir, sin tanto escondrijo, que en el principio fueron los muchos dioses los que crearon los cielos y la tierra. ¿No le parece?... Retomando el inicio del Génesis, en el primer versículo se nos dice otra cosa alejada de la realidad. El traductor consideró que no era importante ya el uso tan sin sentido de una palabra que, como Elohím, se refería a una inconcebible pluralidad en la divinidad y piadosamente, para evitar preguntas comprometedoras sobre la identidad de Dios Padre, de un plumazo la borró. Así que, acomodemos nuestros comentarios a la frase que ya hoy es común y corriente y que elimina Elohím y coloca a Dios en su lugar. Entonces eso significa que, inmediatamente y para dar inicio a la creación de todo cuanto existe en el Universo, “Dios” hace los cielos y la tierra; es decir que Dios Padre Todopoderoso y Eterno de la nada hizo todas las cosas. En el segundo versículo leemos: Y la tierra estaba desordenada y vacía. ¡Un momento!. ¿Cómo algo en desorden y confuso puede cumplir con la propiedad de estar vacío a la vez?. El desorden es una manifestación visible de algo que no está guardando una determinada posición. Tener o que exista el desorden se entiende como aquella comparación entre dos o más cosas que existen sin guardar entre ellas un orden preestablecido. Lo que sí es claro es que para que el desorden se de y que exista la confusión debe, imperativamente, que haber algo. Y si hay algo, entonces, por lógica, ¡el vacío no existe ni puede darse!. Si la Palabra del Dios de la Biblia nos dice que la tierra estaba vacía tenemos que aceptar que se niega la existencia de la propia tierra como planeta; es decir es una afirmación que asegura, con todo el énfasis posible, que la Tierra nunca fue creada, a pesar que usted, yo y miles de terrícolas la vemos y vivimos sobre ella. Siempre, en ese versículo 2, se nos dice, en otra muy interesante frase. Y el Espíritu de los Elohím se movía sobre la superficie de las aguas. ¡Cuáles aguas!, ¿de dónde salen estas aguas si la Biblia nos asegura que lo que había era un enorme vacío cuando eso?. Hasta ese preciso y conciso momento solamente se nos dice que se habían creado los cielos y la tierra, pero que ésta estaba vacía; y si eso es cierto, no hay de otra más que entender que no había nada de nada, ni siquiera, por supuesto agua. En el versículo 3 leemos. Y dijo Elohím (o mejor dicho, ya que sabemos la verdadera connotación de Elohím, dijeron los muchos fuertes y poderosos seres): ¡Hágase la luz! y la luz se hizo. ¿Qué tipo de luz?, ¿luz química, eléctrica o la provocada u originada por cualquier otra manera, efecto o fenómeno?. Lo que sí es definitivo es que no se trataba de la luz solar, porque todavía, para ese momento preciso, el Sol no existía pues no había sido creado o fabricado. Ahora bien leamos de corrido los versículos 3, 4 y 5 del Génesis para comprender mejor lo que nos trataron de falsear. Y dijeron los Elohím: ¡Hágase la luz! y la luz se hizo. Y vieron los Elohím que la luz era buena; y separaron los Elohím la luz de las tinieblas. Y llamaron los Elohím a la luz Día y a las tinieblas llamaron Noche. Y fue la tarde y la mañana de un día. Está clarísimo que el Sol no tiene nada que ver en la luz que recién acaba de hacerse o producirse ella misma de manera espontánea. Más sin embargo los muchos dioses, o Elohím, nombran pomposamente, luego de separar la luz de las tinieblas, día y noche a las manifestaciones anteriores. Es definido por los Elohím ese instante como día, con una luz cuya claridad o iluminación tuvo que haber sido completamente artificial porque no podemos concluir sobre la base de la información bíblica que tenemos qué o cómo era esa luz. Aunque tampoco se nos dice lo que sucede con el día iluminado cuando por fin, al cuarto día de estar creando y haciendo, los Elohím ordenan que haya lumbreras en el cielo para separar el día de la noche. Sin encontrar la forma de entrarle, y así entender lo que realmente sucedió con la luz que ella misma se hace, pareciera que el Sol fue hecho por el procedimiento muy usado en los laboratorios de la prueba-error; pero eso no podemos ni pensarlo que lo pudiera haber hecho el Dios Todopoderoso y Eterno de la Biblia. La situación es que nuevamente quedamos sin comprender el principio de la tan famosa creación bíblica. La información que ha llegado hasta nosotros, de la Biblia, no hace más que contradecirse una y otra vez. Y, sin que hayamos leído más que los primeros cinco versículos, ya podemos afirmar que si algo se contradice tan claramente como ya lo hemos demostrado, esto hace que se invalide lo que se nos narra desde esa parte. Por lo tanto, eso de hacernos creer que los relatos bíblicos son la Palabra de Dios, está muy lejos de ser cierto. Sólo para resumir podemos preguntarnos, y pongámosle mucha atención a esto, ¿qué se hizo la luz que ya alumbraba a la Tierra cuando, estando vacía, se nos asegura que había y tenía agua?. Necesitamos más que una mente humana para comprender estas frases y todos estos acertijos; pero si fueron escritos para que nadie los pudiera entender, ni nosotros acá en el futuro, ¿para qué fueron escritas entonces?. Si alguien hace algo sabiendo que no va a ser comprendido, caramba, ¿para qué perder el tiempo y agotar sus energías tratando de explicarlo?; pero si aún y así, sabiendo de antemano que de todos modos nadie va a comprenderlo, y lo escribe, no hay más que este es un necio, anarquista y un gran bobo. ¿No lo cree?... ECOLOGÍA SIN SENTIDO COMÚN En el Tercer Día de la Creación bíblica leemos en los versículos 11 y 12, del Génesis. Después dijeron los Elohím: Produzca la tierra hierba verde, hierba que de semilla, árbol de fruto que de fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo pues la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza; y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vieron los Elohím que era bueno. ¿Por qué dicen los Elohím que la tierra produzca y no interviene ninguno de ellos directamente en la creación de la vegetación? ¿Por qué la tierra produce ella misma a la vegetación mucho antes de que el Sol exista tan siquiera? ¿No es indispensable la luz solar para el proceso de la fotosíntesis pues?. ¿Cuánto dura un día en la Creación bíblica?. Hay libros y comentarios, tanto para afirmar que la duración de esos días son los mismos de 24 horas que conocemos, como para asegurarnos que no, que la alusión a uno de esos especiales días, se refieren a un período de miles de años en el curso de los cuales poco a poco se suceden los acontecimientos que conllevaron a formar todo cuanto hoy conocemos y que es parte de nuestro planeta Tierra. ¿No se llama a ese proceso de sucesión de eventos evolución?. Independiente de esto, creemos que a los dioses de la Biblia sí le hicieron falta, en ese preciso momento, un buen asesor en materia agrícola y un buen consejero en planificación, con los cuales pudo haber programado los días de la Creación en otro orden. Y, entonces, el día programado para que surgiera el Sol y las demás lumbreras, fuera antes del día en que la Tierra produjera ella misma a la vegetación. Cualquier persona sabe que las plantas, árboles y en fin la vegetación en general, necesitan de la luz solar para existir; pero al revés, el Todopoderosos y Todo sabiduría Dios bíblico, o dioses bíblicos como ya lo sabemos ahora que son y fueron muchos y no uno solo, hicieron primero a la vegetación. ¿A qué se debe esta pausa mental o pequeño olvido en Dios Padre? ¿Será que como ya había luz, artificial y todo, pero luz al fin y al cabo desde el primer día, esta fue la que sirvió de fuente de vida para las plantas?; pero ¿qué se hizo dicha luz artificial una vez que surgió con todo su esplendor el Sol?. Otra cosa harto curiosa es que en un solo día, y no importa si de veinticuatro horas o de mil años, se procedió a que el suelo seco y desnudo de la tierra, tal y como nos lo deja descrito la Biblia que era, se cubriera de hierbas, plantas y árboles. Lo que llama la atención es que Dios Padre no procede a llamar a la existencia de la vegetación tal y como lo hace cuando se nos narra la manera en que surge la luz. Recordemos que los Elohím allí dicen ¡hágase la luz! y la luz se hizo. El acontecimiento fue instantáneo y en cosa de microsegundos surge la iluminación. Con la vegetación ya fue diferente. La orden divina, si es que podemos catalogarla como una orden, ya no es tan urgente; es más parsimoniosa y no es el Padre Eterno o los Elohím quienes directamente se toman la molestia de crear o hacer a la vegetación. ¿Cuánto tiempo se lleva la madre naturaleza para producir hierba, una planta o un árbol? ¡No precisamente 24 horas!. Un árbol, mis estimados y estimadas, puede tardar varios años en producirse ¿y entonces?. ¿Por qué la tierra no produce con la misma celeridad y rapidez ya hoy en día?. ¡Qué ingrato Dios Padre! pues así, al estilo de la creación bíblica, rápido como inmediatamente se acabarían, de una buena vez, el hambre y las miserias que existen en todo el Planeta creado en y por las manos de los muchos dioses bíblicos denominados Elohím. Lo curioso y colorido de este Tercer Día no termina sólo así. ¿Y la lluvia tan necesaria para la producción de la vegetación? ¿Con qué agua se regaron las semillas, los vástagos y las plantas? ¿Qué clase de agua existía para entonces?. Y la respuesta nos la da la propia narración bíblica. Y muy claramente, por cierto. Desde el Génesis 1:9 y 10 nos dicen. Dijeron los Elohím: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamaron los Elohím a lo seco Tierra y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vieron los Elohím que era bueno. Nosotros, con todo el derecho del mundo, nos preguntamos ¿qué fue lo que vio Dios Padre tan bueno?. ¿Será buena el agua del mar para regar las plantas? ¡No!, el agua de mar mata a la vegetación. La salinidad que contienen las aguas de los mares es nociva para las plantas y por lo tanto no puede ni debe aplicarse el agua del mar para regar a la vegetación. ¿Por qué no se nos hace participar de tan excelente técnica agrícola?. En menos de 24 horas, sin Sol ni rocío, con agua salada del mar, sin fertilizantes, sin plaguicidas y lo mejor sin proceso alguno de trabajo y mano de obra, podríamos estar produciendo todo lo que requeriríamos de y en hierbas, plantas y árboles. Imagínese usted que en vez que nos esté mandando Dios Padre pruebas y tentaciones estúpidas para conocer nuestros corazones, nos diera el secretito de la producción agrícola instantánea y en esas condiciones ¡No se estarían muriendo de hambre los millones de seres humanos que lo hacen al año en el mundo!. Cifra en la que se incluye a millones de niños. Si así fuera, pues, que Dios Nuestro Señor, el Dios de la Santa Biblia y que nos impuso Jesús como el Padre Nuestro, nos diera la participación del secretito y de sus beneficios, por Dios Santo que no existirían los ateos. En Génesis 1:14-19, que abarca todo el Cuarto Día de la creación bíblica, se nos dice. Dijeron los Elohím: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sean por señales y para las estaciones, para días y años. Vamos a tener que hacer una obligada interrupción a este versículo, pero no podemos dejar pasar por alto esta otra contradicción. En los versículos 3, 4 y 5 hemos leído: Y dijeron los Elohím: ¡Hágase la luz!, y la luz se hizo. Y vieron los Elohím que la luz era buena; y separaron los Elohím la luz de las tinieblas. Y llamaron los Elohím a la luz Día y a las tinieblas llamaron Noche. Y fue la tarde y la mañana de un día. Estos tres versículos nos están describiendo acciones que tuvieron lugar desde el Primer Día. ¿Por qué si desde el inicio, con luz artificial, Dios Nuestro Señor llama a la luz Día y Noche a las tinieblas; en el Cuarto Día el Padre Nuestro repite otra vez la separación del día y de la noche?. Además es ilógico todo el tema de la iluminación tal y como nos es planteado. Durante el Primer Día surge la luz. ¡Si hay Luz por qué quedan tinieblas. Y veámoslo: En el principio la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la superficie del abismo. Y dijeron los Elohím: ¡Hágase la luz!; y la luz se hizo. ¡Si la luz se hizo, las tinieblas, todas ellas, tuvieron que esfumarse y desaparecer por completo!. No olvidemos que se le llaman tinieblas a la falta de luz. Si la luz surge, como surgió haciéndose ella misma, es totalmente imposible que quedaran tinieblas. Más sin embargo en el colmo de la necedad, la Biblia nos trata de engatusar diciéndonos en el versículo 4. Y separó Elohím la luz de las tinieblas. ¡Cómo pueden existir simultáneamente la luz y las tinieblas!, eso es imposible. Si la luz se hizo las tinieblas debieron de haber desaparecido inmediata y totalmente. Unicamente hay tinieblas cuando no hay luz; tal el caso clásico del día y de la noche. Durante el día las tinieblas desaparecen por la causa de la luz solar. Y, en la noche, que ya no hay luz del Sol, es cuando surgen o aparecen las tinieblas. Claro que todo eso es debido al movimiento de rotación de nuestro planeta y a que existe en el firmamento el Sol. Pero si durante el Primer Día de la Creación, que no había Sol ni movimiento de rotación de nuestro planeta y, además, la tierra estaba en tinieblas cuando surge la luz; en ese preciso instante en que alguien enciende el interruptor de aquella tan extraña luz e iluminación bíblica, todas las tinieblas debieron de desaparecer completamente. A menos que esa maravillosa luz divina, que brotó en el principio de todo cuando es, lo hubiera hecho solamente en un reducidísimo espacio; tal y como cuando un foco o bombillo, o una lámpara de la calle, colgada de un poste, no tienen la suficiente intensidad o claridad como para alumbrar toda la calle obscura. Pero entonces ¡por qué decir con ese lujo de prepotencia hágase la luz!. Cualquiera entiende que dicha luz que se hizo tendría que haber sido algo monumental y espectacularmente brillante y reluciente para todo el planeta Tierra, por lo menos. ¡El Padre Eterno, ese ser poderosísimo, hizo la luz!, pero lo que parece que hizo fue apenas encender un fósforo y quizá hasta nos quedamos cortos con la comparación de ello. Muy bien. Ahora sigamos en nuestra tarea de escudriñar minuciosamente el Génesis y leamos los versículos 15 al 19: Y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hicieron los Elohím las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que enseñorease en la noche; hizo también las estrellas. Y las pusieron los Elohím en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra; y para señorear en el día y en la noche y para separar la luz de las tinieblas. Y vieron los Elohím que era bueno. Y fue la tarde y la mañana del Día Cuarto. Así, de esa manera, es completada la acción del Cuarto Día; encontrándonos nuevamente con la prepotente afirmación de Y vieron los Elohím que era bueno. ¿Qué fue más bueno? ¿La acción de los muchos dioses bíblicos durante el Primer Día cuando separaron también la luz de las tinieblas o esta acción que repiten de nuevo en este Cuarto Día?. Realmente ¿cuándo quedan instituidos como tales el día y la noche? ¿durante el Primer Día o en este Cuarto Día? ¿Por qué esa repetición inconsistente Y vieron los Elohím que era bueno? ¿Qué hubiese pasado si Dios Padre o los Elohím hubieran visto que algo de eso no era bueno? ¿Lo hubiesen detectado o se les hubiera pasado por alto? ¿No que todas y cada una de las acciones del Dios Todopoderoso y Eterno de la Santa Biblia deben implicar que son buenas? ¡Para qué machacarlas! ¿Será que el inspirado autor de todo esto ni siquiera él mismo lo creía y lo machaba nada más para convencerse?. ASUSTANDO A LOS CREYENTES Para ponerle un poco de sal y pimienta a este relato, antes, debemos definir muy bien dos palabritas; ambas parecieran querer decir y significar lo mismo pero no es así. Veamos cuál es el significado y qué es lo que entendemos cuando usamos las palabras crear y hacer. Crear significa la producción de algo que no existía ni por sus partes que lo componen. Y hacer es la producción de algo pero con elementos, sustancias y partes que ya existen y que podemos obtener del medio que nos rodea. Para crear algo no se necesita de elementos ya existentes pues de la nada, prácticamente, es la única manera que se puede crear. Y traemos esto a colación para dejar muy en claro la grave tergiversación de la forma, y del fondo, de la Creación bíblica, tal y como nos la describen desde el primer capítulo del libro de los Orígenes o Génesis. La palabra que se usa al comienzo de este libro es “bara”, no lo olvidemos que dice al inicio de la Santa Biblia bereshit bara Elohím, cuya traducción del hebreo al español es crear, y que significa, como ya lo sabemos, producir algo completamente nuevo, que no existía en sus partes, y por lo tanto que no tiene ningún precedente. Nos encontramos con la palabra bara en el primer capítulo del Génesis solamente tres veces y en los versículos 1, 21 y 27. Y es usada para relatar la producción pero a partir de la nada, tanto del cielo y de la tierra, como para describirnos cómo surgen los grandes monstruos marinos y también, y por último, para que sepamos cómo surge el hombre, al igual que el varón y la hembra por primera vez en todo el Universo. El libro del Génesis, para referirse a la producción de todo lo demás, durante los otros días de la Creación bíblica, se sirve y utiliza la palabra “asa”; cuya traducción, también del hebreo al español es hacer y cuyo significado, para una mejor comprensión, es la producción de cualquier cosa pero a partir de elementos ya existentes y por lo tanto anteriores a lo que se está haciendo o produciendo. El versículo 1 nos dice claramente que en el principio los Elohím crearon los cielos y la tierra, y hemos de entender que de la nada Dios Padre se sacó y produjo ese algo que denomina cielos y tierra. En el versículo 3 también, en forma muy clara, nos dicen que los Elohím dijeron hágase la luz y la luz se hizo. Es decir que la luz surge o se produce a sí misma pero con elementos ya existentes. Y, ¿con qué contamos para ese preciso momento? pues tenemos a la tierra, desordenada o vacía –nunca ambas proposiciones-, también tenemos a las tinieblas, o sea que no había luz, contamos así mismo con los Espíritus de los Elohím en movimiento y con agua del mar. Y, con estos elementos, es que la luz se hizo a sí misma. Por lo tanto, y por lo que parece, que el producto final, llamado luz, se debió a que por medio de una hidroeléctrica se logró generar esa famosa luz que surgió desde el Primer Día. ¡Cuánto relajo y cuánto lío para la luz! ¿Por qué sencillamente Dios Padre no creó a la luz? ¿Por qué de manera tan irresponsable y tan complicada nos dejan el misterio cuando leemos que y la luz se hizo?. No sabemos si fue creada o si fue hecha o producida por otro de esos muchos dioses que pululaban en esa época por el mundo. La verdad es que solamente se la menciona sin mayor explicación. Ahora bien, tenemos el primer enfrentamiento con el agua cuando leemos en el versículo 1 que y los espíritus de los Elohím se movían sobre la superficie de las aguas. Y esto es muy extraño. Que no nos digan la manera en que el agua surge a la existencia nos hace entrar en muchas sospechas pues, a no dudarlo el agua formó parte importante adentro del pueblo elegido. A Dios Padre mismo le sirvió para el Diluvio Universal y así, usando el agua como catalizador, el Dios de la Biblia pudo, en todo el amor que le caracteriza, eliminar a todo ser viviente de la superficie del planeta y también le sirvió para purificar la tierra exterminando a los impíos. También es muy extraña la contradicción que encontramos, siempre con el tema del agua, ya que el versículo 6 nos dice: Luego dijeron los Elohím: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. Aquí, la expresión de haya expansión en medio de las aguas, quiere decir que se formen o que se desarrolle la superficie de las aguas. Para ese momento no había todavía superficie en las aguas. Esto es controversial puesto que desde el versículo 2 ya nos dijeron que los Espíritus de los Elohím se movían sobre la superficie de las aguas. ¡Cuál superficie de las aguas! Si fue hasta el Segundo Día en que Dios Padre, en su infinita sabiduría, dispone la formación de esa superficie. La mentira dura hasta que la verdad no aparece. Total que nos quedamos igual, no sabemos nada, y tampoco podemos deducir cuál es el origen de las aguas; pero podemos, eso sí, apostar doble contar sencillo que no es de origen bíblico y mucho menos debido a la intervención de Dios Nuestro Señor. Regresando con el hilo de lo que estábamos tratando, nos quedamos definiendo los términos crear y hacer. Y en esto nos encontramos otra palabra muy parecida a estas dos en el versículo 11 y se nos hace ver desde ahí. Dijeron los Elohím produzca la tierra la vegetación. El vocablo producir es diferente a las otras dos. No es crear y tampoco es hacer. Esta es una acción desde la que una misma fuente u origen provoca, ella misma, la generación de otros elementos vivos. La tierra sirviendo de madre o de incubadora permite que las semillas, esquejes, vástagos, brotes o acodos, se desarrollen; brotando así cada diferente plantita, ya sea hierba o árbol. Y eso hace que surja otra duda al respecto. ¿De dónde salieron las miles de millones de semillas o vástagos que sirvieron para que la tierra produjera toda la vegetación del planeta?. Dios Padre es muy claro en el versículo12. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Si efectivamente fue así, ¿por qué no se nos da una minuciosa descripción de la forma como ocurrió esa primera producción de toda la flora de la tierra? ¿por qué tampoco se nos cuenta, con lujo de detalles, cómo fue que Dios Padre, o los muchos seres fuertes y poderosos o Elohím, lograron que la luz se hiciera, la manera en que surge el agua y de qué forma es que se originaron los planetas? ¿Quién sembró las diferentes semillas? ¿De dónde sacó la tierra las semillas y los esquejes para poder producir?. Y hacemos la pregunta de dónde sacó la tierra las semillas porque en ninguna parte se nos dan los concisos y precisos detalles de lo acontecido con la producción que la tierra efectuó a la orden divina. La Santa Biblia nos debería de decir, por lo menos, que luego que los muchísimos Elohím crearan, hicieran o fabricaran de tal o cual manera las diferentes semillas, de las miles de variedades que existen, Dios Padre procedió a sembrarlas una por una teniendo en cuenta altura, superficie y humedad de los terrenos. Y, cuando por fin estuvieran todas esas miles de millones de semillas plantadas y bien sembradas, regadas y muy bien cuidadas, entonces, y sólo entonces, deberían de haber dado la orden los Elohím a la tierra que produjera. Pretender, sin hacer antes todo el proceso ya mencionado, las cosas como son planteadas en la Biblia, es risible que se de semejante orden de produzca la tierra la vegetación. ¿Por qué tan simple el proceso de hacer la vegetación del Planeta? ¿No de esta misma vegetación dependemos no sólo los seres humanos sino que los animales también? ¿Por qué la falta de detalles en esta tan importante actividad que nos permite tener alimentos para poder vivir?. Y, sólo a manera de repaso y ejemplo, leamos desde el Levítico 1:1-9 lo siguiente. Llamó Yahvé a Moisés, y habló con él, desde el tabernáculo de reunión, diciéndole: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrezca ofrenda a Yahvé, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda. Si su ofrenda es holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Yahvé. Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya. Entonces degollará el becerro en presencia de Yahvé; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo de reunión. Y desollará el holocausto, y lo dividirá en sus piezas. Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego. Luego los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la gordura de los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar, y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida en olor grato para Yahvé. ¿Por qué razón aquí sí está minuciosamente detallado, por parte de Dios Padre, que nos describe cómo es la forma correcta de hacerle el correspondiente sacrificio animal? ¿Por qué tan descriptivo y tan pormenorizado aquí el Dios de la Biblia para que le quemen los excrementos de animal que son olor grato para Yahvé? ¡Por qué!. Y, ¿por qué no es ni la mitad de descriptivo ni detallado este mismo Dios bíblico para hacernos saber cómo hizo la luz, el agua y cómo fue que la tierra produjo a toda la vegetación del Planeta? ¿Qué es más importante, la luz, el agua y la vegetación? O ¡La mierda encendida de animales en olor grato para Dios Nuestro Señor!. Podemos leer todo el libro del Levítico y encontrar en sus nauseabundas páginas larguísimas, así como aburridísimas, órdenes dictadas por el Padre todo amor de cómo tienen que hacerse las cosas relacionadas con ofrendas, sacrificios y holocaustos de animales, con la vestimenta ritual de los sacerdotes y con los diferentes ritos que se deben hacer frente al altar. ¡Y es tan parco con lo más importante! ¡Qué gran contradicción e ironía!. ¿Por qué tan detallista, minuciosamente detallista, con los rituales? ¿Por qué tan sospechosamente corta y escasa la información de lo vital para la vida misma como lo es la luz, el agua y la vegetación?. Pero continuemos con los sucesos del Cuarto Día. Aquí se hacen el Sol, la Luna y las estrellas; pero ojo con esto. ¿De dónde salen los materiales para hacerlos?. Y hay una pregunta obligada a hacerse ¿de qué tamaño tuvo que haber sido la tierra creada por Dios Padre de la nada?, porque solamente de la tierra, recién creada, se pudieron haber obtenido y sacado todos los materiales que se necesitaron para la elaboración de las lumbreras y de todas las estrellas. Recordemos que la sabia Biblia describe la acción de todo esto usando el vocablo asa (hacer) y no bara (crear). El versículo 16 nos permite estar al tanto de lo sucedido: Hicieron los Elohím las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease de noche; hicieron también las estrellas. Durante este Cuarto Día, Dios Nuestro Señor, o sea los miles de Elohím que lo conforman, hace, no crea, al Sol, la Luna y las estrellas; en pocas palabras se concluyó todo el Universo ya que en el Primer Día sólo crea a la tierra y al cielo. Cielo es todo aquello que no es tierra, es decir el espacio sideral. Cuando el Dios de la Biblia hace a las lumbreras y a las estrellas es porque ya han transcurrido tres días en las acciones de la creación. ¿Con qué cuentan los Elohím para hacer a todos los planetas y a toda la inmensidad de estrellas que componen el Universo?, pues cuentan con nuestro planeta Tierra, con luz, con agua y con la vegetación. Ahora bien, esta tierra creada desde el principio tuvo que haber sido lo suficientemente grande, inmensa, casi infinita en tamaño, para que eso les permitiera a los dioses fuertes y poderosos de la Biblia tomar todo el material y con ello hacer a los demás planetas y estrellas del Universo. ¿Por qué, entonces, la Tierra es muchísimo más pequeña que Júpiter, el Sol o Neptuno?. O bien ¿por qué siendo nuestro planeta el que sirvió de materia prima para hacer al Universo es tan pequeño en comparación con la inmensa mayoría de los otros planetas y estrellas?. ¿Por qué Dios Padre no le dio la importancia en tamaño que bien se merecía la Tierra? ¿Por qué hacer la divinidad bíblica esa cantidad casi infinita de planetas y estrellas? ¿Y por qué solamente a la Tierra le da plantas, animales y seres humanos? ¡Por qué sólo a la Tierra! ¿Qué tan especial es nuestro planeta para recibir tanta deferencia divina?. El Universo está constituido por Galaxias, creyéndose que hay unas 100 mil millones de ellas en la inmensidad del espacio sideral; además que cada una de estas Galaxias está formada por estrellas cuyos componentes están unidos en forma gravitacional. La Vía Láctea, en donde se encuentra nuestro Sistema Solar y otros miles de miles de Sistemas Planetarios, ocupa un lugar insignificante en el Universo; entonces, la Tierra, nuestro amado planeta, ¿cuán insignificante será en todo el concierto universal?. Sólo con comparar el diámetro medio del Sol y el de la Tierra podemos hacernos la idea de lo ridículamente pequeño que es nuestro planeta. El Sol tiene un diámetro ecuatorial de 1.4 millones de kilómetros y nuestra Tierra apenas 12,756 kilómetros. Nuestro planeta, el que Dios en su infinita sabiduría escogió para el inicio de la vida en todo el Universo, es apenas una décima del uno por ciento (0.1%) del Sol. ¡Increíble!... Pero bueno a los hechos hay que referirnos. Luego que el Dios de la Biblia o los Elohím tomaran de la Tierra todo el material necesario para hacer las cien millones de Galaxias que componen al Universo apenas le sobraron 12,756 kilómetros de diámetro al planeta Tierra. ¡Vaya que nos dejó algo! ¡Gracias a Dios!. Para qué hacer cien mil millones de Galaxias. ¿Para qué hizo Dios Padre la cantidad, casi infinita, de planetas, estrellas, púlsares, cuásares y demás?. Y nos atrevemos a formularle estas sacrílegas interrogantes al Dios creador de todo el Universo, con el derecho que nos da no sólo que Dios Padre nos haya creado y hecho a su imagen y semejanza, sino porque somos inteligentes. Y, esta capacidad de aprendizaje con que contamos, más nuestro sentido común, nos hacen ver lo ridículo que es conocer los miles de detalles para los sacrificios exigidos por el terrible diosesito bíblico y para lo más importante, como lo es el Universo, no hay ningún mísero detalle o la más mínima información. ¡Qué desperdicio!. Está muy bien eso de hacer miles de millones de planetas y estrellas ¡qué grande y perfecta obra!, ahora bien, ¿por qué el Dios de la Biblia desperdició tanta energía y tanto material para hacer esa gran cantidad de Galaxias vacías de vida?. ¡Cómo necesitamos esa energía y ese material gastado para evitar, ahora mismo, el hambre, la violencia y el pecado que están acabando con la vida de los seres humanos!. ¿Qué pasaría si se confirmara la existencia de vida en otros planetas? ¡Qué papelón para Dios Padre y sobre todo para la Biblia que asegura que sólo aquí, en la Tierra, hay vida!. CONTROVERSIA DIVINA Ahora veamos los versículos del 20 al 23 que nos relatan los hechos ocurridos durante el Quinto Día. Dijeron los Elohím: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. Y crearon los Elohím los grandes monstruos marinos. Y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su especie, y toda ave alada según su especie. Y vieron los Elohím que era bueno. Y Elohím los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas de los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. Y fue la tarde y la mañana del Día Quinto. Muy bien. Vamos por partes. Este Quinto Día, o lo que se nos cuenta de él, es controversial por excelencia. Necesitamos más que un lápiz y un papel para desembrollar esta locura; diríamos más bien que con un buen bisturí y con un par de pinzas pudiéramos ir rompiendo tela por tela de este mazacote bíblico y así poder comprender, o tratar de poner en claro, lo que aquí se nos narra. Tomemos, para empezar, el versículo 20 completo, el cual dice: Dijeron los Elohím: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. Nuevamente nos encontramos con que la divinidad bíblica no hace las cosas en forma directa. Pide ayuda y la colaboración de alguien, o de algo separado, y fuera de él, que por lo mismo no es Dios. Aquí le pide a las aguas que produzcan. Ahora bien habrá que reflexionar pues, antes debemos de contestarnos, ¿cómo son estas aguas a las que Dios Nuestro Señor dice que produzcan seres vivientes y aves?. No hay que olvidar que la Biblia se refiere al agua del mar y esta agua salada es la madre o el útero que sirve de incubadora para todo ser viviente. ¿Qué es un ser viviente?, pues es un ente o individuo vegetal, animal o humano que es indivisible; que nace, crece, se reproduce y finalmente muere. ¿Qué les parece lo que nos dice este versículo? ¿Por qué esa separación entre seres vivientes y aves que vuelan? ¿No son seres vivientes las aves?. Las aves son animales vertebrados, ovíparos, de respiración pulmonar y de sangre caliente, pico corneo, cuerpo cubierto de plumas, con dos pies y con dos alas; y se conocen una veinte mil especies. ¿Qué tan importantes son las aves que vuelan para ser nombradas específicamente por Dios Padre de esa manera tan especial en este versículo? ¿Qué sucede con aquellas muchas aves que no vuelan? ¿Por qué se le olvidó al Dios Bíblico tan siquiera nombrarlas?. Si la divinidad de la Biblia le dice a los mares que produzcan seres vivientes, y ya vimos lo que es un ser viviente, eso significa que los mares incubaron plantas, animales y por supuesto que seres humanos. Todos los seres vivientes que conocemos fueron hechos y producidos por la inmensa madre que viene a ser el agua del mar. Quizá eso explique el motivo que encontramos a un Caín que se va con su esposa (¿?) y que fundan una ciudad con cientos de seres humanos que, se supone, para cuando el nacimiento de los hijos de Adán y Eva, no existían más personas en toda la faz de la tierra que ellos cuatro. Ahora, pues, podemos entender que las miles de personas que poblaban las afueras del Jardín del Edén fueron parte de aquellos seres vivientes que Dios Padre, por medio de los mares, hizo que se produjeran. Porque ¿de dónde sale, para empezar, la esposa de Caín, y todos aquellos que les ayudaron a construir toda una ciudad?. Lo que se nos dificulta entender de este versículo 20 es la parte que nos dice: Y las aves que vuelan sobre la tierra, en al abierta expansión de los cielos. Tomemos cualquier ave que vuela y analicemos lo siguiente: Cualquier ave que vuela lo debe hacer sobre la tierra o sea en el espacio. Eso es obvio y se hace innecesaria la aclaración. La Palabra del Dios bíblico nos dice: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelan sobre la tierra. ¿Quiere decir esto que el origen de las más de 20 mil especies de aves que se conocen está en el mar? ¿En dónde podremos encontrar el origen de todas las aves que no vuelan?. Definitivamente no en el mar. El avestruz, a pesar de ser un ave, no vuela y forma parte del grupo de las aves corredoras. ¿En donde, pues, está el origen de estas aves?. ¿Por qué en vez de esta sosa repetición de aves que vuelan sobre la superficie de la tierra, Dios Padre no nos describe detalladamente a qué seres vivientes se refiere cuando le pide a las aguas del mar que los produzca?. Que no se piense que es a los peces la referencia de seres vivientes. No. Es totalmente alejado de estos otros seres el dicho de Dios Nuestro Señor. En todo caso pudo muy bien haberlo dicho así de claro y nombrarlos por su respectivo apelativo de peces tal y como lo hace en el versículo 26 que desde ahí leemos muy claramente: y señoree en los peces del mar. Además en esta frase es bueno que pensemos en lo obvio: ¿Olvido divino de nombrar el Dios de la Biblia a los peces de lagos, ríos y lagunas que sólo lo hace con los del mar? ¿por qué?... Sin haber otra referencia en este versículo acerca del término tan amplio de seres vivientes, debemos de asumir que Dios Padre se está refiriendo a todos los seres vivientes en general; y en esta amplia gama de individuos entran todos los integrantes de los reinos vegetal y animal en donde incluimos, por supuesto, a los seres humanos. Al preguntarnos el motivo de tan general disposición divina, en donde no hay ninguna indicación que nos aclare la clase de seres vivientes que fueron producidos por los mares, no podemos olvidarnos que durante el Tercer Día, allí sí Dios Padre especifica muy bien lo que se quiere y requiere de la madre tierra. Nos dice el versículo 11: Dijeron los Elohím: Produzca la tierra hierba verde, hierba que de semilla; árbol de fruto que de fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. ¿Verdad que es muy raro que Dios Padre no nos haya especificado lo de los seres vivientes?. Por lo tanto es concluyente que la divinidad, que conforman los Elohím, en la Biblia, se está refiriendo a todos, pero a todos los seres vivientes que conocemos y no exclusivamente a los peces. Ahora veamos el versículo 21 que nos dice. Y crearon los Elohím los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su especie. Y vieron los Elohím que era bueno. No vayamos a pensar, ni por un momento, que este versículo nos está diciendo que Dios Padre creó a todo ser viviente que se mueve. No. Así parece pero no es así. Si releemos despacio el versículo nos damos cuenta de lo que se quiso dejar señalado. Hay una referencia a los grandes monstruos marinos que son los únicos que fueron creados por la serie de dioses que enmarcan a los Elohím en la Biblia. O sea que ese versículo ratifica lo que el versículo anterior ya nos había contado. Dios Padre creó únicamente a los grandes monstruos marinos y siendo muy general la frase no sabemos a que atenernos con respecto a su significado; a menos que sea parte del relato mítico de los grandes monstruos o grandes bestias que son enemigos del hombre, que siempre han ocupado un lugar muy especial en el pensamiento religioso que los líderes espirituales han impuesto a todos sus feligreses. Que no nos quede la menor duda que de esto se trata. Los grandes monstruos marinos que los Elohím crean no son más que los prototipos de la bestia por excelencia, el dragón, la serpiente huidiza, Rahab o Leviatán. En Isaías 27:1 asombrados de lo que se nos dice leemos. En aquel día Yahvé castigará con su espada dura, grande y fuerte al Leviatán serpiente veloz, y al Leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar. ¿Quién hizo tales monstruos? ¡Dios Nuestro Señor, es decir los propios Elohím los crearon y nadie más!. Recordemos que el versículo 21 así lo deja estipulado: Y crearon los Elohím los grandes monstruos marinos. Leviatán en árabe quiere decir el animal enroscado y, como dato adicional, el Leviatán es el enemigo de la Iglesia y fue creado por Dios Padre en una ironía digna de mejor causa pues, no hay que olvidarnos, que el Dios de la Biblia es tenido en las iglesias cristianas –y venerado además-, como el Ser Supremo. ¡Que no se nos olvide eso!. En Job 7:2 hay un reclamo muy fuerte para con el Dios de la Biblia y nos dice. ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, para que me pongas guarda?. Es tal la pena que está pasando Job que hasta se atreve a decir en 7:5 que. Mi carne está cubierta de gusanos, y de costras terrosas. Mi piel, hendida y abominable. Job reconoce estar tan mal por tanto sufrimiento que Dios Padre le manda, que aún y así dice. ¿Por qué me pones por blanco tuyo, hasta convertirme en una carga para ti?. ¿Sádico el Dios de amor que adoramos en las iglesias cristianas?... ¿Usted qué cree?. El Apocalipsis 12:3 nos habla de lo mismo. También apareció otra señal en el cielo; he aquí un gran dragón de fuego o rojo, con siete cabezas y diez cuernos. Igual cosa sucede desde el libro de Ezequiel 29:3 que nos dejan advertido. Así dice el Señor Yahvé: He aquí que yo estoy en contra de ti, Faraón, rey de Egipto, el gran dragón que yace en medio de sus ríos, el cual dijo: Mío es el Nilo, pues yo lo hice para mí. El dragón de los mares que el Padre Nuestro crea es una especie de monstruo fabuloso que hierve el agua con el fuego de sus narices, tal y como nos dice Ezequiel 32:3 en la Palabra de Dios. Cuando eras como el dragón en los mares; pues hacías hervir las aguas con tus narices y enturbiabas las aguas con tus pies y hollabas sus riveras. Desde Daniel 7:3 se nos habla de la divina creación. Y cuatro bestias grandes diferentes la una de la otra, salieron del mar.
Posted on: Wed, 11 Sep 2013 05:54:36 +0000

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