El guiar a un niño (¡o a cualquier otra persona!), aunque sea - TopicsExpress



          

El guiar a un niño (¡o a cualquier otra persona!), aunque sea sin darnos cuenta, lejos de la fidelidad, de la lealtad y la creencia básica simplemente porque queremos ser ingeniosos o independientes es una licencia que a ningún padre ni a ninguna otra persona se le ha dado jamás. En los asuntos de la religión, una mente escéptica no es una manifestación más elevada de virtud que un corazón creyente; y la deconstrucción analítica en el campo de, digamos, la ficción literaria, puede convertirse en simplemente destrucción cuando se transfiere a las familias que anhelan fe en el hogar. Y tal desviación del verdadero camino puede ser aparentemente lento y sutil en su impacto. Tal como un observador dijo: “Si elevas la temperatura del agua con la que me baño sólo un grado cada diez minutos, ¿cómo voy a saber cuándo gritar?.... Por lo que hay que arreglar, sujetar, y después arreglar y sujetar de nuevo. Aun así sabemos que algunos hijos tomarán decisiones que romperán el corazón de sus padres. Es posible que las madres y los padres hagan todo correctamente y que aun así tengan hijos que se desvíen. El albedrío moral sigue en efecto. Pero aun en esas horas de dolor será reconfortante saber que sus hijos sabían de la fe perdurable que ustedes tienen en Cristo, en Su Iglesia verdadera, en las llaves del sacerdocio y en aquellos que las poseen. Será reconfortante para ustedes saber que si sus hijos eligen salir del sendero estrecho y angosto, lo hacen estando conscientes de que sus padres estaban firmemente en él. Vivan el Evangelio de forma tan notoria como puedan. Guarden los convenios que sus hijos saben que han hecho; den bendiciones del sacerdocio ¡y den su testimonio 11 ! No sólo supongan que sus hijos de alguna manera se darán cuenta de sus creencias por su propia cuenta. El profeta Nefi dijo cerca del final de su vida que habían escrito su registro de Cristo y habían preservado sus convicciones en cuanto a Su Evangelio a fin de “persuadir a nuestros hijos”, dijo, para que “nuestros hijos sepan… [y crean en] la senda verdadera” 12 . Como Nefi lo hizo, ¿podemos preguntarnos lo que saben nuestros hijos? ¿De nosotros? ¿Personalmente? ¿Saben nuestros hijos que amamos las Escrituras? ¿Nos ven leerlas y marcarlas y aferrarnos a ellas en la vida diaria? ¿Han abierto nuestros hijos inesperadamente una puerta y nos han encontrado de rodillas orando? ¿Nos han escuchado no solamente orar con ellos, sino orar por ellos a causa del amor que les tenemos? ¿Saben nuestros hijos que creemos en el ayuno como algo más que una privación obligatoria del primer domingo de mes? ¿Saben que hemos ayunado por ellos y por su futuro en días en que ellos no lo sabían? ¿Saben que nos encanta ir al templo, por la razón importante de que nos proporciona un vínculo con ellos que ni la muerte ni las legiones del infierno pueden romper? ¿Saben que amamos y apoyamos a los líderes locales y generales, imperfectos como son, por su disposición de aceptar llamamientos que no buscaron a fin de preservar una norma de rectitud que no crearon? ¿Saben nuestros hijos que amamos a Dios con todo nuestro corazón y que anhelamos ver el rostro —y postrarnos a los pies— de Su Hijo Unigénito? Es mi oración que lo sepan. Elder Jeffrey R. Holland Conferencia General Abril 2003
Posted on: Tue, 01 Oct 2013 21:01:42 +0000

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