"El origen de la corrupción" «Pero hubo también falsos - TopicsExpress



          

"El origen de la corrupción" «Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme» (2 P. 2:1-3). Cuando Cristo anunció la misión de la iglesia, describiendo de esta manera el objetivo principal de su mensaje dijo: «Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt. 5:14y16). La iglesia es el instrumento que Dios preparó para que alumbre en la oscuridad diabólica del mundo, y de esta manera despertar la fe hacia Dios en los hombres y mostrar el buen camino que nos lleva a Dios. La luz hace clara diferencia entre el bien y el mal, entre lo santo y lo profano, entre lo divino y lo satánico. La luz no admite las tinieblas, no podemos combinar en una fuente de emisión de luz oscuridad y tinieblas, es que por lógica donde hay luz, las tinieblas huyen. La luz es vida donde impera la muerte. Es curioso que desde hace cierto tiempo para hoy, existe una extraña tendencia de muchos escritores de tomar como tema los zombis, que son seres humanos que han muerto, pero extrañamente cobran vida y persiguen con furia diabólica y brutal a los hombres vivos o que no están contaminados de ese misterioso virus que les ha producido la muerte en vida. Esta extraña parodia refleja nítidamente el efecto que produce el pecado en la humanidad, dice el apóstol Pablo: «Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados…» (Ef. 2:1). Es más, estos zombis no soportan la luz, se esconden de ella y se protegen bajo la sombra de las tinieblas. Cristo vino a darnos vida estando muertos por el pecado. Pero como el príncipe de este mundo no se duerme, levanta falsos maestros que anuncian un evangelio que no sana ni cura la corrupción, sino todo lo contrario, introducen falsas doctrinas, perversas y destructoras. Herejías que corrompen el corazón de los que sinceramente han huido de la contaminación del pecado y los llevan al extremo de valorar más la voz de un hombre que el señorío de Dios y muchos seguirán sus disoluciones (separándose de Dios y ligándose a organizaciones de carácter humano y por qué no decirlo diabólico). Detrás de todo ese escaparate religioso está la avaricia que corrompe el alma de muchos líderes religiosos; el diezmo y las ofrendas los usan para darse una vida de lujos. Poseyendo muchos de ellos fincas de recreo, alimentando jugosas cuentas bancarias y exigiendo mayores salarios. ¿Será que a semejantes asalariados y avariciosos, Dios confiará su preciosa revelación de la palabra, para que produzca vida en los hombres? Estos parecen maniquíes de vitrina predicando al Jesús del establo, y ellos viajando y hospedándose en hoteles de cinco estrellas; estos se vuelven magos capaces de sacar hasta el último centavo de la bolsa en nombre de aquel que tuvo que pedir un denario prestado para ilustrar su mensaje. ¡¡¡Basta ya!!! Dejemos de buscar excusas. La causa del descenso moral y espiritual en el mundo, no es la radio, ni la televisión, ni la música. La culpa la tiene la iglesia, ya no somos una piedra que incomoda el caminar del mundo, ya no se presenta un evangelio que desafíe al pecado, ya escasean los creyentes que exponen su vida al vituperio y a la persecución por causa de Cristo, ya no somos luz en medio de las tinieblas. Presentamos un evangelio increíble porque la vida de los que anunciamos la palabra, no coincide con nuestro mensaje; o aquellos que nos llamamos creyentes no multiplicamos los efectos de transformación que el mensaje que oímos nos empuja a realizar. Postrémonos delante de la presencia del Dios vivo y reconozcamos, como lo haría el profeta Daniel: «Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor… hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos… Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario (iglesia) asolado, por amor del Señor » (Dn. 9:3-6 y 17). Amén, Aleluya…
Posted on: Sat, 24 Aug 2013 04:18:03 +0000

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