El patrón de estancia El autoritario y el populista no creen - TopicsExpress



          

El patrón de estancia El autoritario y el populista no creen en los derechos. Mucho menos el populista autoritario. No creen que los derechos humanos y civiles existan de por sí, ontológicamente, que sean inherentes a la persona por el sólo hecho de existir ésta. Creen que se “dan”. Para los populistas autoritarios hay alguien que es más que el otro, que tiene el poder de decidir sobre los derechos, que los da, que los quita, que los manipula, que los negocia, que los compra, que los vende. Cuando es una dependencia del gobierno la que habla en esos términos a través de un simple aviso publicitario (la publicidad nunca es inocente y casi siempre es tóxica y manipuladora), las ideas de ese gobierno quedan al desnudo. No es una novedad. Hace diez largos años que esa ideología se convirtió en práctica cotidiana. Derechos para unos y no para otros, derechos en ciertas condiciones y no en otras, derechos a cambio de votos y simpatías, supuestos “defensores” de derechos humanos abducidos a cambio de subsidios perversos, y convertidos, a su vez, en catadores de derechos, en jueces sin toga capaces de absolver y condenar de acuerdo con la voz del amo. “Dale derechos”. Demostrale que depende de vos, de tu voluntad. Recordale que sos su patrón para que no se retobe (así como se los das hoy se los podrías quitar mañana). Hacele sentir la diferencia (a tu favor) que los separa. “Dale derechos” y comprale su agradecimiento eterno y su voluntad. El aviso no dice “Respetá sus derechos”, porque la noción de respeto es ajena a quien emite ese anuncio. El aviso no dice “cumplí con tu deber”, porque quien lo emite no cree en deberes (pertenece a un gobierno que acomoda códigos, leyes y decretos a su conveniencia, y deshonra serialmente al sistema republicano), sólo piensa en los derechos como un instrumento que se administra desde el poder. “Dale derechos” y pedile fidelidad, pedile “militancia”, pedile obsecuencia, pedile silencio y subordinación. Los derechos como moneda de compra de voluntades. No como deber ineludible ante el otro. Así han gobernado, así ven el mundo. “Es mi naturaleza”, dice el escorpión a la tortuga que le ayuda a cruzar el río, tras envenenarla traicioneramente . Y contra la propia naturaleza nadie puede. Ni las personas ni los gobiernos. La naturaleza populista autoritaria se les nota hasta en un aviso que parece honrar a las personas y, una vez más, les falta el respeto.
Posted on: Mon, 02 Dec 2013 10:48:30 +0000

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