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El peor problema de la Argentina es el populismo Autor de Por qué fracasan los países, el economista Daron Acemoglu analizó el contexto económico y político local desde el funcionamiento de las instituciones. Crecimiento en manos de pequeñas élites e intervención estatal, obstáculos que, según él, impiden al país alcanzar el desarrollo. Por Camila Fronzo Qué distingue a los países ricos de los pobres?", preguntó el orador. Unas 75 personas (politólogos, economistas, académicos) lo escuchaban, atentos, en un aula del IAE, la b-school de la Universidad Austral. "La clave está en las instituciones. Su creación, desarrollo y permanencia depende de la habilidad y el deseo de quienes tienen el poder para formarlas", respondió Daron Acemoglu. Economista y profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT), visitó la Argentina, en junio, para presentar su último libro, Why Nations Fail (Por qué fracasan los países), que escribió junto con James A. Robinson. En el texto, los autores plantean la existencia de dos tipos de instituciones económicas y políticas: las inclusivas, que protegen la propiedad privada, cuentan con un sistema de leyes justo y son pluralistas, y las extractivas, donde el poder está concentrado en manos de una pequeña élite que extrae los recursos de la sociedad en beneficio propio. Las primeras, dicen, son la única vía para que una economía alcance el desarrollo y la prosperidad. Las segundas, por el contrario, impiden ese objetivo y amplían la brecha entre un país rico y otro pobre. Abierto el debate, una parte de los presentes subrayó la corrupción como el principal obstáculo de la Argentina para formar parte del grupo de países desarrollados. Otros académicos pusieron el foco en la falta de partidos políticos y las débiles alianzas oportunistas que, en su opinión, impiden que haya un sólido arco opositor como alternativa electoral. En diálogo con El Cronista WE, Acemoglu analizó las instituciones locales a partir de las conclusiones que presenta en su obra. Regulaciones de mercado, intervención estatal y populismo, causas que explican por qué al país "le fue tan mal en los últimos 80 años", según juzga. l En su libro, señala que una nación no puede alcanzar el crecimiento sostenido si no cuenta, previamente, con una estructura inclusiva. ¿Cómo aplicaría esa hipótesis a la Argentina? - Ese es, esencialmente, el tipo de crecimiento que vivió el país en el siglo XIX y principios del siglo XX. Basándose en sus recursos naturales, provocó una bonanza extractiva, a cargo de una pequeña élite con un poder increíble. Eso generó enormes desigualdades. No impulsó un mercado abierto ni hizo que emergiera un empresariado fuerte. Cuando se da ese tipo de crecimiento, en primer lugar, se vuelve insostenible. Segundo, profundiza la inequidad e incrementa el conflicto de distribución en la sociedad. Eso llevó a los problemas que vivió la Argentina durante las primeras décadas del siglo XX y a un poder político muy disfuncional. l ¿Cree que la bonanza de la última década (crecimiento a "tasas chinas", superávit gemelos, consumo sostenido) estuvo, como hace un siglo, a cargo de un gobierno extractivo? - Sí. Pero parte de esa bonanza se debió al crecimiento que no se dio durante la crisis de 2001. Los precios de las commodities fueron buenos y sostuvieron la economía. Ahora, la Argentina perdió nueve años. El problema es que hay una gran diferencia entre la Argentina del siglo XIX y la actual. Hace un siglo, el país podía depender únicamente de su tierra por mucho tiempo. Eso, hoy, no es una opción. No puede seguir apoyándose en sus recursos naturales para prosperar. l ¿Y qué camino debería seguir para prosperar? - Tiene que construir una economía, atraer capital extranjero, solidificar su empresariado Hasta ahora, no se ve nada de eso. Soy un outsider, pero es obvio que el país no está generando nada de eso. l Como extranjero, ¿qué obstáculos institucionales cree que impiden el desarrollo? - En general, la Argentina necesita mejorar su sistema político y generar mayor apertura. En lo económico, hace falta más tecnología e inversión, sobre todo, en áreas donde tiene ventajas competitivas. La forma más fácil de lograr eso es captando capital extranjero. Pero, actualmente, el ambiente para atraer moneda foránea no es el mejor. l ¿Qué ganaría el país si siguiera esos pasos? - Si logra que haya más inversión, habrá más consumo, que incrementará el crédito y, a la vez, hará que el mercado doméstico se vuelva más grueso y activo. Pero se necesita ese impulso para reactivar la economía. Arreglar las instituciones es la mejor manera de hacerlo. l ¿Cómo evalúa, hoy, la calidad institucional local? ¿Diría que es de carácter inclusivo o extractivo? - Al igual que en la mayoría de los países de América latina, la Argentina tiene una mezcla de ambas. Si uno mira a México o Brasil, se nota que hay instituciones inclusivas. Pero, también, son países que presentan muchas problemáticas: hay monopolios, corrupción política y la gente no tiene igualdad de oportunidades. Todo esto está presente en la Argentina, en diferentes grados. La inequidad de oportunidades no es la misma que en México o Brasil pero hay mucha desigualdad y grandes dificultades para salir de esa situación. l ¿Qué ocurre en el plano económico? - No hay una relación sana entre el Gobierno y las empresas. La administración está demasiado involucrada en qué hay que exportar y qué se puede importar. Las regulaciones de mercado, si bien son válidas para combatir las externalidades, no pueden durar para siempre. Pero el peor problema de la Argentina es que los gobiernos se involucran demasiado en la sociedad y la economía por el populismo. Esas políticas hacen que el enfoque inclusivo se vuelva más angosto de lo que debería ser. Es la razón por la que al país le fue tan mal en los últimos 80 años.
Posted on: Fri, 19 Jul 2013 12:09:36 +0000

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