El primer homicida: Caín El favor de Dios hacia Abel sirvió - TopicsExpress



          

El primer homicida: Caín El favor de Dios hacia Abel sirvió sólo para remover los celos y el odio en el corazón de Caín. Cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra Abel su hermano y lo mató (v. 8), convirtiéndose así en el primer homicida. El pecado toma diversas formas y sombras. Adán pecó contra Dios, mientras que Caín pecó contra su prójimo, este último mostrando la combinación de maldad interior y violencia exterior. Esta es la manera en que el pecado, una vez nacido en el corazón, se manifiesta más tarde. Después vemos de nuevo esta reacción en Génesis 6: "Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia" (v. 11; véase v. 5). Incluso después de este crimen, Dios se manifestó en gracia a Caín, aunque ya le había avisado previamente acerca del pecado que está a la puerta (v. 7). Pero Caín rehusó escuchar. Después de haber matado a Abel, Dios fue a buscarlo para pedirle explicaciones. Aunque fue condenado a destierro por el resto de sus días, se le preservó la vida, ya que la pena de muerte no existía aún (cf. Gen. 9:5‑6). Este era un caso de homicidio a sangre fría, y la sentencia de Caín debería haber sido la muerte. Pero recibió gracia de parte de Dios, quien le marcó en la frente para que nadie que lo encontrase lo matara y se marchara impune (v. 15, 24). Es importante también destacar que Dios mismo actuó como el Vengador de sangre, pues el gobierno del hombre no se había instituido todavía. Dios se cuidó de los intereses de Abel y pidió cuentas a Caín: "¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a Mí desde la tierra" (v. 10). Caín, el primer asesino, es una figura peculiar del pueblo infiel de Israel que permanece culpable de la muerte de Cristo. Igual que Caín fue un fugitivo y un errante en la tierra, los israelitas fueron esparcidos entre las naciones después de que el Mesías fuera cortado de la tierra de los vivientes. Caín se alejó de la presencia de Jehová (como Jonás, véase Jon. 1:3), y se estableció en la tierra de Nod (= errante). Su actitud es la típica del hombre que se ha alejado de Dios, y cuyo camino lo aleja más y más de Él. El camino de Caín lleva a la ruina (Jud.: 11), y aunque pareció sentir su culpa, no era el dolor pío que produce arrepentimiento para salvación; era el dolor del mundo que produce la muerte (Gen. 4:13; 2 Cor. 7:10). Abel y Cristo Fijémonos ahora en Abel como tipo de Cristo, pues el Nuevo Testamento nos dice que la sangre de Cristo habla de mejores cosas que la de Abel (Heb. 12:24). Mientras que la sangre de Abel clamaba venganza contra el malhechor, la sangre de Cristo habla de la redención que Él obtuvo para los pecadores culpables. La sangre de Cristo no clama retribución de ningún tipo, sino redención, remisión y salvación: "Y Jesús dijo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:34). "Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Pero Dios ha cumplido así lo que antes había anunciado por boca de todos Sus profetas, que Su Cristo había de padecer" (Hech. 3:17-18). Aunque fue cortado de la tierra de los vivientes, fue precisamente la manera que Dios había preparado para que Él llevara mucho fruto (Juan 12:24). Por Su muerte y resurrección, Cristo se ha convertido en la Cabeza de una raza nueva. Después de ser librado de los dolores de la muerte, ha redimido a un pueblo para Sí, en medio del cual canta la alabanza de Dios (Sal. 22:22‑23; Heb. 2:12). Habiéndose ofrecido por el pecado y llevado el pecado de muchos, Él ve el fruto de la aflicción de Su alma, un linaje de creyentes (Isa. 53:10‑12).
Posted on: Thu, 18 Jul 2013 15:14:04 +0000

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