El sentido de la vida Al comienzo del tiempo hubo una chispa de - TopicsExpress



          

El sentido de la vida Al comienzo del tiempo hubo una chispa de conciencia que se encendió en el espacio infinito. Esta chispa era el espíritu del sol, llamado Tawa. Él fue quien creó el primer mundo: una enorme caverna poblada únicamente por insectos. Tawa observó durante unos instantes cómo se movían y, sacudiendo la cabeza, pensó que aquella población hormigueante era más bien estúpida. Entonces les envió a la Abuela Araña que dijo a los insectos: - Tawa, el espíritu del sol que os ha creado, está descontento con vosotros porque no comprendéis en absoluto el sentido de la vida. Así que me ha ordenado que os conduzca al segundo mundo, que está por encima del techo de vuestra caverna. Los insectos se pusieron a trepar hacia el segundo mundo. La ascensión era larga, tan larga y tan penosa que, antes de llegar al segundo mundo, se habían transformado en animales de cuatro patas. Tawa los contempló y dijo: - Los seres que acaban de crearse no parecen menos estúpidos que los del primer mundo. Tampoco parecen capaces de comprender el sentido de la vida. Entonces pidió a la Abuela Araña que los condujera al tercer mundo. En el transcurso de este nuevo viaje los animales se transformaron en hombres y mujeres. La Abuela Araña les enseñó el arte de la alfarería y del tejido. Los instruyó convenientemente, y en la frente de hombres y mujeres comenzó a despuntar un destello, una vaga idea del sentido de la vida. Sin embargo las cosas no funcionaron tan bien porque los brujos malvados hicieron su aparición. Ellos solo se sentían a gusto en las tinieblas, así que extinguieron aquel destello de luz que había en la frente de los hombres. Los niños lloraban, los hombres peleaban y se lastimaban. Se olvidaron de que buscaban el sentido de la vida. Entonces la Abuela Araña volvió a ellos y les dijo: - Debo deciros que Tawa, el espíritu del sol, os ha visto y se siente defraudado. Habéis desperdiciado la luz que había brotado en vuestras frentes. Por consiguiente deberéis ascender al cuarto mundo. Pero esta vez tendréis que encontrar por vosotros mismos el camino. Ningún hombre tenía idea de cómo ascender al cuarto mundo. Estuvieron en silencio un buen rato, mirándose unos a otros sin decir nada. Entonces en aquel silencio se oyó algo, y un anciano dijo: - Creo haber oído ruido de pasos en el cielo. Los demás asintieron. Habían oído a alguien andando por allá arriba. Deliberaron unos minutos y escogieron al pájaro sabio para explorar el cuarto mundo. El pájaro sabio se coló por un agujero del cielo y pasó al cuarto mundo donde descubrió un país semejante al desierto de Arizona. Sobrevoló el país y divisó a lo lejos una cabaña de piedra. Cuando se acercaba, vio la silueta de un hombre sentado contra una pared. Parecía dormido. Solo cuando el pájaro sabio se posó junto a él, el hombre despertó. En ese instante, al mirar a sus ojos y ver un resplandor aterrador, el pájaro sabio supo ante quién se encontraba: la Muerte. - ¿No tienes miedo de mí? – le preguntó. - No –respondió el pájaro–. Vengo como enviado de los hombres y mujeres que habitan el mundo que está debajo de este. Quieren encontrar el sentido de la vida. - Entonces que vengan. Solo encontrarán el sentido de la vida si saben vivir conmigo que soy la Muerte. La Muerte les abre la puerta a lo que hay después de la Muerte, y eso es lo que da sentido a la vida. Los hombres y mujeres alcanzaron el cuarto mundo, escucharon los cuentos que les contaba la Muerte, tejieron con ellos las leyendas de su mundo y de todos los demás mundos, las pusieron por escrito, y ellas expresaron y declararon para siempre el sentido de la vida. Desde entonces los hombres y mujeres no necesitaron ya viajar a otro mundo. (Cuentos Amerindios, Omar Kurdi y Pedro Palao Pons, Colección Sabiduría Ancestral, Ediciones Karma, Madrid 2010, pp. 64, 153)
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 20:18:15 +0000

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