El socialismo y la guerra El siglo pasado ha sido un siglo de - TopicsExpress



          

El socialismo y la guerra El siglo pasado ha sido un siglo de guerras. Diez millones de personas murieron en la Primer Guerra Mundial, cincuenta y cinco millones en la Segunda, dos millones en las guerras de Indochina. Estados Unidos y las demás superpotencias nucleares poseen en la actualidad, los medios para destruir la especie humana varias veces. Explicar este horror es difícil para aquellos que consideran la sociedad actual como la única posible. Ellos concluyen que existe algún impulso innato, instintivo en los seres humanos, que los lleva a querer asesinatos en masa. Pero las guerras no son un fenómeno conocido en todas las sociedades humanas. Gordon Childe anota que en la Europa de la Edad de Piedra: los primeros Danubianos parecen haber sido un pueblo pacífico. Las armas de guerra están ausentes en sus sepulturas. Sus aldeas no poseían defensas militares. [Pero] en las fases más tardías del período neolítico los armamentos comenzaron a ser más evidentes... Las guerras no son causadas por alguna agresividad humana innata. Son el producto de la división de la sociedad en clases. Entonces, 5.000 o 10.000 años atrás, una clase de propietarios surgió, y necesitaba encontrar los medios adecuados para defender sus riquezas. Comenzaron a constituir fuerzas armadas, un Estado separado del resto de la sociedad. Esto entonces se volvió un valioso medio para aumentar aún más sus riquezas, a través del saqueo de otras sociedades. La división de la sociedad en clases determinó que la guerra se volviera una característica permanente de la vida humana. Las clases dominantes propietarias de esclavos en Grecia y Roma antiguas no podían sobrevivir sin guerras continuas para la obtención de más esclavos. Los señores feudales de la Edad Media tenían que permanecer armados para subyugar a los siervos locales y protegerse de los robos hechos por otros señores feudales. Cuando las primeras clases dominantes capitalistas surgieron hace 400 o 500 años atrás, ellas también tuvieron que recurrir frecuentemente a las guerras tuvieron que desarrollar terribles guerras entre los siglos XVI, XVII y XVIII para establecer su supremacía sobre los restos de los antiguos señores feudales. Los países capitalistas más poderosos usaron la guerra para expandir su riqueza, atravesando los mares, robando en la India y en Irlanda, transportando millones de personas como esclavos de África para América, transformando todo el mundo en una fuente de robos para sí mismos. La sociedad capitalista se constituyó a través de la guerra. No asombra que aquellos que viven en su interior lleguen a considerarla no sólo "inevitable" sino "justa". Aún así, el capitalismo no puede basarse siempre y totalmente en la guerra. La mayoría de su riqueza surge de la explotación de los trabajadores en fábricas y minas. Y esto es algo que puede ser interrumpido por cualquier enfrentamiento que se desarrolle dentro las "fronteras nacionales". Toda la clase capitalista a escala nacional quiere paz en casa, por eso desarrolla las guerras en el extranjero. Por un lado estimula la creencia en las "virtudes militares", y por otro ataca fuertemente la "violencia". La ideología capitalista combina, de un modo completamente contradictorio, la exaltación al militarismo con frases pacifistas. En el siglo pasado, la preparación para la guerra se tornó más central para el sistema de lo que jamás fuera antes. En el siglo XIX la producción capitalista estaba basada en muchas pequeñas empresas compitiendo unas contra otras. El Estado era un cuerpo relativamente pequeño que regulaba las relaciones entre ellas y con los trabajadores. Pero en el siglo que acaba de terminar las grandes empresas engulleron a la mayoría de las pequeñas empresas, acabando con la mayoría de la competencia dentro de cada país. La competencia se vuelve más y más internacional, entre gigantes de diferentes naciones. No existe un Estado capitalista internacional para regular la competencia. Al contrario, cada Estado ejerce toda la presión de la que es capaz para ayudar a sus capitalistas a conseguir ventaja sobre sus rivales. La lucha a vida o muerte de los capitalistas unos contra otros puede volverse una lucha a vida o muerte entre los Estados, cada uno con su gran dispositivo bélico de destrucción. Por dos veces éstas luchas llevaron a guerras mundiales. La Primera y la Segunda Guerra Mundial fueron guerras imperialistas, conflictos entre alianzas de Estados capitalistas por la dominación del planeta. La Guerra Fría era una continuación de esta lucha, con los más poderosos Estados capitalistas alineados unos con otros en la Alianza Atlántica (OTAN) y el Pacto de Varsovia. Además de este conflicto global, otras guerras han estallado en diferentes partes del mundo. Como de costumbre, han sido luchas entre diferentes Estados capitalistas por quién debería controlar una determinada región, como ocurrió en la Guerra entre Irán e Irak comenzada en 1980 y la Guerra del Golfo de 1991. Los mayores poderes incitan a la guerra para vender la más sofisticada tecnología militar a los Estados del "Tercer Mundo". Muchas personas que aceptan el capitalismo en general, no les gusta esta realidad repugnante. Quieren el capitalismo pero no quieren las guerras. Intentan encontrar alternativas dentro del sistema. Por ejemplo, existen quienes creen que la ONU puede impedir las guerras. Pero la ONU es la arena donde se encuentran los diferentes Estados que priorizan la guerra. Allí ellos miden sus fuerzas, como luchadores se estudian antes de golpearse. Si un Estado o alianza supera la fuerza de sus oponentes con un pequeño margen de ventaja, ambos coinciden en que se trata de una guerra sin sentido, cuyo resultado es conocido de antemano. Pero si surge una pequeña duda sobre el resultado final, ellos solamente conocen un medio para resolver la contienda. Declarar la guerra. Esta era la verdad, en relación a la OTAN y al Pacto de Varsovia. Así, aunque occidente tuviera una pequeña ventaja sobre el bloque oriental, la desventaja no era tan grande como para que hacer creer a los rusos que tenían a favor una desventaja irreversible. Por esto, a pesar del hecho de que una Tercera Guerra Mundial hubiera barrido la vida humana en el planeta, tanto Washington como Moscú elaboraban planes para desarrollar y vencer una guerra nuclear. La guerra fría llegó a su fin con el levantamiento político en Europa Oriental en 1989 y el colapso de la Unión Soviética y sus repúblicas constitutivas en 1991. Se hablaba mucho entonces de un "nuevo orden mundial". En lugar de eso, sin embargo, hemos visto una sucesión de bárbaras guerras -la guerra de Occidente contra su anterior aliado Irak, la guerra entre Azerbaijan y Armenia en la ex URSS, las horribles guerras civiles en Somalia y la ex Yugoslavia. Ni bien una rivalidad militar entre poderes capitalistas se resuelve, ya otra aparece. En todos los lugares, las clases dominantes saben que la guerra es una manera de incrementar su influencia, cegando a trabajadores y campesinos con nacionalismos. Se puede estar en contra de la guerra sin oponerse a la sociedad capitalista. Pero no se puede acabar con ellas de este modo. La guerra es un producto inevitable de la división de la sociedad en clases. La amenaza que representan nunca cesará implorando a los gobernantes a que hagan las paces. Las armas tienen que ser arrancadas de sus manos por un movimiento que luche para derrocar a la sociedad de clases de una vez por todas. Los movimientos pacifistas que aparecieron en Europa y Norteamérica al final de los años 1970 no comprendieron esto. Ellos lucharon para detener la introducción de misiles Cruise y Persing, por el desarme unilateral, por un congelamiento nuclear. Pero creían que la lucha por la paz podía ganarse aislada de la lucha entre el capital y el trabajo. De este modo, solamente se frustraría la movilización del único poder capaz de detener los intentos de guerra, la clase trabajadora. Solamente la revolución socialista puede detener el horror de la guerra.
Posted on: Thu, 05 Sep 2013 04:40:41 +0000

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