En cuestiones menos espectaculares que el desalojo del Zócalo, pero más trascendente que el grito alegórico que debe afrentarnos (por "celebrar" algo que no concretó los objetivos que perseguía) está el caso de Alberto Patishtán. Resulta que nuestros jueces, por tecnicismos, han dejado libres a Florence Cassez, a Caro Quintero y a Raúl Salinas, pese a que ¡se les han comprobado sus delitos! Pero el colegiado (incompetente, torcido, inhumano, incapaz de aplicar las atribuciones que les confieren su toga y su cargo) no pudieron "ayudar" en el caso del profesor Tzotzil ¡porque sus abogados no pudieron aportar documentos nuevos del caso! Reconocen que el caso está torcido (por eso ordenaron la revisión del caso de Florence); que no se aplicó el "debido proceso" (por eso ordenaron la salida de Caro Quintero); y que gran parte de las pruebas aportadas desde el principio del caso no tienen sustento (por eso ordenaron la exoneración de Raúl Salinas). Pero en el caso de Alberto Patishtán les valió... Pero en el caso de Alberto Patishtán se portaron como unos jijos de la... Pero en el caso de Alberto Patishtán se han portado como unos cerdos de la justicia, han demostrado que una de las atribuciones que les confiere la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos les queda muy grande: la aplicación de la justicia y la corrección de procesos que adolecen de fallas. Han demostrado que no están a la altura del país; que no tienen dignidad; que no tienen vergüenza; que son mercenarios de la ley, que no de la justicia... Han demostrado que la mayoría de la población no puede confiar en el sistema judicial. Son una vergüenza.
Posted on: Sat, 14 Sep 2013 04:17:00 +0000
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