En el país del espejo (Agosto 6 - La República - Mirko Lauer).- En un momento parecía que los destapes iban a ser los que mantendrían la ventaja política del gobierno. Pero ahora el propio gobierno está abrumado por ellos. La guerra de las denuncias rápidamente se está tomando la forma de un empate. Una situación desventajosa para los que tienen que gobernar y ocupar los cargos públicos. Quien recomendó lanzarse de pico y patas a las acusaciones, actividad en la que ha incurrido el propio Ollanta Humala, no calculó que el oficialismo también tenía flancos débiles en ese aspecto, y que más temprano que tarde iban a ser usados por la oposición acusada. Hay un efecto bumerán en todo esto, y el artefacto aún no ha terminado de regresar. La suma de los casos grabados: repartija, Nancy Obregón y ahora Chavín de Huántar, con el trasfondo de las huelgas y protestas, pone al gobierno en un serio predicamento. Apuntar en dirección de los narcoindultos o el frenesí inmobiliario de la suegra de Alejandro Toledo no le resuelve los apuros de esta hora al oficialismo. El problema más perceptible es que hay casi una media docena de ministros que por diversos motivos ya están maduros para dejar el cargo. Se salvaron en julio, pero a la postre no sirvió de nada. En algún caso empeoró las cosas, puesto que ha sumado audio al audio. Ahora desprenderse de ellos se ha convertido en una tarea de ingeniería política mayor. El más reciente audio sobre “un fallo sólido” en el caso Chavín de Huántar termina de desacreditar al premier Juan Jiménez y al ministro de Defensa, Pedro Cateriano, y le abre las puertas a una crisis ministerial en regla. Víctima de dos grabaciones clandestinas y maltratado en el Congreso, Cateriano está al borde del knockout. Lo que podría mantener en el cargo a Jiménez un tiempo más es que un nuevo premier, es decir un nuevo gabinete, expondría a Humala al impredecible ritual de un voto de confianza en el Congreso. Además, antes de un cambio de gabinete tiene que aparecer una nueva estrategia política para el Ejecutivo, y esta no asoma por ninguna parte. Unos recomiendan nuevas alianzas políticas, otros mejores propuestas administrativas. Quizás lo primero es más viable que lo segundo. En efecto no se entiende qué hace peleado con los partidos de derecha un gobernante que se parece a ellos como dos gotas de agua, y que recibe una parte importante de sus críticas desde la izquierda que dejó por el camino. Humala está practicando la política antiaprista y antifujimorista de Toledo y la izquierda; al mismo tiempo practica el desdén antiizquierdista de Alberto Fujimori y Alan García. Un álgebra extraña, cuyo resultado es la paulatina pérdida de un terreno propio. Como si viviera en una isla política que se está encogiendo.
Posted on: Tue, 06 Aug 2013 12:25:09 +0000
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