En un momento, en un abrir y cerrar de ojos… los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 1 Corintios 15:52 Cuando él (Cristo) se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 1 Juan 3:2 Un gran suspenso Cuando Jesús ascendió al cielo, cuarenta días después de su resurrección, sus discípulos miraban fijamente al cielo, mientras él se iba, y dos ángeles les dijeron: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). Mediante su muerte en la cruz cumplió la obra de salvación para todos los que creen en él, y les preparó un lugar en el cielo con él. De ahí mismo también volverá y llamará a su encuentro a todos los creyentes, resucitando a los muertos y transformando a los vivos. Revestidos con cuerpos gloriosos, éstos irán con Cristo, transportados en un instante a la morada de Dios, “y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17). No obstante, ese día victorioso, cada vez más cercano, también será el comienzo de un día de juicio para el mundo. En muchos ámbitos, nuestra sociedad está en un callejón sin salida. Al igual que una tormenta a punto de desencadenarse, existe una especie de miedo difuso que mantiene el mundo en alerta. Mucha gente tiene el presentimiento de que algo grave se está preparando. Surge una pregunta a la que cada uno debe responder lo antes posible: ¿Estoy preparado para ese momento? Los creyentes serán tomados y llevados al cielo; los demás, los incrédulos, serán dejados para el juicio que caerá sobre la humanidad. Que cada uno se haga la siguiente pregunta: Si el Señor Jesús viniera mientras leo estas líneas, ¿me llevaría con él o me dejaría? © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Posted on: Sat, 26 Oct 2013 12:20:06 +0000
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