Era un niño de casi de 10 años con mis “zapatillas” esos de puro jebe de le daban forma de zapato o zapatilla cuando me escapaba de casa para jugar fulbito en la cuadra 2 de 1ro de mayo con otros niños de la zona –era un poco lejos para mí, así me aseguraba que mi madre no me hallara-, en pleno juego, algunos días, de repente venía una señora y se llevaba a 4 o 5 chicos y a los demás nos molestaba esa señora, un día les decía ¿Por qué se van, acaso es su mamá? Los chicos con normalidad me respondían “no, es que tenemos que ir al partido”, “¿partido, que es eso, otro juego?, me quedé pensando y me percaté por primera vez de una estrella roja con las letras blancas que decía APRA donde iban esos niños; al día siguiente lo mismo, pero como la señora llamaba a todos decidí acercarme para ver que regalaban allí que los algunos de niños dejaban de jugar por ir. Con miedo, propio de un provinciano en casa ajena, entré a pesar que mis amiguitos entraban como mucha confianza, nos hacían formar, me acuerdo, nos hacían decir nuestro nombre en voz alta, y yo, con esa timidez provinciana, tartamudeaba al decir mi nombre, el “pendejito” de la calle que era allí se me olvidaba todo. Estaban organizándose porque iba a realizarse una marcha donde el “partido” tenía que participar, caramba, veía niños, jóvenes y viejos emocionados por tal acontecimiento, parecía que estaba en casa, lo sentí; solo tenía miedo que digan que se saquen los zapatos, porque mis “zapatillas” después de un juego dejaba a mis pies “fuertes” que alejaba al más agripado de los presentes, felizmente no pidieron nada de eso, solo a todos los niños nos pidieron al día siguiente llevar Un sol de oro, ¿un sol?, ¿de dónde saco ahora un sol? … Fragmentos de "El libro que no escribí"
Posted on: Thu, 01 Aug 2013 20:06:40 +0000
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