Es cierto que muchas mujeres han creído que se han casado para que su esposo se desviva y las haga felices. Así que déjame decirte que no es así. Piensa en esto: Si toda la expectativa del matrimonio estuviera en que tu esposo te haga feliz, cuando no encuentres ese «requisito básico», lo único que estarás haciendo es cavar un hoyo profundo en tu corazón y echando allí raíces de amargura. Vivirás desilusionada toda tu vida porque no hallaste lo que pensabas que ibas a encontrar. Empleando el principio de dar, sabemos que toda siembra traerá una cosecha. Por eso te animo a cambiar cualquier situación sembrando semillas de amor, honra y respeto. Luego, verás que el fruto será tal que el gozo llenará tu corazón y tu matrimonio. El hecho de que seas el bien de tu esposo te llevará a asumir con mayor responsabilidad tu papel de esposa y te ayudará a dejar de lado egoísmos y engreimientos para ser ese bien que necesita él. La clave está en dejar de poner los ojos en ti misma y enfocarte en Dios y en tu prójimo; es decir, tu esposo. Dios resumió los Diez Mandamientos en dos: Amar a Dios con todas tus fuerzas y amar a tu prójimo como a ti mismo. Cuando leemos la palabra «prójimo», a menudo pensamos en mendigos o en gente necesitada. Sin embargo, ¿sabías que tu prójimo es tu esposo y también tus hijos?
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 14:03:13 +0000
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