Es esta hipótesis se intenta justificar la elección de Marlon - TopicsExpress



          

Es esta hipótesis se intenta justificar la elección de Marlon Brando como el más grande actor de cine de todos los tiempos. No sé si soy gramaticalmente correcto si afirmo con las palabras “Por” y “Qué”, vocablos que se utilizan más para preguntas que para respuestas. Quizás porque la hipótesis que pretendo demostrar tiene que ver con responder a aquellos debates de “¿Quién es el mejor actor de todos los tiempos?” o cuál es la mejor actuación, mejor la película, la mejor escena, etc. Por supuesto que no soy objetivo en el planteo aunque intento serlo, ya que en mesas de café o charlas de cinéfilos o actores, mi respuesta a la mejor actuación será la de Brando como Vito Corleone y la de la mejor película será sin dudas El Padrino (1972). Tengo 41 años y no viví la época de gloria de Brando. Sólo muchos años después gracias al video, a las reposiciones y al cable. Es más, la primera película que vi donde actuaba Marlon fue Superman (1978) e hizo una brevísima participación. Cuando tenía 16 años tuve la inmensa suerte que repusieron en el cine Opera El padrino. Hasta aquel entonces, no tenía muy claro el tema de la actuación y las películas me llegaban por otro lado del corazón. Mis gustos pasaban por las sagas de Rocky y Rambo, el Belmondo de El profesional (1981) o por mi ídolo por muchos años: Al Pacino y su Tony Montana de Scarface (1983). Ver El padrino en 1986 era disfrutar de aquella película que la generación de mis padres y toda la gente de cine hablaba. Y además, era la posibilidad de ver a Pacino en su primer papel importante. Sabía, lógicamente, quién era Brando. Pero mi expectativa era más por la película en general y no tanto por las actuaciones. No estaría escribiendo esto si en aquel entonces la actuación de Marlon Brando no me hubiera impactado como me impactó. Ya esa primera escena, donde escucha al funebrero Bonasera mientras acaricia a ese gato, sus gestos, palabras, silencios, miradas. Ya avanzado el filme, ¿Alguien recuerda cómo lo mira y lo reta a su hijo Santino cuando éste mete la pata con Sollozzo? Lo mira como nunca me hubiera gustado mi padre me mirara y le dice: “Nunca más le digas a un extraño lo que piensas”. Desde que tengo uso de razón, creo que fue la segunda vez que lloré en un cine (la primera fue en E.T (1982) -no cuando parece que muere sino cuando se elevan las bicicletas- Yo le digo a mis alumnos que el que no se emociona en esa escena no tiene corazón) Como decía, esa segunda vez fue en el plano que Don Corleone, en la morgue y contemplando el cuerpo de su hijo acribillado, le dice al funebrero: “Mira cómo masacraron a mi muchacho”. Ví esa escena cincuenta veces o más. Y aún al escribir estas líneas se me pone la piel de gallina. Todos sabemos que hay una cámara y que lo más probable es que abajo no haya nada, o en todo caso el actor James Caan maquillado y haciéndose el Santino muerto. Y tal vez por indicación del director o por temas técnicos se tuvo que repetir varias veces. Y Brando nos hace creer que es un padre en una morgue mirando el cadáver de su muchacho. Ni hablar de la escena dónde se entera que Santino murió. Vemos la cámara detrás de su espalda y luego se sienta en la mesa enfrente del Consiglieri Tom Hagen (Robert Duvall). Vito intuye lo que le van a decir, pero cuándo se lo dicen, su cara se estremece. Parece que se va a quebrar pero toma aire, agarra el teléfono y ante semejante noticia, le dice a Tom que arme una reunión con las cinco familias y que no quiere venganzas. Si cualquiera de nosotros fuéramos actores. ¿Cómo interpretamos una escena dónde nos dicen que nuestro hijo mayor fue asesinado? Recuerdo también esa caída cuando lo intentan matar o esa expresión, dolorido, cuando lo ve a Michael (Al Pacino), su hijo favorito, cuando lo visita en el hospital. O al llegar a su casa aún en reposo y está rodeado de nietos que le leen cartitas o lloran. Y luego, pregunta con esfuerzo dónde está Michael. No puedo describir lo que trasmite ese padre en el cuadro de la escena. El Don está emocionalmente abatido y ya no le importan las cartas y dibujos que dejaron sus nietos sobre su pecho. Hace tiempo estaba viendo un documental sobre Maradona. Y él decía, un poco en serio, un poco en broma, que si no se hubiera drogado, hubiese sido mejor jugador. Y todos sabemos lo que fue Diego en las canchas. Sus inicios fueron a puro vértigo con personajes totalmente diferentes y actuaciones memorables como Un tranvía llamado deseo (1951) –papel que también hizo en teatro– y no comprendo como en vez de estar compenetrado en el papel, aprovechaba su ausencia en el escenario para practicar boxeo con su compañero de reparto Kart Malden, situación que le provocó la rotura de su nariz para que su rostro no fuera tan perfecto. Digo no comprender desde el punto de vista que uno cree que el actor en el teatro debe estar entre bambalinas y no distraído haciendo boxeo, sobretodo en un papel tan intenso como ese. Pero sólo alguien con talento innato podía salirse de esa concentración y quizás no la necesitaba. ¿Alguien puede imaginar un Stanley Kowalsky (Un tranvía…) que no fuera Marlon Brando? Imposible. ¿Cuántas versiones de ese clásico se hicieron? Yo sólo ví tres y es imposible despegarse de él. Ya lo dijo el mismísimo Tennesse Williams (autor de la obra): “Es como si hubiera escrito a ese personaje para Brando. Nadie lo superará” Brando mantiene a su personaje en ese estado de tensión y excitación todo el tiempo. Y todos sabemos los procesos de un rodaje. En teatro tal vez es más analizable, pero en cine no puedo comprender cómo desplegó tanto talento en más de dos horas de filme. En los tres años siguientes mostró su arte en Viva Zapata (1952), Julio César (1953) y el glorioso Terry Malloy de Nido ratas (1954), para los que valoran los premios de la Academia, éste fue su primer Oscar luego de su cuarta nominación consecutiva. Es tan grande Brando que al recibir su segunda estatuilla por El Padrino en 1973 mandó a una india a leer una declaración sobre los derechos de los indígenas. Me imagino al gran Marlon tirado en su casa de Tahití a carcajadas. No voy a detenerme en el resto de la filmografía porque está en todos los libros pero no puedo dejar de mencionar al Coronel Kurtz de Apocalyse now (1979), presente en todo el filme aunque aparezca en la última media hora. O al trastornado Paul de Último tango en París. Desafío a cualquier actor a que haga el mejor monólogo de ese personaje ante el cadáver de su esposa suicidada y demuestre una mejor actuación que la de este inmenso artista. Comenté el ejemplo de Maradona porque me pregunto cómo hubiera sido la carrera de Brando sin ser indisciplinado, poco profesional, responsable, estudioso, inconformista (aunque esto último hay que ver si es una virtud o un defecto) En varias biografías y en su maravillosa autobiografía (que dudo haya escrito él pero habla en primera persona) dice que tenía una pésima memoria y olvidaba los textos. Es más, varias veces le ponían machetes. Él mismo dice que fue un gran defecto como actor. Creo que viendo sus filmes es imposible darse cuenta de ello. Brando se formó con los principios del Método de actuación de Lee Strasberg, dónde entre otras cosas se apelaba a la memoria emotiva. Siempre se consideró un mal marido (tuvo tres matrimonios legales) entre muchos romances y un pésimo padre (doce hijos reconocidos y algunos con finales trágicos) ¿Cómo hizo para recrear tantas escenas paternales de manera tan perfecta? Obviamente algo innato, o aplicó sentimientos ocultos o los inventó en el momento. Solamente los genios, siendo tan desordenados en sus vidas privadas pueden desplegar tanto talento en su profesión, con desniveles como todos, pero con obras monumentales de la actuación. Marlon Brando ha influido en la carrera de muchas generaciones: actores de su tiempo como James Dean y Montgomery Cliff (otros dos monstruos que murieron jóvenes y trágicamente), Paul Newman y ya en los setenta, artistas como Robert de Niro, Al Pacino, Jack Nicholson, Robert Duvall y varios más aún en nuestros días. Al Pacino al estar un poco nervioso en la maravillosa escena con su padre en la ficción le dijo a Francis Ford Coppola: “Qué querés? Estoy actuando con Dios” Dije que iba a ser objetivo pero no puedo. Juro también que planteo esto conociendo a la mayoría de los grandes monstruos sagrados que poblaron las pantallas de nuestro cine. Conozco muchas actuaciones de Marcello Mastroianni (para mí el segundo en el “Olimpo”), Lawrence Olivier, Spencer Tracy, Jimmy Stewart, Gary Cooper, Vittorio Gassman, Pacino, De Niro, Hoffman, Hackman, Nicholson, Manfredi, Depardieu, más actores orientales, latinoamericanos y demás y no encuentro. Claro. Imposible ver todo. Ni mucho menos, pero planteo el debate. El título de este relato dice “Brando es” y no “fue”. Es que sigue estando en todos los que amamos su arte y su figura. Por que el cine es presente. Y ese tiempo es lo que dura cada filme. Y por más que sabemos lo que va decir o hacer, nos seguimos emocionamos con su talento y nos preguntamos si habrá alguien capaz de al menos igualarlo. Algunas personas tienen en su casa un altar religioso, o cuadros o pinturas o pósters de su equipo favorito. Al entrar a mi casa, entre otras cosas, yo tengo una foto de Vito y sus hijos varones el día de la boda de su hija. El 2 de julio de 2004 nació uno de mis sobrinos. Algo lindo y agradable, obvio. Yo llegué a la oficina dónde trabajaba desde la calle y me dieron esa noticia familiar. Mi cara todavía estaba acongojada. Me dijeron: “¿Qué te pasa? ¿No estás contento?” “No”, respondí (con el perdón de mi hermana). Estoy triste. “Me acabo de enterar por la radio que ayer murió Marlon Brando”.
Posted on: Sun, 30 Jun 2013 17:19:34 +0000

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