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Esa banda, lean esta nota periodística del maestro Alberto Híjar. CHE EJEMPLAR Alberto Híjar Serrano Anuncian Adys Cupull y Froilán González la presentación de su libro El asesinato del Che en Bolivia. Revelaciones en Campeche y Valladolid en los días del guerrillero heroico por ahí del 8 de octubre en recuerdo de su captura por la partida del capitán Gary Prado. La pistola sin magazine y el fusil con el cañón dañado por un disparo impidieron responder al ataque. Las dos piernas heridas obligaron al Che a permanecer tirado. Levantado de manera violenta fue amarrado y conducido a empujones a la humilde escuela de La Higuera. Adys y Froilán han recorrido durante 30 años los caminos del Che recabando testimonios, fotografiando y encontrando vestigios de su paso. Como nadie más, han documentado la vida y milagros del Che y la edición anotada más reciente del diario de Bolivia, cuenta con sus fotos de cada uno de los lugares mencionados. Laboriosos y amables en su trato, se han ganado el respeto de editores y organizaciones de todo el mundo sin exagerar y por ejemplo, La CIA contra el Che es consulta obligada para documentar el espionaje y la sevicia de la maldita institución yanqui. Ciento sesenta y tres páginas publicadas por la Editora Política de la Habana en 2012, están divididas en tres grandes secciones además de la presentación. La primera describe el antecedente del combate en la Quebrada del Yuro, la captura, los acuerdos entre el presidente Barrientos y el embajador yanqui y lo que siguió incluyendo el mensaje cifrado recibido por el operador de la CIA Félix Rodríguez, de ascendencia cubana por cierto y hoy avecindado en Miami desde donde organiza proyectos de asesinatos políticos como el de Evo Morales en el que también participaron Gary Prado y su hijo. El cobarde Rodríguez golpeó al Che, lo derribó, poco antes de que aventaran el cadáver del guerrillero boliviano Aniceto Remagi frente al Che y El Chino, el guerrillero peruano Juan Pablo Chang Navarro a quien Rodríguez hirió de un bayonetazo. El coronel Joaquín Zenteno Anaya recibió estupefacto la orden de matar al Che. Ninfa Arteaga, esposa del telegrafista de La Higuera, cocinó sopa de maní y venciendo los maltratos de la guardia desamarró las manos del Che de quien recibió un agradecimiento inolvidable para ella. Para entonces, el guerrillero boliviano Willie Cuba esperaba también lo peor. Los oficiales Carlos Pérez Panoso y Bernardino Huanca dispararon contra los compañeros del Che y el soldado Mario Terán tuvo que emborracharse para cumplir la orden de dispararle al Che de la cintura para abajo. Fue necesario un tiro en el pecho para rematarlo. Amarrado todo el cuerpo fue amarrado por fuera en un helicóptero para ser llevado hasta Vallegrande donde fue colocado en un lavadero para asearlo y arreglarlo un poco para la exhibición a la prensa y cumplir luego la orden de cortarle las manos como prueba, luego de la decisión militar de no cortarle la cabeza. Adys y Froilán describen con precisión cada momento hasta llegar a la una de la tarde del 9 de octubre de 1967 y lo que siguió a los asesinatos. Periodistas muy diversos trataron de interceptar la camioneta con el cadáver, vieron cuando el soldado Villoldo lo pateó y golpeó en el rostro al subirlo al lavadero mientras Toto Quintanilla tomaba las huellas y la enfermera Susana Osinaga procedía a lavar y arreglar los restos. Los militares bolivianos y los de la CIA festejaron con whisky en el hotel Santa Teresita de Vallegrande. Los cadáveres fueron retirados y tuvieron que pasar casi 30 años para encontrar una fosa a un costado de la pista de aterrizaje de Vallegrande donde los expertos encontraron restos el 28 de junio de 1997, dos años después de la autorización del presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Losada para la exploración. Al fin aparecieron los restos del Che identificados por su arco superciliar característico, por el desgaste de los dientes con que sostenía la pipa y otros indicios menos evidentes. Los restos de los combatientes internacionalistas fueron sembrados en julio de 1997 en el mausoleo en Santa Clara donde el Che comandó la batalla definitiva contra el ejército de la tiranía en Cuba. Un memorable acto político-militar fue celebrado frente a la estatua del Guerrillero Heroico con su brazo izquierdo en cabestrillo por la herida en el combate definitivo. Cada paso, cada lugar, cada acción, está documentada por Adys y Froilán que no desperdician palabras en interpretaciones ilusorias sino narran lo que se desprende de los testimonios y documentos, de las entrevistas cruzadas para llegar a la verdad y registrar la insidia pero también el amor despertados por la enorme figura revolucionaria del Che. Los pobladores originarios del Kollasuyo veneran piedras y montañas, registran Adys y Froilán citando a investigadores bolivianos. De aquí la resistencia a las empresas depredadoras y los caminos con señales relacionadas con la carga de humanidad respetuosa de la tierra, el agua, el aire. Por esto la necesidad de hablar con los vecinos en su tierra y de hurgar ahí donde haya señales del Che y las consecuencias mundiales de su vida y obra revolucionaria. El diccionario Larousse, anotan, conmemoró los 150 años de su fundador con una encuesta sobre los personajes que debía incluir y para sorpresa de los editores ganó el Che. El apartado de Revelaciones incluye testimonios, entrevistas y las muertes violentas de los criminales como el presidente en 1967 René Barrientos estallado en el aire con todo y helicóptero, el misterioso accidente de Eduardo Huerta, el joven soldado que cobijó y dio un cigarro al Che y se negaba a callar las infamias que atestiguó. Roberto “Toto” Quintanilla huyó para ser cónsul en Hamburgo y en su despacho Mónica Ertl lo ejecutó, pudo regresar a Bolivia con la ayuda del editor italiano Giangiacomo Feltrinelli apresado en Bolivia cuando fue a ver al preso Regis Debray para ser expulsado de Bolivia y morir al pie de una torre de electricidad volada en Milán con explosivos que el no detonó según probó el cadáver. En fin, hay un muerto por anestesia en la cura de heridas menores o suicidados sin pruebas entre los participantes en el asesinato del Che. Mario Terán apareció en silla de ruedas operado de cataratas por médicos cubanos de la Operación Milagro en Bolivia. Lo cierto es que es necesario resguardar los crímenes de Estado y más cuando está de por medio la CIA y los asesores yanquis identificados por Adys y Froilán. Los asesinados no pudieron traficar con documentos, entrevistas, objetos como el reloj del Che que Gary Prado entregó a Adys y Froilán a diferencia de los trofeos que componen el museíto del criminal Feliz Rodríguez en su casa de Miami, incluyendo los calzones de una guerrillera y las fotos de él al lado de George Bush. A mediados de 1967, el Che anotó en su diario de campaña la noticia de la acelerada descomposición del gobierno boliviano entrampado en la corrupción y los pleitos por los dólares. El periodista Alarcón que acompañaba al ejército boliviano y sus asesores güeros comentó en su reportaje que si el Che hubiera resistido 15 días más, el gobierno hubiera caído, los mineros y los obreros hubieran intervenido a su favor y los soldados desmoralizados hubieran aumentado las deserciones. A punto estuvo de ocurrir todo esto bien distinto del cuento del sacrificio aventurero proclamado por los izquierdistas de café incluyendo al traidor Secretario del Partido Comunista de Bolivia, Mario Monje. Asombran los apuntes teóricos del Che en los cuadernos recientemente estudiados por Néstor Kohan para dar cuenta de la claridad histórica de quien acompañó su práctica revolucionaria con la precisión de la etapa de transición necesaria para los condenados de la tierra, vale decir en recuerdo del respeto del Che por Franz Fanon a quien admiraba por escribir, pensar y vivir desde la perspectiva de los más explotados. Ojalá alguien en Mérida invite a Adys y Froilán para hablar de todo esto. 2 octubre 2013
Posted on: Wed, 09 Oct 2013 02:28:56 +0000

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