Escrito por Guadalupe Loaeza. Enseguida leeré los nombres de las - TopicsExpress



          

Escrito por Guadalupe Loaeza. Enseguida leeré los nombres de las alumnas reprobadas", dijo Madame Josephine de tercer año de primaria. De pronto, se creó un ambiente de tensión. Todas las compañeras empezamos a vernos una a otra. Claro, las aplicadas tenían cara de mucha confianza en sí mismas, como diciendo a las demás: "Pobrecitas...". Por mi parte, ya sentía la guillotina. No sabía si huir o llorar. Estaba segura de que yo era una de las reprobadas. "Si repruebas, te va a ir muy mal...", me había advertido varias veces mi madre a lo largo del año escolar. Empecé a sufrir. Temía el juicio de las demás, pero lo que más me aterraba era la reacción de doña Lola. "Si no repruebo, te ofrezco, Virgen de Guadalupe, irme a pie a la Villa. Si no repruebo, te prometo irme de misionera a China. Si no repruebo, haré un voto de silencio durante las vacaciones", rezaba entre dientes. Cuando la monja (a la que le decíamos "dientes de caballo") llegó a la letra "L", me empezaron a zumbar los oídos. De repente quedé sorda. Pero no ciega. Clarito advertí todas las miradas inquisidoras de las otras alumnas. "Re-pro-ba-da", me dijo deletreando muy despacito una de ellas. En esos momentos quise desaparecer. "¿Por qué me habrán reprobado? ¿Por qué no pasé de año? ¿Por qué no estudié más? O, ¿por qué soy muy latosa?", eran las preguntas que retumbaban, como golpes de tambor, en la cabeza. No había nada que hacer, más que asumir que me habían re-pro-ba-do, porque mi maestra me había e-va-lua-do. Mis calificaciones de los exámenes de fin de año no me habían hecho pasar a cuarto año, ni siquiera de panzazo. Había reprobado. La evaluación mostraba un pobre desempeño de una alumna que no había estudiado lo suficiente. Escribo esto y todavía me siento re-pro-ba-da. Cuando una reprueba, ya sea en el colegio o en la universidad, es muy difícil superarlo, es como un estigma que no se borra con facilidad. (Todavía hoy, cuando me encuentro de casualidad, a una de mis ex compañeras, me hago la disimulada. Si no lo puedo evitar, invariablemente le digo: "Me reconociste porque fui una de las reprobadas de tercer año, ¿verdad?"). Por eso es tan importante no reprobar, sino estudiar. Educarse. Prepararse. Por eso es tan importante la evaluación que se debe de hacer tanto a los alumnos como a los maestros. Por otro lado, debemos decir que no es lo mismo que repruebe una alumna, a que lo haga un maestro. ¿Cómo sabrá un profesor que sabe si no es evaluado? ¿Cómo sabrá que es competente si no es evaluado? ¿Cómo sabrá si sus conocimientos son útiles para sus alumnos si no es evaluado? Finalmente, todos somos evaluados constantemente para saber si se es apta o no, si sicológicamente se es competente o no y si se está al día con los conocimientos. Odié a "dientes de caballo" por haberme reprobado, pero más odié mi poca competencia de entonces. ¿Qué hubiera pasado si la monja no me hubiera reprobado? Hubiera pasado a cuarto año como una alumna menos que mediocre. ¿Cómo hubiera aprendido correctamente el programa de estudios de ese año si, en el anterior, no había estudiado como debía haberlo hecho? Es evidente que me hubieran reprobado en cuarto. Lo que sí puedo decir con toda honestidad es que terminé por darle las gracias a "dientes de caballo", porque llegué a ser de las primeras alumnas al año siguiente. De hecho, me convertí en la consentida de la seño Sofía y, al final del curso, obtuve muchas medallas, entre ellas, la de politesse, es decir, la de excelente conducta, la cual era muy difícil de obtener, a tal grado que nada más había tres: la de primaria, la de secundaria y la de preparatoria. Si pasé tan bien de año en esa ocasión, fue porque mi maestro me evaluó. Hice mis exámenes de fin de año y pasé, si mi memoria me es fiel, con un promedio de 8.5. (Habría que preguntarle a la seño Sofía Miaja). Todavía recuerdo la cara de satisfacción de doña Lola en el salón de actos cuando Madame Marie Inés, directora del colegio Francés y ex maestra de mi madre, me puso, en mi cuello blanco, una medalla toda dorada preciosa, era la de politesse. ¿Qué tiene que ver todo lo anterior con los maestros que están contra la reforma educativa? Tiene que ver porque una de las razones de su protesta es que no quieren ser evaluados. Pero lo que no saben estos maleducados educadores es que hemos evaluado su comportamiento, su actitud, su aspecto, pero sobre todo su escasa responsabilidad para con sus alumnos. Pero a ellos qué les importa. Lo único que les interesa es salirse con la suya a como dé lugar. Que les quede claro a estos supuestos maestros: están re-pro-ba-dos por la sociedad mexicana. Están re-pro-ba-dos por los padres de miles de alumnos de Oaxaca. Están re-pro-ba-dos por todos los miles de maestros que sí son responsables y que cumplen con su obligación. Y están re-pro-ba-dos por los comerciantes, enfermos, viajantes, automovilistas, oficinistas y demás ciudadanos de esta noble pero quebrada Ciudad de México. Lo peor de todo es que una vez más, frente al mundo, México es el ¡¡¡re-pro-ba-do.
Posted on: Fri, 30 Aug 2013 23:58:30 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015