Esta es mi carta de renuncia al PLL enviada allá por mayo. Nadie, - TopicsExpress



          

Esta es mi carta de renuncia al PLL enviada allá por mayo. Nadie, ni uno solito me la contestó. Allí se expresa claramente que hubo quienes pusieron en duda el acuerdo departamental que se había autorizado antes. Nadie me refutó y ni siquiera nadie salió a despedirme o a tratar de convencerme de que no me fuera. La carta la envié a las autoridades del partido y hasta ahora mantuve bajo machet silencioso el caso. Como se ha puesto en duda mi honorabilidad, la expongo públicamente para que nadie diga lo que no es. "Montevideo, 12 de mayo de 2013. Sres. Miembros del Consejo Directivo Nacional del Partido Liberal Libertario del Uruguay. De mi mayor consideración.- Ad augusta per angusta. (A resultados grandes por vías angostas). Por la presente, vengo a Ustedes, mis amigos, a presentar formal e indeclinable renuncia a la Directiva del Partido Liberal Libertario del Uruguay y, por tanto, también a la Presidencia de este órgano de conducción política. Las cosas de este mundo son todas relativas y finitas. Todo cumple un ciclo; nada hay sobre estos suelos que sea eterno. Ha ya casi un año que comenzamos con el venturoso propósito de formar en el país un movimiento partidario que promueva las ideas del libertarianismo en el Uruguay; y he tenido el grandísimo honor de presidir libre y voluntariamente dicha aspiración, colaborando desde tan distinguido cargo a la consolidación formal de esta maravillosa herramienta para la implementación práctica de nuestros ideales. Creo, estoy convencido con el alma toda, que dicho lapso ha sido suficiente para todo aquél que no sienta gran apego por los sillones y los cargos. Sé, siento con la razón diría, que hoy es el momento oportuno para abandonar la cúpula y volver al llano. Es hoy, coligo, cuando menos perjuicio colectivo causará la renovación que os propongo y de cierta manera dispongo. Para mí, los partidos, las fundaciones, las asociaciones, en suma, las personas jurídicas todas, no son sino instrumentos, caminos alternativos para viabilizar logros u objetivos tanto ideológicos como prácticos. Herramientas para un fin último superior y, en la especie, común. Jamás entendí que el partido fuera importante por sí, sino como medio tendiente a un fin que no era él mismo. La propagación de nuestras ideas, la promoción de un cambio en el paradigma de pensamiento de la hora, el difundir y volver corriente en el ámbito político del país nociones teóricas y alternativas pragmáticas muy diferentes –más sinérgicos y proactivos- al perpetuo rehogue que es salmodia común al imaginario colectivo nacional, tales los objetivos ciertos que nos asociaban. El partido, repito, parecía la vía para tales tan altos menesteres. Hoy siento que, si no para todos, al menos para la gran mayoría, el partido se ha vuelto un fin en sí mismo. El faro que pretende ser lo será sí y sólo sí, por sus frutos; no por sus intenciones, decires, ni por sus quehaceres siquiera. Lo será digo, por sus resultancias prácticas. Ya saben lo que dicen: “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. No basta con ser firmes y constantes, no alcanza con pretenderse vanguardia, no es suficiente con no declinar ni en una coma de nuestras ideas, si a la hora del ejercicio práctico, prima la pretensión aristocrática de ser vanguardia inmaculada, antes que echar flor y dar fruto ciertos. Observen qué tanto daño ha hecho al presidente del país esta frase condenatoria: “Como te digo una cosa, te digo la otra”. Por purismos casi soterológicos desde mi perspectiva alterna a la vuestra, hoy hay quienes están dispuestos a afirmar lo contrario a lo dicho y comprometido en público hasta ayer. Se decidió encausar un acuerdo a nivel departamental, se dio visto bueno y se comprometió la palabra en dicho propósito, y ahora, hay quienes con seriedad palmaria, parecen oponerse a dicha concresión. Puede que esta readecuación táctica permita a varios dormir mejor; a los ojos de la ciudadanía, no creo yo que se está asentando diferencia alguna con las maneras chuecas de nuestro primus inter pares que tanto criticamos. Humanos, demasiado humanos, dijera mi mentor … Quienes así dicen y se comportan me recuerdan de alguna manera a esos padres que no quiren que sus hijos crezcan. Que temerosos de lo que suceda con el niño fuera de la cuna, lo retienen en un moisés de plumas y candores hasta el grado de imposibilitarlo para ser en sociedad a su libre y singular manera. La primer norma que nos damos a partir de un debate cejijunto y por primera vez altisonante, es una norma prohibitiva. Un cerco, un corral. Todo en aras de una santidad que no creo yo que vaya a fermentar por quedar atrapada en su propia gravidez centrípeta. Un agujero negro casi. Y para completar el cuadro, se discuten -acto seguido- normas estatutarias tendientes a impedir que otros hagan con el partido nada, salvo lo que muy pocos deciden ahora en un cuarto a puertas cerradas. No se forma así, me parece, un partido abierto y libre, ni menos, uno librado al azaroso rumbo de las voluntades generales espontáneas que se sumen, sino exclusivamente, para el bien imaginario de quienes teorizan en torno a un dogma de muy dudoso buen criterio. Cualquier diferencia con otros tantos ortodoxos ha de estar en el vestuario, nada más … Asuntos propios de la coreografía; nada relativo al drama que es el nudo gordiano del que trata la obra. Yo no veo, lo confieso, diferencia alguna con los modos de proceder de aquellos que tanto se critican. Unos y otros, al fin, toman la herramienta partidaria para volverla un fin propio. No importa lo noble que sea la aspiración, si los caminos optados son los indebidos, el fin jamás será bueno. El progresismo es una manera licuada, muy posmoderna, muy naif y bizarra, de llevar al país al totalitarismo. Es un monstruo grande que, todavía y cada vez, pisa más fuerte y con mayor constancia. Los aconteceres regionales no hacen sino ahondar dicho presagio. No darse cuenta de que allí está nuestro primer enemigo objetivo es, pues, de una candidez digna únicamente de párvulos. Y creer que sin dinero, sin apoyo financiero cierto y constante, sin mucha gente comprometida, y sin practicar las alianzas debidas para alcanzar puestos de poder efectivos, digo, que creer que así se va a alcanzar algo duradero y poderoso, rico y fructífero en materia política, me parece a mí bastante similar a tener treinta años y todavía creer en los reyes magos. Más nobles y honorables me parecerían, siendo así, aquellos libertarios que reniegan de la vía partidaria y electoral … Porque los libertarios tenemos y tendremos aún más identidad y derecho a un nombre propio en la medida que demostremos seriedad, capacidad, constancia y eficiencia en el logro de las metas propuestas. Quedándonos encerrados en un marco ideal de cierto que no echaremos más fruto que aquellos que afloran y luego se resecan antes de madurar. No hay en la historia política del mundo, ningún emprendimiento político que haya sido exitoso que no suponga una estrategia que parta, por un lado, de la individuación de un enemigo cierto a derrotar y, por otro, que no se proponga convenir con eventuales aliados para el logro de tal menester. Creer que desde una idílica e inmaculada “torre de los panoramas” se puede cambiar la sociedad predicando parnasos es, en términos del terrible Lenin, un infantilismo de cabo a rabo. Más allá del acierto o error de mi perspectiva, lo que no puede ser motivo de duda es que nadie en sus cabales puede presidir a quienes no dirige ni lidera en absoluto. Y por ello esta carta terminal. No puedo, no quiero, no debo, seguir siendo parte de una asociación que ya no representa mis modos de llevar a la práctica las ideas que aun nos congregan. No sería éticamente lícito que permaneciera en el cargo, ni siento yo que pudiera ser muy fructífero, ni para el partido ni para mí. Me hago pues a un lado. Renuncio a la Directiva, a la presidencia de este órgano de conducción, y no renuncio al partido porque ni afiliado estoy todavía. Como con esos grandes amores que nos desilusionan y hacen doler, es mejor dejarlos atrás y seguir adelante con la vida de cada quien. Seremos amigos, eventualmente podremos compartir muchas instancias en el porvenir, pero ya no podremos ser socios, al menos en un futuro más o menos inmediato. Quedo con la paz de conciencia de estar actuando –y haber actuado siempre- guiado por una ética inquebrantable. Siento el helado calor de Antígonas; en mi irrefragable derecho de secesión, entiendo que estoy predicando con el ejemplo de manera suficientemente virtuosa. Con mis mejores deseos, me despido ahora de todos. Nos veremos en las más altas estrellas, si es que antes, no nos hemos estrellado. Abrazos fraternos
Posted on: Fri, 20 Sep 2013 16:42:57 +0000

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