Esta mañana, en el obrador, que queda al borde del campo y más precisamente nuestra oficina, linda con unos árboles frondosos, tuvimos un imponente concierto de coyuyos, que vienen siendo como unas cigarras más grandes y afinadas en otro tono. Hasta venir al NOA, nunca los había oído. Es más: no sabía ni qué eran. Apenas si tenía referencia por algún tema folclórico. Una compañera del equipo -que es bahiense pero ya trabajó en el NOA y a la que no puedo nombrar porque se enfada y comienza a cantar- me los describió como una especie de grillos así de grandes. Su gesto implicaba que el coyu era más grande que un gato, poco menos. Salí a grabarlos y los guachos bajaron el tono, pero a la tarde, mi compañera (la innombrable) que es un tanto exagerada, en una actitud que me conmovió, me trajo uno ¡en su delicada mano! -finadito, claro- que encontró por ahí. Me fascinó el insecto de voz aguda (no tanto como la de ella). Aquí las fotos que le tomé a Valcoyu, como ya lo bauticé. Observen qué diseño, qué aerodinamia y colorido. Vean como la Naturaleza se encarga de humillarnos en la creatividad a la vez que nos enseña. No hay caso: desde que volví a recuperar el amor, aquí en África, cualquier bicho me sienta bien. Al gran coyuyo norteño ¡Salú!
Posted on: Sun, 01 Dec 2013 00:12:51 +0000
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