¿Evangelismo o hacer discípulos? No suponga que tomar - TopicsExpress



          

¿Evangelismo o hacer discípulos? No suponga que tomar decisiones por Cristo y hacer discípulos son sinónimos. Casi cada pastor puede dar testimonio de que no todas las decisiones resultan en discípulos y miembros responsables de la iglesia. Hay un creciente conjunto de pruebas en la indagación acerca del crecimiento de la iglesia, así como también en la experiencia práctica de pastores y líderes de la iglesia, que me hace presentar la siguiente extraordinaria observación: Muchos métodos actuales de evangelismo son, en el mejor de los casos, nada pertinentes para el crecimiento de la iglesia y están, en el peor de los casos, impidiendo el ministerio evangelístico eficaz de los cristianos y de las iglesias con buenas intenciones. Cuando consideré por primera vez esta paradoja, la consideré curiosa y desalentadora. La mayoría de las iglesias pueden señalar algunos resultados de sus esfuerzos evangelísticos. Pero si somos sinceros con nosotros mismos, el rendimiento de la inversión de nuestra gente, nuestro tiempo y nuestros recursos invertidos en el evangelismo no muestra una mayordomía saludable de los “talentos” que el Maestro ha dejado a nuestro cuidado (Mateo 25:14–28). En realidad, los métodos empleados en muchas actividades evangelísticas parecen confinar el evangelio dentro de las paredes de la iglesia. Pero la indagación acerca del crecimiento de la iglesia no estudia las tradiciones simplemente para causar desorden en el statu quo. Más bien procura las mejores prácticas que ayuden a aumentar los buenos resultados en respuesta al mandato de Cristo de “id, y haced discípulos” (Mateo 28:19). Con ese propósito, me gustaría subrayar algunas diferencias fundamentales entre el evangelismo tradicional, como se practica por lo general hoy, y el hacer discípulo, un término que describe con más precisión nuestros esfuerzos por responder a la Gran Comisión. Un análisis más completo de la indagación y un modelo de crecimiento de la iglesia del evangelismo puede hallarse en el libro El plan del Maestro para hacer discípulos.1 ¿QUÉ ES EL BUEN ÉXITO? Esa pregunta subraya una de las diferencias fundamentales entre el evangelismo y el hacer discípulos. Evangelismo. El buen éxito se obtiene cuando un inconverso da una respuesta verbal que indica su aprobación de una serie de convicciones que refleja su nueva fe cristiana. Hacer discípulos. El buen éxito se obtiene cuando otros observan un cambio de conducta en una persona que indica su integración personal de una serie de convicciones que reflejan la fe cristiana. Observe la distinción sutil, pero fundamental. Como las metas son distintas, el proceso empleado para alcanzar esas metas a menudo es diferente. La meta de crecimiento de la iglesia, en respuesta a la Gran Comisión, es: “Proclamar a Jesucristo como Señor y Salvador, persuadir a las personas a ser sus discípulos y miembros responsables de su iglesia”.2 La observación es la única forma de identificar a un miembro responsable de la iglesia. La meta del evangelismo, en cambio, por lo general tiene un objetivo orientado a la decisión, y se concentra en guiar a una persona a un arrepentimiento verbal y a una entrega a Cristo. Mientras que una decisión se concentra en una actividad específica, un discípulo sugiere un estilo de vida permanente. No suponga que tomar decisiones por Cristo y hacer discípulos son sinónimos. Casi cada pastor puede dar testimonio de que no todas las decisiones por Cristo resultan en discípulos y miembros responsables de la iglesia. Como el evangelismo define el buen éxito sobre la base de una decisión, apresurar la decisión de un inconverso por Cristo es el propósito de sus actividades. Las buenas nuevas es que muchos métodos evangelísticos tienen buen éxito al hacer precisamente eso. La mala noticia es que, al hacerlo así, pudieran disminuir la exitosa asimilación de las personas en la participación y el discipulado activo de la iglesia. ¿Cómo es eso? ¿CUÁL ES EL MÉTODO? Evangelismo. Este método se concentra en llevar a una persona a una aprobación intelectual de la fe cristiana, observada por un reconocimiento verbal de esas nuevas creencias. Como un reconocimiento verbal da validez a esa aprobación de los valores cristianos, el proceso del evangelismo eficaz es una presentación oral de esas convicciones cristianas. Hacer discípulos. Este método se concentra en llevar a una persona a un cambio de conducta que refleja la integración de los valores cristianos en la vida de esa persona, como se observa por su participación en la vida y el compañerismo de una iglesia. Como la observación de la conducta da validez a la aprobación de los valores cristianos de uno, el proceso eficaz de hacer discípulos es la observación experimental de tal conducta cristiana por los inconversos. Los dos no tienen que ser mutuamente excluyentes. Pero el distinguir los objetivos nos ayuda a considerar con más claridad las mejores prácticas para alcanzarlos. La cuestión clave es determinar si es más probable que cambien los valores, las actitudes, y la manera de vivir de un inconverso mediante la presentación oral de la información, o mediante la observación de la conducta. La frase “obras son amores, que no buenas razones”, es particularmente cierta cuando se lleva a otros a la nueva fe y al discipulado cristiano. Si la meta es una vida transformada, y no sólo palabras repetidas, el método empleado será determinante en el resultado observado. El apóstol Juan hace una observación parecida acerca de mostrar a otros el amor de Dios: “No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18). Las estrategias eficaces de hacer discípulos tiene que dar oportunidades para que los inconversos entren en contacto con una diversidad de creyentes y los observen en muchas situaciones. La indagación confirma la importancia de varias experiencias con el mensaje y con los cristianos. Un estudio comparó a dos grupos de nuevos creyentes. Un grupo estaba compuesto de nuevos creyentes que se habían convertido en miembros activos de la iglesia el año después de su conversión. El segundo grupo eran personas que se habían ido de la iglesia, o que nunca habían participado en ella después de su conversión. La variable estudiada era la diferencia en el número de experiencias cristianas que las personas de cada grupo habían tenido antes de su conversión. La diferencia fue significativa. Los miembros activos tuvieron un promedio de seis experiencias con el evangelio en el año antes de su conversión. Los que se fueron, por el contrario, han visto u oído el mensaje cristiano sólo dos veces antes de su decisión. La conclusión del indagador: “Cuando los que no son cristianos tienen varias oportunidades de ver, oír, y experimentar el mensaje cristiano, es más probable que entiendan las implicaciones de su entrega, y tengan menos sorpresas después de su entrega.”3 (Y por lo tanto es más probable que cumplan con su compromiso.) Las estrategias del evangelismo tradicional, por el contrario, a menudo afirman que ahora es el momento, y estimulan una respuesta sin tener en cuenta la historia o el contexto. ¿QUIÉN PARTICIPA? Evangelismo. La hipótesis es que cualquier cristiano puede de manera adecuada representar a Cristo y ser modelo de la fe cristiana de modo que un inconverso pueda captar las consecuencias y el significado de ser un discípulo cristiano. El hacer discípulos. La hipótesis es que ningún cristiano puede de manera adecuada representar a Cristo, y que sólo mediante su contacto con el cuerpo de Cristo — la iglesia — puede un inconverso comprender las consecuencias y el significado de ser un discípulo cristiano. Esa distinción no implica que un cristiano no pueda guiar a otra persona a una nueva relación personal con Cristo. Muchos lo han hecho. Dios usa cualquier medio y todos los medios para llevar a las personas a la nueva vida. Lo que esas dos declaraciones sugieren es que en nuestra respuesta a la Gran Comisión de Cristo, debemos estar conscientes de que la iglesia — con su variedad complementaria de dones espirituales — refleja con más precisión el cuerpo de Cristo que cualquier miembro individual. El contacto con la iglesia proporciona el cuadro más preciso disponible de la encarnación de Cristo en el mundo actual. Una persona que conoce el cuerpo de Cristo es más probable que vea y experimente la encarnación de Cristo en la tierra. Usar los dones espirituales en la iglesia es una estrategia importante para hacer discípulos. La Biblia muestra que los dones espirituales son para edificar (es decir, para el crecimiento) el cuerpo de Cristo (1 Corintios 14:12). Podemos esperar razonablemente que los cristianos podrán dar testimonio de la esperanza que hay en ellos (1 Pedro 3:15), pero esto no quiere decir que todo cristiano tenga don de evangelista. Según Efesios 4:11, Dios dio a algunos en la iglesia el ser evangelistas, los que están mejor capacitados para guiar a las personas a la nueva fe cristiana.4 Puede una persona tener una función de hacer discípulos si no tiene el don de evangelista, pero, ¿tiene el don de la hospitalidad? Sí. El testimonio más eficaz de tales personas pudiera ser al abrir su hogar a amigos inconversos, a visitantes de la iglesia o a personas necesitadas. Como resultado, el usar el don de uno para hacer discípulos no requiere que cada cristiano tenga las características requeridas en el evangelismo tradicional: personalidad extrovertida, fluidez verbal, resuelta tenacidad, buena memoria, y respuestas rápidas a las preguntas complicadas. El hacer discípulos es usar su don espiritual en concierto con los dones de otros para llevar a las personas a la familia de Dios. Hace más de treinta años, Win Arn y Donald McGavran hicieron una importante observación en su innovador libro, Cómo hacer que una iglesia crezca: “Pudieran usarse mal los dones de Cristo si se usan exclusivamente para el servicio de los cristianos existentes. No es para eso que se dan los dones. Cuando vemos el gran interés de Dios por la salvación del género humano, debemos suponer que sus dones se dan, al menos en gran medida, para que los perdidos puedan llegar a conocerlo, y sepan que conocerlo es vida eterna.”5 Es una imprecisión que causa un sentimiento de culpa el sugerir que cada cristiano tiene que ser un evangelista. En el Nuevo Testamento la palabra evangelista aparece sólo tres veces (y no aparece la palabra evangelismo). En cada caso evangelista se refiere al ejercicio del don espiritual en particular y a la ejecución de una actividad especial esperada sólo de determinadas personas. Hechos 21:8 describe a Felipe el evangelista. En 2 Timoteo 4:5, Pablo dice a Timoteo que haga “obra de evangelista”. Y en Efesios 4:11 se presenta el don espiritual de evangelista. Los evangelistas eran personas selectas responsables de “dar las buenas nuevas de victoria en la batalla” (el griego quiere decir evangelista). Al mismo tiempo, el Nuevo Testamento contiene más de cien pasajes en los cuales los discípulos de Cristo tienen que difundir las buenas nuevas de la fe cristiana. Muchos modelos evangelísticos erróneamente suponen que hacer discípulos significa hablar de las Buenas Nuevas, que es el trabajo del evangelista. La estrategia más eficaz para hacer discípulos es cultivar los dones excepciones de cada miembro del cuerpo, y desarrollar una estrategia para usar esos dones — en concierto — a fin de mostrar el amor de Dios. Recuerde que, cuanto más cristianos (es decir, más partes del cuerpo) conoce un posible discípulo, tanto más completo es su comprensión del amor de Dios. ¿CUÁL ES EL MODELO? El modelo que los cristianos emplean cuando presentan el evangelio a un inconverso tiene muchísimo que ver con sus resultados. Evangelismo. El evangelismo tradicional emplea dos modelos posibles en el proceso de persuasión. El primero es un modelo de contenido. Este modelo ve el evangelismo como una presentación de hechos que el oyente necesita conocer para tomar una decisión razonable. Los cristianos pueden transmitir el evangelio oralmente, mediante la palabra impresa, electrónicamente o a través de un medio audiovisual. En este punto de vista, cuando los creyentes presentan de manera adecuada el evangelio, es razonable pedir una respuesta (es decir, una decisión por Cristo). Cualquier cristiano puede tener buen éxito en el evangelismo si aprende a presentar correctamente el contenido del evangelio. La relación entre el cristiano y el inconverso es característica de la relación de un maestro con un estudiante, con el objetivo de transmitir la información correcta. El segundo modelo a veces empleado en la metodología del evangelismo es el manipulativo. Este modelo ve el evangelismo como un proceso de emplear la técnica apropiada para pedir una decisión. Esa técnica pudiera presentar una exhortación emotiva, o guiar a la persona mediante una serie de preguntas y respuestas previamente ensayadas. El adiestramiento en el evangelismo, en este modelo, significa enseñar la técnica apropiada. Con el modelo manipulativo, cualquier cristiano puede tener buen éxito en el evangelismo si aprende la forma correcta de persuasión. La relación entre el cristiano y el inconverso en este modelo es característica del vendedor con el cliente, con el objetivo de obtener una decisión positiva. Hacer discípulos. Este modelo del proceso de persuasión es de relaciones. En este modelo la conversión es resultado de una genuina relación de cuidar, escuchar, compartir, y confiar entre el cristiano y el inconverso. El modelo de hacer discípulos toma mucho más tiempo que los otros modelos. Eso supone que el pueblo del amor de Dios es la expresión más precisa del amor de Dios. Este modelo supone que, como cada inconverso es diferente, un modelo preplaneado y “pre-enlatado” no dará resultado en toda situación. En el modelo de relaciones humanas, cualquier cristiano puede tener buen éxito si aprende a amar. La relación entre el cristiano y el inconverso, en este modelo, es característico de amigo a amigo. La meta es permitir que se experimente el irresistible amor de Dios. Una indagación de gran influencia consideró si había una relación entre cómo un cristiano consideró el proceso evangelístico y el resultado subsecuente de sus esfuerzos evangelísticos.6 El estudio aisló a tres grupos de individuos (240 personas en cada grupo) que recibieron una presentación evangelística: el primer grupo lo componían aquellos que, en respuesta a una presentación evangelística, hicieron un compromiso cristiano y después participaron activamente en una iglesia; el segundo grupo eran aquellos que habían hecho un compromiso, pero que no tuvieron ninguna participación subsiguiente; el tercer grupo eran aquellos que no respondieron positivamente a la presentación evangelística. Los resultados fueron asombrosos. Setenta por ciento (169 de los 240) de los ahora cristianos y miembros activos de la iglesia (grupo uno) llegaron a la fe gracias a un cristiano que empleó un modelo de relaciones humanas (de amigo a amigo). En cambio, 87 por ciento de esas personas (209 de 240) que hicieron un compromiso verbal pero no se unieron a una iglesia (grupo dos) llegaron a su decisión por medio de un miembro de la iglesia que considerara el evangelismo como manipulativo (vendedor con el cliente). El 75 por ciento (grupo tres) que no se convirtió (180 de 240) había oído el evangelio de alguien que vio el evangelismo como el compartir contenido, hechos, y teología (maestro con estudiante). Este estudio parece indicar que un modelo manipulativo de evangelismo (vendedor con el cliente) resulta en el mayor porcentaje de personas que toman una decisión verbal. Sin embargo, la tasa de la salida de la iglesia de tal modelo es 8 de cada 10. Como se ha mencionado antes, el objetivo de la evangelización puede afectar el método. Si el objetivo es obtener una decisión, al parecer el método manipulativo da mejor resultado. Pero este modelo es contraproducente si el objetivo es hacer discípulos. ¿QUÉ PUEDE DECIRSE DE LA ASIMILACIÓN? En algunos modelos evangelísticos, la participación de una persona en la iglesia no es un factor determinante para el “éxito”, y los evangelistas dejan los resultados a Dios. Tales modelos suponen que se habrá cumplido la Gran Comisión cuando todo el mundo haya oído el evangelio. Sin embargo, la mayoría de los evangelistas expresan un genuino interés de que sus convertidos participen en una congregación. Suponiendo que este sea su deseo, ¿cuáles son las diversas hipótesis acerca de cómo los nuevos creyentes se asimilan a una iglesia? Evangelismo. La hipótesis es que el fundamento de la afiliación activa en la iglesia es una fe común entre el nuevo creyente y otros miembros de la iglesia. Hacer discípulos. La hipótesis es que el fundamento de la afiliación activa de la iglesia es una intensa y poderosa relación entre el nuevo creyente y otros miembros de la iglesia. Varios estudios acerca del crecimiento de la iglesia indican que la principal razón de que las personas permanezcan participando en su iglesia son las amistades y las relaciones que establecen con los otros miembros. Cuando la gente abandona la iglesia, por lo general la razón es un asunto de relaciones, no de teología. Un estudio halló que 81 por ciento de los que se fueron de la iglesia lo hicieron porque “no tenían un sentido de pertenencia”. Cuando se les preguntó qué sería más importante en su búsqueda de una nueva iglesia, 75 por ciento dijo que “lo amigable de las personas.”7 Otro estudio halló que esas personas que se convirtieron en miembros activos de la iglesia hicieron un promedio de siete nuevos amigos en la iglesia, mientras que quienes se fueron hicieron en promedio menos de dos.8 La asimilación de un recién llegado a la iglesia debe comenzar mucho antes que su conversión. Las amistades que los inconversos cultiven con los miembros de su iglesia será muy importante en su asimilación en la iglesia. En realidad, una de las actividades más fructíferas en que su iglesia pudiera participar durante el próximo año es la de ayudar a los miembros a cultivar o a fortalecer las amistades con los inconversos. Esas relaciones tendrán un mayor efecto en la actividad evangelística y el crecimiento de su iglesia que el adiestrar a esas mismas personas para que presenten verbalmente el plan de salvación. Pero una respuesta común oída en las iglesias es: “Si hacemos amistad con los inconversos y los invitamos a la iglesia afectará adversamente a nuestra comunidad cristiana.” Considere la estrategia de uno de los hacedores de discípulos más productivos en la historia reciente. En su ministerio, Juan Wesley tenía tres objetivos para las personas: en primer lugar, que experimentaran la gracia de Dios y el don de la fe, y que llegaran a ser creyentes conscientes de Jesucristo. En segundo lugar, que se convirtieran en parte de una clase o de un grupo de creyentes. En tercer lugar, que, después de alcanzar los dos primeros objetivos, experimentaran el crecimiento hacia la perfección cristiana. Es importante señalar que una persona pudiera alcanzar los dos primeros objetivos en cualquier orden, y que la secuencia más usual fue 2, y después 1. Es decir, la mayoría de las personas que llegaron a ser convertidos metodistas, primero se unieron a un grupo de estudio bíblico, y después llegaron a ser cristianos. Eso ayuda a explicar por qué Wesley, en su predicación al aire libre, nunca invitó a las personas a aceptar a Jesucristo y hacerse cristianos en ese sitio. Esa declaración pudiera no agradar a aquellos cuyas hipótesis acerca del evangelismo público se han formado en la época de Billy Graham, así como pudiera chocarle a los creyentes evangélicos de cualquier generación desde que Carlos Finney comenzara a invitar a los oyentes a que respondieran a su llamado.9 Aunque la metodología de Wesley no rechaza la validez de hacer llamados al altar, podemos ver cómo su metodología fue una precursora de nuestro actual análisis de metodología de evangelismo y discipulado. Lyle Schaller hace una observación semejante: “Lo más probable es que los que se vuelven miembros activos son aquellos que se convirtieron en parte de un grupo en que la afiliación en ese pequeño grupo de cara a cara es significativa antes de que formalmente se unan a la congregación. Son asimilados antes de que se unan.”10 Flavil Yeakley, un investigador de crecimiento de la iglesia que estudió las diferencias entre los que se van de la iglesia y los miembros activos, concluyó su disertación doctoral observando lo siguiente: “Cuando las personas no tienen contacto significativo con los miembros de la iglesia en el proceso de su conversión, es probable que no sientan ninguna identificación con la iglesia después de su conversión, y por tanto es probable que se vayan.”11 Cuando se trata de la idea de alentar a los cristianos a que cultiven relaciones significativas con los que no son cristianos, muchas iglesias se beneficiarían bastante de tener un montón de paganos en medio de ellas. Cristo no limitó su posibilidad de sentarse, comer, y hablar con los pecadores. En realidad, la reputación que Jesús se granjeó fue la de ser “amigo de los pecadores” (Lucas 7:34). En cambio, algunas iglesias que se enorgullecen de su fervor evangelístico mostrarían poca tolerancia por la existencia de ceniceros en la propiedad de la iglesia, pantalones de vaqueros sucios en el santuario, o palabras no apropiadas en las clases. Un pastor llevó a un grupo de adolescentes cristianos de rock a la iglesia para una actividad del sábado por la noche. Más de setecientos jóvenes de la comunidad asistieron y oyeron el evangelio, y más de tres docenas expresaron su interés de entregar su vida a Cristo. Pero a la mañana siguiente, debido a que el conserje había estado fuera de la ciudad, los miembros descubrieron montones de botellas de cerveza vacías en el estacionamiento. ¡Puede uno imaginarse la reacción de muchos miembros que asistían desde hacía tiempo a la iglesia! Pero esto debió haber sido causa de celebración: al fin el mundo había venido a su iglesia. Las personas que hoy responden al evangelio son las que responden al amor y a la atención de los cristianos. La gente no responde a opiniones religiosas ni a argumentos teológicos. No podemos hablar a las personas para que entren en el Reino; las amamos en el Reino. Reflejar el amor incondicional de Dios es la esencia del evangelio porque Dios es amor. Y las personas experimentan el amor. Hemos oído: “A las personas no les importa cuánto sabemos hasta que sepan cuánto nos interesamos por ellas.” Cristo nos enseñó una gran estrategia de hacer discípulos: amen a Dios en primer lugar, y amen a los demás como ustedes se aman a sí mismos (Mateo 22:35–40). Luego dijo que fueran e hicieran discípulos (Mateo 28:19).
Posted on: Thu, 22 Aug 2013 06:25:52 +0000

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