.:Fic:. En medio de la noche y con frio Misty no sabía que - TopicsExpress



          

.:Fic:. En medio de la noche y con frio Misty no sabía que hacer, solo pudo levantarse, sacudirse algo de suciedad y empezar a caminar, no estaba seguro del lugar en que se encontraba, nunca había abandonado la propiedad, así que fue como andar a ciegas, con el frío no era sencillo. Anduvo por lo que le pareció un viaje eterno, le faltaba el aliento y el frío resecaba su garganta y su nariz, le dolían las manos. No supo que hora podría ser cuando llegó a lo que parecía la periferia de la ciudad, estaba en silencio, casi, pues algunas personas se aventuraban a andar, gente a la que era mejor no preguntar nada. Entró a lo que parecía una calle no transitada, no se fijó mucho alrededor, solo logró distinguir algunos bordes en la noche y se acurrucó intentando protegerse de la intemperie. Recordó aquella pequeña y fea habitación de una colchoneta que costaba media moneda una noche, casi lloró pensando en que ya ni siquiera podía estar un sitio como ese. Solo necesitaba llegar a la mañana siguiente. El de cabellos dorados no estaba seguro de lo que pasaba a su alrededor cuando fue despertado por una tosca mano que lo sacudía y un grito. — ¡Vamos, vamos! ¡Despierta de una buena vez! Abrió los ojos sobresaltado y logró reconocer a quien hablaba, por el uniforme era un policía. — ¡Andando vagabunda, no puedes quedarte aquí! Se levantaba lentamente, entumido por el frío, trataba de reconocer el lugar, sabía que le parecía familiar pero… — ¿Qué no entiendes?—continuaba el policía—Márchate de una vez, las calles no son para andar tirados. El rubio buscaba una manera de reaccionar pero el uniformado era implacable. — ¡Largo vagabunda! Finalmente el de cabellos dorados logró moverse y empezó a caminar, seguía sin saber donde estaba pero al menor terminó de entender porque le parecía familiar el lugar, se trataba de un callejón, como aquel en el que él…prefirió no terminar la idea ¿Dónde estaba? Intentaba darse una idea pero no lo sabía, tan solo entendía que estaba adolorido, vestía bastante mal y estaba sucio, su aspecto no era nada bueno, no tenía a quien recurrir, no tenía dinero ¿Qué podía hacer? No había muchas opciones, lo sabía, en su estado no creía que lograra mucha aceptación, intentaba ganar algo de calor pero no era tarea sencilla, solo le quedaba caminar, no tenía destino alguno pero al menos lo ayudaría a estar caliente. Con su ropa sucia, el mismo vestido con el que alguna vez se sintiera contento por ser nuevo, tuvo que andar por las empedradas calles, otras completamente sucias por el fango acumulado, escuchaba a la gente y las veía pasar, necesitaba hacer un plan pero no tenía ninguno. No sabía que hora era, solo que estaba cansado y tenía hambre, se sentó por unos instantes contra una especie de muro derruido, era el momento que tanto había evadido, necesitaba pensar. Sabía que sus opciones eran pocas y ninguna le gustaba. Volver a venderse en las calles le resultaba insoportable, ya lo había hecho y la experiencia con el de Libra le decía que sin importar el escenario siempre sería lo mismo, lo considerarían basura por pagar por él. La otra opción que le quedaba era volver a su hogar, con sus padres, y eso le encogía el corazón; volver ante ellos de esa manera, derrotado, después de todo lo que había hecho. Ellos lo habían dejado ir porque deseaban que cumpliera sus sueños y se sentía sumergido en una pesadilla. Se sentía desolado, desdichado, había caído muy bajo y no quedaba a nadie a quien acudir por ayuda, nadie le tendería la mano por estimarlo al menos y… tuvo que contener unos segundos sus lágrimas. Si quedaba alguien. Recodó a la viuda de Pegaso, era una mujer decente y gentil, de corazón bondadoso, como su madre, había desaparecido de manera abrupta pero estaba seguro que si la encontraba no le negaría su ayuda. Pero necesitaba saber donde estaba y como llegar de nuevo a esa casa en la que fue tratado con gentileza. Intentó preguntar a las personas pero debido a su aspecto las primeras ni siquiera le respondieron, parecían creer que iba a pedirles caridad. Finalmente consiguió que unos niños que jugaban le dijeran donde estaba, con eso supo que prácticamente estaba del otro lado de la ciudad, así que tenía que tomar un camino pero como no contaba con dinero alguno encima solo podía hacer el recorrido a pie. No quedando otro medio empezó a caminar. Las calles parecían incontables, las mismas, pero necesitaba seguir, no había opciones, solo le quedaba esa posibilidad. No supo cuanto tiempo anduvo, intentaba no pensar en el cansancio ni en el hambre que tenía, debía llegar. Cuando empezó a reconocer las calles se sintió un poco más animado, había tardado horas pero estaba cerca de su destino, y ahí estaba, al final de la calle, la misma casa. Casi lloró de alegría, pero se contuvo, ya estaba cayendo la tarde, respiraba agitado y quedó delante de la puerta, respiró profundamente y llamó. Esperó unos momentos y finalmente la puerta se abrió. Sonreía con ilusión pero eso se borró de su rostro al encontrarse ante un rostro desconocido. — ¿Qué busca aquí?—le preguntaba un hombre de mediana edad que no conocía. — Yo…yo…—tartamudeaba el rubio—Buscó a la señora de la casa, la viuda de Pegaso—dijo con suavidad. — La señora falleció hace meses. — ¿Qué?—preguntó sorprendido y dolido. — Fue algo repentino, el corazón parece. — ¿Y sus hijos? ¿Dónde están? — Los muchachos vendieron la casa, quedaba lejos de sus actividades y se mudaron—le informó el desconocido. — ¿Sabe adónde?—preguntaba con necesidad. — Creo que la parte Este. Le dijo unas señas algo vagas pero podía funcionar, conocía el nombre de una de las calles y estaba dispuesto a aferrarse a esa esperanza. — Gracias—dijo el rubio después de unos momentos y su desesperación lo hizo decir algo más—Por favor señor, he andado todo el día, no he comido y no tengo dinero, yo… Pero sin más le cerró la puerta en la cara, se quedó atónito, nunca lo habían tratado así, tan mimado como lo había sido casi toda su vida ese comportamiento era nuevo. Pero apenas miró su reflejo en un aparador supo porqué. De verdad parecía un vagabundo o vagabunda pues llevaba vestido y su raido manto. Sin embargo no podía detenerse a esas consideraciones, no en ese momento, solo le quedaba una esperanza. Tenía que encontrar a los jóvenes Pegaso. Su nuevo peregrinar le llevó las horas que quedaban del día, de nuevo hacía frío y lo sentía con mayor crueldad pero no podía detenerse. Ya era tarde, bastante tarde, cuando logró alcanzar el sitio que le comentaron, no estaba seguro de nada pero al menos la calle que necesitaba estaba ahí, era amplia y había varias casas, la gente llevaba horas recogida en el interior para protegerse del frío. Como no estaba seguro de la dirección llamó a varias puertas pero la respuesta fue variada, más o menos, en algunas no le abrían siquiera, en otras le gritaron que se largara pues no ayudaban vagabundas, las que abrieron le cerraban la puerta casi de inmediato sin siquiera escucharlo. Estaba cansado, exhausto, había pasado por más en esas horas que en toda su vida, sentía deseos de llorar pero sabía que si se rendía en ese instante ya no avanzaría, tenía que encontrarlos. Se sintió mareado, le pareció que las cosas se movían a su alrededor, le dolía la cabeza y el corazón le latía con violencia en el pecho, apenas si distinguía una puerta más, casi tropezó con los pequeños escalones de la entrada pero cayó contra la puerta y eso detuvo su caída. Llamó más bien a ciegas con toda la fuerza que le quedaba, estaba a punto de desfallecer, no estaba seguro si había llamado o no, volvió a hacerlo pero no pudo más. Apenas si creyó que abrían y cayó sin sentido. ********** Cuando Misty volvió en si se dio cuenta que estaba recostado en una cama, era pequeña e improvisada pero no se quejaba, intentó incorporarse pero una mano se lo impidió con suavidad. — ¿Cómo te sientes?—le preguntaba una gentil voz. — ¿Qué pasó?—logró preguntar. — Llegaste anoche y te desmayaste, nos diste un buen susto. El de pupilas azules miró con mayor cuidado, quien le hablaba era una muchacha de ojos y cabellos castaños, se veía genuinamente aliviada de que despertara aunque no sabía quien era pero vio aparecer a alguien más. Sus cabellos castaños, su mirada parda, lo había visto antes como un jovencito pero parecía haber crecido bastante, ya no un chico sino un joven hombre. Uno que no parecía muy contento con tenerlo ahí. — Mi nombre es Seika—decía la muchacha con amabilidad—Él es mi hermano, Seiya. No había conocido a la muchacha pero si al muchacho, se parecían bastante. — Estoy mejor, gracias—logró decir el rubio. — ¿Cómo es que llegaste aquí?—preguntaba ella— ¿De dónde vienes? ¿Qué fue lo que te sucedió? — Yo…me llamo Misty…conocí a su madre hace tiempo, viví en su casa… Tuvo que detenerse, no podía decirles la verdad, no como habían sido las cosas. — Pues yo…estuve trabajando por meses para un hombre…era rico y cuando se cansó me echó a la calle…en medio de la noche, sin dinero ni nada, solo con lo que traía puesto. — Eso es terrible—decía Seika conmocionada. — Lo es. — Intenta descansar, has pasado por algo difícil. — Gracias—decía con humildad. Los hermanos se alejaron y fueron a la cocina de su nueva casa, haber perdido a su madre fue un golpe rudo aunque sabían de su enfermedad, habían decidido vivir juntos y seguir con sus trabajos en cuanto se graduaron, todo eso había sucedido en los meses anteriores. — Se nota que ha sido una racha difícil—mencionaba Seika sirviéndole un poco de sopa. — Hermana… — Le falta comida y descanso, debemos ayudarlo al menos un poco. — Sé que eres de buen corazón pero no sabemos la verdad. — No creo que mienta. — Pero… — Se me hace tarde—decía la muchacha entregándole el plato con sopa—Ve que coma, necesito irme. Los dos salieron de la cocina y la muchacha fue hacia Misty mientras se colocaba una capa oscura sobre su ropa blanca. — Puedes descansar aquí—decía ella con gentileza—Debo irme a trabajar. Se despidió de su hermano y salió aprisa de la casa, por la ropa el rubio adivinó que era enfermera. Y se dio cuenta que estaba a solas con el de cabellos castaños. Intentaba sonreírle, le dio la impresión que siempre tendría algo de adolescente aunque ya no lo era y no era otras cosas, como paciente para decir lo que pensaba. — Mi hermana es una buena chica—lanzó el castaño—Y no pienso permitir que nadie la use. — Yo… — Tengo que ir a mi trabajo, no puedes quedarte aquí. — Pero yo… — Toma—dijo dejando una pequeña suma a un lado—Vete, es lo mejor. — Por favor—le suplicó el rubio—He caminado demasiado, solo déjame descansar un poco. — Termínate la sopa, descansa un rato y vete, cuando regrese no quiero verte más aquí. — Está bien. Gracias. El joven castaño se dio vuelta y se marchó, ahora estaba solo. Se comió la sopa con verdadero apetito, después se levantó y miró alrededor, era un sitio agradable aunque aparentemente ninguno de los dos hermanos había tenido mucho tiempo para darle un completo orden y en ese instante supo lo que necesitaba hacer. Se haría parte de esa casa. Lo primero fue ponerse de pie y empezó a limpiar todo el lugar, no era un desastre pero no estaba por demás una mano de limpieza y orden. Después fue a la cocina y se encargó de los trastes, todo lo que vio sucio lo puso en una cesta y averiguó donde lavarlo, la ropa estaba lavada y limpia y tendida para el mediodía. Era el momento de la comida, no había mucho en la casa y fue por el dinero que le dejara el castaño, no era mucho pero podría arreglárselas y hablado de arreglar se lavó con cuidado el rostro y el cabello, no estaba mal, encontró una especie de capote que podría venirle bien y que cubría las otras carencias de su ropa, armado con eso y el deseo de agradar fue a hacer compras. Misty nunca había tenido problemas para agradarle a la gente, siendo encantador y tan lindo no tuvo problemas en comprar buenos productos para hacer una buena cena, la cual preparó con esmero, ya que siempre había ayudado a sus padres no le resultaba extraño todo ese trabajo. Con todo listo se dispuso a aguardar por la llegada de sus hospedadores, la cual fue casi al mismo tiempo. Lo primero que llegó a los jóvenes fue el olor de la comida, después fue comprobar que la casa estaba limpia y ordenada, hasta la ropa limpia y seca estaba ordenada. — ¿Qué hiciste?—preguntaba Seika sonriendo. — Fueron tan gentiles al ayudarme que deseaba compensarlos—dijo el rubio con suavidad—Espero que les guste la cena. La cena estaba deliciosa, no quedaba dudas de eso y en la misma charlaron un poco sobre el destino del rubio, este dejaba en claro que no tenía a quien recurrir y por eso surgió una idea. — Podrías quedarte con nosotros hasta que te estabilices—comentó Seika. — ¿Podemos hablar en la cocina Seika?—dijo de inmediato Seiya. — Discúlpanos un momento—decía ella sonriendo. Los dos hermanos fueron a la cocina y era claro el motivo. — No sabemos quien es Seika, no puede quedarse. — Ha pasado por una mala racha Seiya, necesita ayuda, mamá lo hubiera ayudado. El castaño no se veía convencido a pesar de ese argumento pero al menos ya no discutió. Cuando el rubio los vio regresar estaba muy sonriente, estaba seguro que podría quedarse y así fue, desde ese momento estaría en la casa de los hermanos Pegaso.
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 19:04:33 +0000

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